Londres - El gobierno del Reino Unido anunció ayer un polémico plan para combatir el «turismo médico», que obligará a los extranjeros no comunitarios a pagar el tratamiento que reciban en hospitales públicos británicos. Extraoficialmente se calcula que la atención sanitaria a los extranjeros le cuesta al Estado cada año 285 millones de euros. Para reducir costos, el gobierno decidió cortar por lo sano y cobrarles por adelantado a los turistas, personas en viaje de negocios y a los solicitantes de asilo cuya petición haya sido denegada. Estarán exentos de pago los casos urgentes y los de enfermedades contagiosas. La medida, que fue sometida a consulta pública durante tres meses y entrará en vigor el próximo abril, causó indignación entre los médicos y también en la oposición parlamentaria. La Asociación Médica Británica criticó que el gobierno haya tomado una decisión tan radical, sin aportar datos precisos sobre el alcance del problema.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Dejá tu comentario