26 de enero 2016 - 14:38

Detroit: la ciudad abandonada que pelea por renacer

Crédito: Kevin Bauman
Crédito: Kevin Bauman
Por Ariel Basile (enviado a Detroit).-

Lo primero que se siente al llegar en enero a Detroit es frío. Un frío descomunal, de esos que calan los huesos, que corta la cara, que golpea por contraste con el clima atemporal del aeropuerto. Las temperaturas son de hasta 15 grados bajo cero y contra eso no hay escapatoria. Lo segundo, quizás exagerado por estas cuestiones meteorológicas, es que en la ciudad más grande del estado de Michigan y capital del condado de Wayne se asiste a un espectáculo de luces y sombras. De más sombras que luces. En verdad, hay huellas del viejo esplendor por debajo de la actual -y visible- decadencia, en una línea histórica marcada por los vaivenes y las decisiones de la industria automotriz, eje de la economía local.

Detroit es la cuna de los tres grandes fabricantes norteamericanos de coches: Ford, General Motors y Chrysler. Por eso, para esta época del año se rinde homenaje al sector con el Salón del Automóvil más importante de Estados Unidos. La orgullosamente obrera Motor City tuvo su época de gloria. Allá por los cincuenta, su población llegó a los dos millones de habitantes y fue una de las cinco ciudades más importantes del país. Hoy la situación es otra: su población no paro de caer hasta los 700 mil habitantes y tiene los peores índices en materia de desocupación, pobreza, criminalidad y analfabetismo. La estructura de la ciudad está pensada para aquellos dos millones. Por eso, los que migraron dejaron sus casas vacías... y las escuelas, y las iglesias. En ciertos barrios, Detroit es un pueblo fantasma. Para el visitante, una forma de espiar debajo de la alfombra del gran sueño americano.

Pero, en medio del declive, que incluyó una bancarrota en 2013 con la mayor cesación de pagos de una ciudad estadounidense (u$s 20 mil millones), Detroit parece empezar a revivir. Tibiamente, y aunque las ambiciones son más modestas que recuperar la vieja grandeza, se palpan mejoras respecto a los años anteriores.

La caída

"Los cambios en las políticas comerciales permitieron a los competidores extranjeros hacerse un hueco en la industria automotriz estadounidense. Los fabricantes locales fueron perezosos, perdieron cuota de mercado y beneficios. Eso llevó a la pérdida de empleos. La ciudad de Detroit fue la más afectada y su población siguió disminuyendo, mientras que la delincuencia aumentó rápidamente. Decenas de miles de casas, departamentos, tiendas, escuelas, fábricas, iglesias e instituciones abandonadas son la evidencia más visible. El distrito comercial del centro de rascacielos quedó vacío. La mitad de los ciudadanos viven en la pobreza. Por el contrario, hubo un crecimiento en los suburbios circundantes que abarca desde la clase media acomodada hasta ricos", dijo a ámbito.com Lowell Boileau, reconocido artista y conferencista local, creador además de uno de los sitios web más importantes de la ciudad, DetroitYes.com.

El proceso lo contó ya en 1989 un nacido en Michigan, el documentalista Michael Moore en el film "Roger & Me", donde persigue al CEO de General Motors para que le explique por qué dejó sin trabajo a 30 mil personas de Flint, su ciudad natal, por la relocalización de once fábricas en México. Esto derivó en la expulsión de habitantes de sus viviendas por no pagar los impuestos, quienes se sumaron a los que partieron en busca de una salida laboral. Un éxodo masivo donde, según investigó Moore, la población de ratas llegó a superar a la de personas. El mismo presidente Ronald Reagan llegó hasta "la peor localidad del país" para ofrecer empleo en el sur, en Texas o la Florida.

Kevin Bauman es fotógrafo: "Empecé a retratar el abandono en Detroit a mediados de los años 90 como una salida creativa, y como una forma de satisfacer mi curiosidad con el estado de mi ciudad natal". Su proyecto "100 casas abandonadas" es una de las expresiones artísticas que fueron surgiendo sobre la caída de una urbe donde funciona menos de la mitad del alumbrado público. Su obra, de estilo documentalista, abarca apenas una parte de las ochenta mil casas abandonadas, que ocupan alrededor de 70 kilómetros cuadrados. En diálogo con este medio, Bauman aseguró: "La ciudad, en su conjunto, sigue luchando con altas tasas de desempleo, de pobreza, de delincuencia, y con un descenso de la población. En algunas zonas, las casas vacías son derribadas, mientras que en otras áreas se mantienen entre las casas habitadas. Hay áreas en las que ha comenzado la agricultura urbana, y otras están siendo reconstruidas con nuevas viviendas". Y agregó: "A la ciudad le gustaría tirarlas abajo o venderlas, pero no hay suficiente dinero o suficientes compradores, por lo que muchas de las casas abandonadas quedarán en ese estado". El mayor problema es que las propiedades son despojadas de cualquier objeto de mínimo valor, y finalmente son incendiadas por pirómanos. Las llamas y las autobombas se convirtieron en una imagen naturalizada en este rincón del mundo, en especial en décadas anteriores. En algunos casos, el fuego arrasaba a pedido de los propietarios, a la espera de cobrar un seguro y marcharse, por fin.

El golpe de gracia para la ciudad de Robocop (a quien los ciudadanos propusieron hacerle un monumento, en un acto del más puro sarcasmo) llegó en 2013, cuando en julio se declaró la bancarrota con una cesación de pagos de u$s 20.000 millones, producto del pozo de la crisis de 2008 y de la migración de las clases medias y altas de la ciudad hacia los suburbios: éstos dejaron de tributar a la ciudad. A esto se sumó que un exalcalde, Kwame Kilpatrick, fue tras las rejas por delitos de corrupción.
"La quiebra marcó el final de un largo descenso. No era demasiado inesperado, pero recortaron beneficios a trabajadores de la ciudad y a los jubilados", explicó Bauman. "Hubo alivio porque la bancarrota desahogó a la ciudad y despejó las incertidumbres. Ahora hay un frente unificado para restaurar la ciudad de Detroit", señaló Boileau.

Renacer

Caminar por Detroit sigue siendo igual de desolador que antes de la quiebra. No se ve en la calle más que algún vagabundo perdido. La ciudad tampoco está pensada para recorrerla a pie: casi no hay locales a la calle y la vida allí parece circunscribirse a traslados en auto por una red de autopistas interconectadas para ir de casa al trabajo, o al hipermercado, o al shopping. El espectáculo puede verse desde arriba por su sistema de transporte urbano más masivo, aunque apenas viaja un puñado de personas por vagón: el People Mover, un tren de altura de una sola dirección y catorce estaciones que recorre la ciudad en círculo (es decir, para ir dos estaciones hacia atrás, las opciones son caminar o tomarse el tren y esperar que avance doce estaciones mientras pega la vuelta).

El cambio que sí es observable pasa por una disminución drástica de los edificios en estado de abandono. Menos yuyos que salen desde las ventanas, menos vidrios rotos, menos escombros de incendios. Inclusive, este año no se vieron protestas por despidos en la puerta del Salón del Automóvil como sí los hubo en años anteriores. Estados Unidos marcó un récord de venta de autos en 2015 (más de 17 millones de unidades patentadas). Y cuando a las automotrices les va bien, hay empleo y Detroit crece.

Pero además hay otros factores. "El multimillonario Dan Gilbert. Él movió su compañía de 10.000 trabajadores al centro de Detroit y ha comprado ya más de 70 edificios", subrayó Lowell Boileau. ¿Quién es Dan Gilbert? Es el propietario de Quicken Loans, la segunda mayor entidad de préstamos hipotecarios de Estados Unidos. Su fortuna es de u$s 4.200 millones y también es dueño de Cleveland Cavaliers, el equipo de la NBA. Gilbert es uno de los principales financistas de la reactivación de Detroit. Además de trasladar a sus empleados y restaurar edificios, instó a otras compañías a que hicieran lo mismo con un buen resultado. Gilbert, exestudiante de las universidades de Michigan y de Wayne, también levantó centros de esparcimiento para sus empleados. Por primera vez, el número de trabajadores en la ciudad está en ascenso, y la proyección es que continúe en esa senda. El objetivo es triple: adquirir propiedades a bajo costo, prosperar aún más en sus negocios y ayudar en la reconstrucción de Detroit.

"Varios rascacielos hermosos que estaban en ruinas han sido o están siendo restaurados. Todas las propiedades de alquiler se toman y los desarrolladores se apresuran a llenar la enorme demanda. Detroit está siendo citado como un 'comeback' en todo el mundo", apuntó Boileau, quien no obstante manifestó que los problemas en los barrios continúan y que la recuperación completa sigue siendo lejana.

"Detroit seguirá cambiando. A corto plazo las buenas zonas seguirán en ascenso, y ya parecen estar en condiciones mucho mejores que en cualquier momento de las últimas décadas", manifestó Kevin Bauman. E hizo referencia a las subastas que se organiza a nivel municipal para adjudicar propiedades: se acercan vecinos a comprar lotes vacíos por escasos u$s 100 y de paso ayudan a mantener la ciudad. Si bien parece poco adquirir un lote ese monto, se recuerda que para 2008, en plena crisis, había propiedades que se vendían por menos de u$s 1, como una lata de gaseosa. Otro plan del gobierno apunta a demoler los edificios abandonados para mejorar el aspecto de la Motor City. "El progreso está sucediendo y se anuncian nuevos desarrollos casi a diario. He estado en Detroit desde la década de 1960 antes de su plena decadencia. La situación actual es la más optimista desde aquellos días", dijo Boileau. Bauman, por su parte, también hizo mención a los jóvenes "que ven Detroit como un lugar de oportunidades".

La ciudad empieza, como otras metrópolis del mundo, a ser parte de movidas de street art. La colección del Instituto de Arte, que llegó a estar a punto de venderse para saldar deudas, también quedó a salvo: están los imponentes murales industriales de Diego Rivera de la década de 1930 que realzan a los obreros de las automotrices. La música también vuelve a sonar: Rock City es otro de los motes de la ciudad gracias a una canción de Kiss y a una película de 1999 que retoman esta tradición. Y otra forma artística más curiosa se da entre aquellos que compran casas abandonadas por pocos dólares para transformarlas en muestras permanentes. Ejemplos, Lisa Waud, una florista que decoró una vivienda de quince habitaciones en ruinas con cien mil flores, o el Heidelberg Proyect, donde se decoran casas con objetos como muñecos de peluche y que también sufrió ataques de pirómanos.

En esos casos está lo simbólico y, quizás, la esperanza de Detroit: reanimar sus restos, crear sobre lo que alguna vez fue.

Dejá tu comentario

Te puede interesar