Evo cumple un año entre socialismo y crispación política
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La medida significó un fuerte encontronazo con Brasil, país con el que Bolivia aún negocia una suba del precio del gas, y su compañía Petrobras, la principal empresa inversora en Bolivia.
Además, Morales puso en marcha una Asamblea Constituyente con la intención de «refundar» Bolivia, la cual todavía no registró casi ningún avance desde su instalación en agosto.
El empantanamiento de ese cuerpo se explicaen la intención oficialista de que el texto sea aprobado sólo con mayoría simple, a contramano de la Constitución actual y de la ley de convocatoria a la reforma, que establecen los dos tercios, de los que el MAS carece.
Morales, que ratificó a su gabinete para su segundo año de mandato, insiste en que la Constituyente es «originaria» y está por encima de todos los poderes constituidos, lo que podría llevar a un cierre de Congreso.
Un tercer foco de conflicto está dado por la pretensión de los principales departamentos (provincias) del país -Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando-de terminar con el centralismo del Estado unitario boliviano, para lo que reclaman un régimen autonómico que les dé mayor injerencia en el manejo de sus recursos.
Esto es rechazado por Morales, que califica esas movidas -impulsadas sobre todo por el rico departamento de Santa Cruz- como separatistas alentadas por las «oligarquías» regionales.
En este marco, movimientos indígenas de extrema izquierda aliados de Morales han sobrepasado incluso la voluntad del gobierno, movilizándose para exigir la renuncia de gobernadores como el de Cochabamba, Manfred Reyes Villa. Hoy escalarán en sus presiones al hacer lo propio con Paredes, gobernador de La Paz.
Mientras, Morales festeja, en su política exterior, haber creado un clima de confianza con Chile para discutir la obtención para Bolivia de una salida al Pacífico y su alineamiento con Venezuela, Cuba y ahora Ecuador.
Según una encuesta de Gallup Internacional, la popularidad del mandatario bajó desde 77% registrado al inicio de su gobierno hasta 59%, lo que se explica fundamentalmente por el desagrado de la clase media que lo respaldó inicialmente.
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