21 de marzo 2019 - 19:23

Un alivio político frágil para Bolsonaro y una amenaza a la reforma previsional

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La prisión preventiva dictada contra Michel Temer solo puede sorprender por su “timing”. Mucho se habló de su involucramiento en hechos de corrupción antes y después de que contribuyera a la destitución de Dilma Rousseff, algo que ahora, irónicamente, lo aleja de la luz de sol tanto como lo está su enemigo Luiz Inácio Lula da Silva. ¿Podría haberse esperado algo diferente de un hombre tan imbricado en los pliegues del poder brasileño de las últimas décadas, con todo lo que ello implica? Como sea, si de oportunidad se trata, el mercado financiero de San Pablo dio ayer su veredicto: la caída de 1,34% de la bolsa, hasta los 96.729 puntos, y la del real, 0,9% a 3,80 por dólar, expresaron el temor a que el caso empantane la reforma previsional.

“Ya dije lo mismo cuando fue la prisión del (ex) presidente Lula: esto es algo muy malo para el país”, dijo el vicepresidente, general retirado Hamilton Mourão. Para él, uno de los voceros de la poderosa ala militar del Gobierno, la noticia genera “ruido”.

Algunos análisis giraron en Brasil en torno de la idea de que el arresto resulta un salvavidas político para Jair Bolsonaro. La noción de que el sistema está podrido sin remedio, la que explica en buena medida su elección, tiende a extender el plazo de la paciencia de la población.

En ese sentido, la cárcel para Temer llega justo a tiempo. Según la última encuesta de Ibope, la evaluación positiva de la gestión del presidente cayó desde el 49% del 1 de enero, cuando asumió, a un magro 34%, el peor registro a esta altura de un mandato desde el regreso de la democracia en 1985.

“Como el presidente, hasta ahora, se niega a hacer el juego del presidencialismo de coalición, es decir un amplio, general e irrestricto loteo de cargos y fondos públicos a los miembros de la base aliada en el Congreso, el gran pilar de sustentación del Gobierno sigue siendo su popularidad”, le dijo a Ámbito Financiero desde Brasilia el analista político Paulo Kramer.

“Si su popularidad declina, los parlamentarios se sienten menos ‘estimulados’ a aprobar reformas indispensables, aunque impopulares a corto plazo y que son bombardeadas por poderosas corporaciones que detentan jubilaciones muy superiores al promedio”, añadió.

“La ventana de oportunidad se está cerrando”, advirtió el analista.

La imagen del mandatario viene golpeada por varios factores, entre los que se destacan las denuncias de manejo oscuro de fondos públicos y de cercanía con milicias parapoliciales de uno de sus hijos, Flávio. Pero, además, en el Congreso gana terreno la idea de que la articulación con el Poder Ejecutivo es ineficaz por haber quedado en manos de operadores sin experiencia.

En ese sentido llaman la atención los cortocircuitos recientes entre el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, y el ministro estrella del gabinete, el titular de Justicia, Sérgio Moro, cuyo paquete anticorrupción corre el riesgo de quedar frenado.

El caso de Maia, un político poderoso que heredó una estructura de poder intrincada, es paradigmático. Uno de los detenidos de ayer es Moreira Franco, exministro y uno de los hombres más importantes de la estructura temerista. Y está casado con la suegra de Maia.

Más: Moreira Franco pertenece al Movimiento Democrático Brasileño (MDB), un partido ligado a todos los enjuagues del poder, que pese al revés de los últimos comicios conserva 34 diputados y 11 senadores clave para llegar a los tres quintos de cada cámara que requieren enmiendas constitucionales como al reforma previsional.

El sistema jubilatorio brasileño es la principal causa del déficit fiscal del país. Es, además, uno de los más generosos del mundo, ya que no establece una edad mínima de retiro, la que surge de complejas fórmulas vinculadas a los años de aportes, lo que en no pocas ocasiones permite que personas de 55 años accedan al beneficio. Si su reforma es compleja debido a que toca intereses como los de los poderosos empleados públicos y los de las fuerzas de seguridad, el “ruido” que provoca en el Congreso la caída en desgracia de Temer tiende a complicar más las cosas.

Para peor, el propio Gobierno tiene sus límites en la cuestión. Si las Fuerzas Armadas son uno de sus pilares, tocar sus intereses en la materia también es arriesgado. Así, no sorprende que el capítulo militar de la reforma venga acompañado por una recomposición salarial que reduciría el ahorro de esa caja de los previstos 97.300 millones de reales (25.600 millones de dólares) en los próximos diez años a apenas 10.450 millones (2.750 millones de dólares).

De Bolsonaro, el mercado financiero no espera ni restauración conservadora, ni valores familiares ni una purga de izquierdistas. Para aquel, su misión histórica es lograr la siempre esquiva reforma previsional. De ese resultado dependerá que le suba o le baje el pulgar.

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