21 de junio 2007 - 00:00

Desactiva Sarkozy ley de 35 horas y desafía a sindicatos

Nicolas Sarkozy, el activo presidente de Francia, se prepara para posar con sus ministros.Sin esperar, lanzó ayer una de sus reformas estrella: la laboral.
Nicolas Sarkozy, el activo presidente de Francia, se prepara para posar con sus ministros. Sin esperar, lanzó ayer una de sus reformas estrella: la laboral.
París (EFE, AFP) - El presidente francés, Nicolas Sarkozy, puso ayer en marcha un proyecto que hiere de muerte la polémica semana laboral de las 35 horas y prometió acelerar su programa de reformas, a pesar del avance de la oposición de izquierda en los últimos comicios legislativos.

«Los franceses hicieron una elección» en los comicios presidenciales que «confirmaron» en las legislativas, en las que su partido UMP obtuvo la mayoría absoluta (aunque con un retroceso respecto de la Legislatura anterior) en la Asamblea Nacional (Cámara baja). Dicha decisión «será respetada», sostuvo.

En su primera reunión posterior a la segunda vuelta de las legislativas del domingo último, el remodelado Consejo de Ministros aprobó un texto que incluye la prometida reforma de las horas extras, encarnación del eslogan « Trabajar más para ganar más», y diversas rebajas fiscales, un paquete cuyo costo anual se estima en 11.000 millones de dólares. Con el plan, Sarkozy y su primer ministro, François Fillon, quieren crear «un shock de confianza» para relanzar el crecimiento de la economía.

Fue la nueva ministra de Economía, Finanzas y Empleo, Christine Lagarde, primera mujer en desempeñar esa cartera, la encargada de presentar el llamado proyecto de ley «en favor del trabajo, el empleo y el poder adquisitivo».

El proyecto, que el gobierno quiere hacer aprobar en la Asamblea nacional en la sesión extraordinaria de julio, supone un duro golpe a la ley de las 35 horas semanales de trabajo, que fue la reforma estrella del antiguo gobierno de izquierda (1997-2002).

La medida suprime para los asalariados los impuestos y las cargas sociales de las horas extras, que serán pagadas 25% más que las normales. Las empresas, por su parte, se beneficiarán de reducciones de las cargas patronales -mayores para las de menos de 20 empleados- para alentarlas a aumentar el número de horas extras.

Los sindicatos han denunciado la reforma y aseguran que se trata de una medida costosa para todos y que no reducirá el desempleo.

Un aspecto particularmente polémico de esta reforma es que compensa la caída de los ingresos fiscales que implicarán esas desgravaciones con una suba del Impuesto al Valor Agregado (IVA), llamado «IVA social», un tema que estuvo en buena medida detrás del retroceso conservador en los últimos comicios legislativos.

Pese a las críticas de la izquierda, Sarkozy aseguró que «experimentará» el IVA social en un sector económico aún no definido y que, si tiene éxito y no genera suba de precios, lo « generalizará». No intentarlo y «quedarse de brazos cruzados ante las deslocalizaciones (de empresas, que migran de Francia por los costos laborales) sería una falta económica, moral y política-», afirmó. El presidente trazó la hoja de ruta para los próximos meses ante los parlamentarios de su grupo político en un largo discurso después de presidir el primer Consejo de Ministros del segundo gobierno de Fillon.

Tal como hizo en su campaña, insistió una y otra vez en la rehabilitación del «valor trabajo»: «Todo lo que recompense el trabajo será elegido y se apartará todo lo que lo desvalorice».

La necesaria «revolución» de comportamientos y métodos exigirá «mucha valentía e imaginación», pero «es ahora o nunca», explicó el jefe de Estado, para quien Francia ya ha esperado demasiado para reformarse en el mundo cambiante de la globalización.

Tras señalar que uno de los problemas es que «no se trabaja bastante» y otro es el
insuficiente poder adquisitivo, se fijó el reto de «aumentar el poder adquisitivo sin aumentar el costo del trabajo», una condición para salir del círculo vicioso del «pesimismo, frustración y estancamiento» y entrar en el virtuoso del «optimismo, productividad y crecimiento».

El proyecto de ley de reformas aprobado ayer establece, por otra parte, un «escudo fiscal» por el que los impuestos directos y las retenciones sociales no podrán superar 50% de los ingresos, en lugar de 60% actual.

Los franceses más acomodados que pagan el Impuesto sobre la Fortuna (ISF) podrán reducir su factura fiscal en hasta 50.000 euros si invierten en pequeñas y medianas empresas o en organismos de interés general.

Para fomentar el acceso de los franceses a la propiedad de su vivienda, se prevé un crédito fiscal igual a 20% de los intereses del préstamo hipotecario para la compra de la residencia principal. Esa desgravación no podrá superar los 3.750 euros para un soltero y los 7.500 para una pareja. Por otra parte, el texto suprime del todo los cargos de sucesión para el viudo o viuda o pareja superviviente, y amplía la desgravación de donaciones a los nietos.

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