14 de abril 2020 - 00:00

La peor pesadilla: recuperados vuelven a enfermar

En medio de la incertidumbre ante el virus SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus, llega una mala noticia de Corea del Sur, el país que se ubicó a la vanguardia en su limitación: la inmunidad que aquel deja a los curados no parece gran cosa y una segunda (o tercera...) ronda de contagios comienza a acechar.

ArmyTimes.jpg
www.ArmyTimes.com

Trabajar y asegurar las necesidades de la propia familia. Abrazar y besar de nuevo a nuestros abuelos, padres o hijos, cuando no retomar una vida sexual más libre. O, más en general, normalizar las economías de los países. Todo eso anhela la humanidad en medio de la pandemia, pero la mala noticia es que la fecha esperada no es cercana ni predecible. En medio de la incertidumbre ante el virus SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus, llega una mala noticia de Corea del Sur, el país que se ubicó a la vanguardia en su limitación: la inmunidad que aquel deja a los curados no parece gran cosa y una segunda (o tercera…) ronda de contagios comienza a acechar.

Al menos 25 personas que se creía curadas de Covid-19 (tal el nombre de la enfermedad) volvieron a presentar síntomas hasta ayer, totalizando ya 116 casos inquietantes. Hace una semana sumaban solo 51.

Lo que se ignora sobre el SARS-CoV-2 incluye el tipo de inmunidad que genera tras su paso por el organismo. Para algunos científicos esas “reinfecciones” pueden ser producto de un falso negativo previo que haya hecho presumir una curación que no existió o la permanencia de restos del virus en el organismo. De cualquier forma, llama la atención la reaparición de los síntomas. Si efectivamente hubiera una reinfección o un nuevo contagio, no se trataría de un virus como los del sarampión, la varicela, la rubeola, la poliomielitis o la hepatitis A, que dejan a salvo de una recaída de por vida a quienes los superan.

Lo que los científicos intentan determinar es si se comporta como el del herpes, que permanece en el organismo y se activa de manera intermitente, o si deja una inmunidad de muy corto plazo, menor que la de la influenza, que renueva su amenaza de modo estacional. O, en otras palabras, si los pacientes que sufren de Covid-19 por segunda vez experimentan una reactivación del virus o una nueva infección.

En ambos casos quedaría descartada la teoría de la “inmunidad de rebaño”, esgrimida por el primer ministro británico, Boris Johnson, en la repetida entrevista en la que hablaba de dejar que el virus circulara a través de la comunidad para, más allá de las muertes que produjera, esta al final quedara protegida. Ya se sabe que eso no será así y que superar esta tragedia global dependerá de que se dé con un tratamiento eficaz entre los muchos que los médicos tantean hoy de modo artesanal o, mejor todavía, que se llegue a una vacuna capaz de erradicar el mal. En el mejor de los casos, esta última podría alcanzarse en un plazo de un año y medio, dicen los expertos.

Así las cosas, ¿qué economía resistiría una depresión global como la que comienza?

Los contagios de segunda ronda ponen de manifiesto que la dicotomía entre salud y producción es falsa. Un Gobierno puede decidir que la actividad se retome mañana mismo si es que asume que “algunos van a morir”, como dijo Jair Bolsonaro. ¿Pero podría sostenerse una actividad productiva normal si los contagios volvieran a crecer de modo exponencial? Más allá del impacto emocional que eso tendría sobre una sociedad, ¿qué clase de economía subsiste cuando la aparición de un caso obliga hoy a aislar a los miembros de una línea de producción, mañana a los empleados de una fábrica y pasado, a los habitantes de toda una región.

Donald Trump comenzó por relativizar la gravedad de la pandemia, algo que, según le recordó su asesor y eminente infectólogo Anthony Fauci, explica en parte el aluvión de muertes de los últimos días. Ante la evidencia, cambió el discurso (hay que reconocerle que es menos obtuso que su homólogo tropical), pero igualmente sostiene la idea de que volver a trabajar es prioridad. Y tiene razón, solo que, ayer mismo, se supo que Smithfield Foods, una de las mayores procesadoras de carne de cerdo de Estados Unidos y que da cuenta del 5% de ese mercado, cerrará indefinidamente debido a que 293 de los 3.700 empleados de su planta de Sioux Falls, Dakota del Sur, contrajeron la enfermedad.

España registró ayer 517 nuevos decesos para totalizar unos 17.500. Francia, en tanto, 574 y cerca 15.000, respectivamente. Ambas fotos son parecidas, pero Pedro Sánchez ordenó una flexibilización de la cuarentena que rige hasta el próximo sábado 25, mientras que Emmanuel Macron la extendió casi un , hasta el 11 de mayo. Es cierto que en España la curva parece ir en descenso y que Francia sigue en una situación grave, ¿pero qué certeza delinean esas tendencias cuando se habla de una segunda ronda de contagios? “Paciencia” es la palabra del momento. Más adelante se hablará de “creatividad”, la única cualidad que, acaso, permita ponerle límites a este colapso impensado.

Dejá tu comentario

Te puede interesar