29 de mayo 2009 - 17:25

Bush, melancólico, extraña la comida de la Casa Blanca

George W. Bush
George W. Bush
George W. Bush rompió su silencio de los últimos cuatro meses para defender ahora las decisiones de su presidencia y confesar que echa de menos, entre otras cosas, la buena mesa de su residencia anterior, la Casa Blanca.

Lo reconoció en Michigan ante unas 2.500 personas durante un discurso en el que dijo añorar, también, los vuelos en el avión presidencial Air Force One y los encuentros con militares.

Bush, que se encuentra en Canadá, se refirió, además, a algunos de los asuntos más candentes del momento, como los duros interrogatorios a sospechosos de terrorismo de su Gobierno, que incluyeron la asfixia simulada, y que no dudó un segundo en defender.

Bush, que durante sus ocho años en la Casa Blanca se negó a hablar de los "errores" de su
mandato, insistió, poco después de salir al estrado, que llegó al poder con una serie de principios y que no estuvo dispuesto a sacrificarlos en pro de su popularidad.

Desde entonces, ha vivido recluido en una burbuja, rodeado de representantes del otro 33 por ciento del país, los que creen que fue un buen líder.

Su vida en el número 10141 de Daria Place, en Preston Hollow, un barrio de clase alta de Dallas que votó por él por mayoría aplastante, gira en torno a un grupo de ex ayudantes y un puñado de amigos y vecinos de la zona.

El presidente número 43 en la historia de EE.UU. pasa la mayoría de los fines de semana en su rancho de Crawford (Texas) acompañado de su esposa y ha rechazado las solicitudes de entrevistas, salvo para hablar de béisbol o del libro que está escribiendo sobre su presidencia.

Sus días, según relataba el diario The Washington Post en un artículo de mediados de abril, arrancan temprano, alrededor de las 7.30 de la mañana, cuando llega a su oficina en Dallas para trabajar en el relato en primera persona sobre sus años en el poder.

Las tardes las dedica a andar en bicicleta y las noches a ver televisión y leer en su mansión de Dallas, valorada en 2,4 millones de dólares, con instalaciones adicionales para el
Servicio Secreto.

Ni a él ni a la ex primera dama les gusta cocinar, según los recuentos de los medios locales, que sostienen que los Bush son clientes asiduos de EatZi's, un mercado local que vende comidas preparadas.

Sus escasos discursos hasta la fecha no habían logrado llamar la atención de los medios nacionales, hasta anoche, cuando Bush, que se despidió de Washington en enero con la frase "servimos con convicción", decidió entrar en polémica.

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