Berlín - El incidente diplomático con Ucrania provocado por las declaraciones del sábado de quien era el jefe de la Armada alemana, vicealmirante Kay-Achim Schönbach –que debió renunciar–, puso en aprietos al gobierno de Olaf Scholz quien, desde su llegada al poder, ha tenido dificultades para convencer sobre su voluntad de mantenerse firme con Rusia.
El conflicto enreda a Alemania y cuestiona el liderazgo de Scholz
Unas declaraciones comprensivas para con el Gobierno ruso provocaron la caída del comandante de la Armada, vicealmirante Kay-Achim Schönbach. El canciller, en tanto, se niega a enviar armas a Ucrania y se muestra ambiguo sobre un ambicioso gasoducto.
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Un episodio que Berlín habría querido evitar: al calificar de “sinsentido” la idea de que Rusia podría invadir Ucrania y considerar que Vladímir Putin “probablemente merece” respeto, el exjefe militar desató una gran agitación.
“Es fácil darle (a Putin) el respeto que quiere y que probablemente merece”, había afirmado el vicealmirante. También que península de Crimea, anexada por Rusia en 2014, “se ha ido y no volverá” a estar bajo la soberanía de Ucrania.
Pese a su destitución forzada el mismo sábado a la noche, 24 horas después de difundirse tales declaraciones realizadas en India, la irritación de Kiev continuaba siendo ayer muy fuerte. Esta también se alimenta de la persistencia de Alemania en no brindarle armas.
Negativa
En tanto los occidentales llevan semanas inquietos por el riesgo de una invasión rusa a Ucrania, y Estados Unidos, Reino Unido y los países bálticos anunciaran el envío de armas a este país, Berlín considera que esta forma de apoyo solamente exacerbaría las tensiones.
“La única política pertinente es permitirnos defendernos”, replicó ayer, en entrevista con el diario alemán Welt am Sonntag, el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, volviendo a mencionar su “decepción” por la posición alemana.
A comienzos de esta semana, había recibido en Kiev a la jefa de la diplomacia alemana, la ecologista Annalena Baerbock, quien le aseguró que su país haría “todo lo posible para garantizar la seguridad de Ucrania”.
La misma intransigencia que ha mostrado el canciller socialdemócrata Scholz, quien no cesa de repetir que cualquier agresión rusa a Ucrania tendrá un “elevado costo” para Moscú, como repitió en una entrevista publicada este domingo por el Süddeutsche Zeitung, en la que, no obstante, hace también un llamado a la “prudencia”.
Fluctuaciones
No obstante, “hasta ahora, el canciller se ha limitado al mínimo sobre la crisis ruso-ucraniana: declaraciones muy breves, estereotipadas y, solamente respondiendo a preguntas”, tuiteó el sábado Ulrich Speck, experto de la oficina en Berlín del German Marshall Fund (GMF).
Desde diciembre, con la toma de funciones del sucesor de Angela Merkel, que gobierna en coalición con ecologistas y liberales, “reina la confusión respecto a quién determina el rumbo de la política alemana hacia Rusia: ¿la cancillería en manos del Partido Socialdemócrata (SPD) o el Ministerio de Exteriores dirigido por los Verdes?”, se preguntó en un artículo la investigadora Jana Puglierin, de la rama berlinesa del centro de reflexión ECFR (European Council on Foreign Relations).
Los socialdemócratas se muestran particularmente divididos, como lo demuestran las prórrogas a la puesta en funcionamiento del controvertido gasoducto Nord Stream 2 (NS2).
A mediados de enero, el ministro de Defensa alemán (del SPD) consideró que la decisión respecto a la puesta en marcha de este gasoducto entre Rusia y Alemania debería quedar fuera del asunto ucraniano.
Voces
Otro socialdemócrata Michael Roth, exsecretario de Estado para Asuntos Europeos, en cambio, pensaba que Alemania debería desaprobar al NS2 en caso de una agresión rusa a Ucrania.
“El resultado fue una cacofonía que daba la impresión de que Berlín carecía de liderazgo”, señala Puglierin.
El propio Scholz ha cultivado la ambigüedad al mencionar al NS2 como “un proyecto privado”.
Dejó clara su posición recién la semana pasada, al decir que se ceñirá al acuerdo germano-estadounidense sobre el gasoducto firmado durante el verano (boreal), que prevé sanciones contra Rusia si “utiliza la energía como arma o comete actos de agresión contra Ucrania”.
“Las tergiversaciones alemanas constituyen un peligro para la estrategia occidental”, se inquietó el semanario Spiegel, en tanto Die Zeit rememoró la nostalgia que para muchos miembros del SPD tiene la palabra “Rusia”, por la “Ostpolitik”, o sea, el acercamiento a Moscú comenzado por el canciller Willy Brandt en los años 1970, privilegiando al diálogo.
La conservadora Merkel, por su parte, también se preocupó en sus 16 años de mandato en mantener buenas relaciones con Moscú, eludiendo las disputas geopolíticas por los intereses económicos entre ambos países.
Alemania “ha visto los actos del Kremlin de una manera crítica, pero al mismo tiempo pasiva en las últimas tres décadas”, afirman en una carta publicada por die Zeit 73 expertos sobre Europa del Este y en seguridad, abogando porque Berlín ponga fin a su indulgencia y “corrija” el trato especial brindado a Rusia.
Agencia AFP
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