Caracas - Al son de baterías de samba y una pegajosa melodía, la candidata opositora venezolana Mirlenys Palacios hizo campaña con decenas de simpatizantes en las estrechas calles de un barrio de Caracas, algo impensable en los últimos años.
La oposición de Venezuela vuelve a las urnas tras cuatro años ausente
El antichavismo se había abstenido de participar en las convocatorias previas argumentando falta de garantías democráticas. Los comicios serán observados por representantes de la Unión Europea.
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La oposición de Venezuela se ha abstenido de acudir a las urnas en la nación sudamericana durante los últimos cuatro años, argumentando la imposibilidad de una votación justa por la manipulación de votos, la prohibición de candidaturas y la intimidación por parte de grupos de choques leales al presidente Nicolás Maduro, conocidas como colectivos.
Pero ante el fracaso de las sanciones estadounidenses que buscaban sacar del poder a Maduro y la presencia de observadores electorales de la Unión Europea, los principales partidos políticos de la oposición han decidido volver a las urnas. En las elecciones del 21 de noviembre, en las que participarán unos 21 millones de votantes registrados, se elegirán 3.082 cargos entre gobernadores, alcaldes y concejos municipales.
El Guarataro, una comunidad en el oeste de la capital, ha sido considerada un bastión del partido gobernante. Por años los barriadas de Caracas fueron feudos del fallecido expresidente Hugo Chávez y de Maduro. En esa zona, Palacios, una activista de 50 años que postula al cargo de concejal en Caracas y otros candidatos de la oposición no encontraron resistencia de partidarios de Maduro.
La popularidad del oficialismo se ha visto erosionada por años de hiperinflación, corrupción y colapso económico, agravados por las sanciones estadounidenses.
Después de no participar en las elecciones presidenciales de 2018 y en las parlamentarias de 2020 argumentando la falta de garantías en las elecciones, los principales partidos de oposición, que arrasaron en las legislativas de 2015, han nominado candidatos a estos comicios regionales.
Pero el mayor acceso de la oposición no garantiza su victoria. Su liderazgo está profundamente dividido, 3 de los 4 principales partidos opositores presionaron para acudir a los comicios, mientras que otras organizaciones pequeñas insisten en que no hay garantías de una elección imparcial.
Los partidos de oposición de Venezuela han visto su influencia política restringida por el gobierno de Maduro, que en 2017 creó una Asamblea rival controlada por el gobierno para “restaurar la paz” después de meses de protestas.
La oposición, que estuvo en las elecciones regionales de 2017, luego descartó su participación en la votación presidencial de 2018 y en las parlamentarias de 2020.
Ahora la presencia de observadores electorales de la Unión Europea, por primera vez en 15 años, habría contribuido a reducir las tensiones políticas, dijo Andrés Caleca, analista político y expresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE).
“Eso explica, por ejemplo que Guanipa se meta en un barrio o en cualquier otro, y no aparezcann los colectivos”, dijo Caleca. ¿Dónde están los colectivos? Escondidos. Escondidos porque hay una misión de observación internacional”, agregó.
Entre las organizaciones políticas que estarán en las elecciones del domingo se encuentra Voluntad Popular, el partido del opositor Juan Guaidó, quien es reconocido como el líder legítimo de Venezuela por Washington y varios aliados occidentales que cuestionan la reelección de Maduro en 2018. Maduro dice que Guaidó es un “títere” de EE.UU. Algunos opositores estiman que la libertad que se le está dando a la oposición para hacer campaña es parte de una estrategia del gobierno para reducir deliberadamente las tensiones políticas y así desalentar la participación.
El gobierno “está jugando a un arrope publicitario. Que no haya el ambiente electoral (de antes), quiere la abstención”, dijo Henrique Capriles, excandidato presidencial de la oposición, durante un recorrido en el central estado Miranda, donde acompañaba a candidatos opositores. En elecciones anteriores, como la votación legislativa de 2015, la alta participación condujo a avances de la oposición. Datanálisis, una consultora local, estimó en octubre que si la abstención supera el 55%, el partido gobernante ganaría 18 de las 23 gobernaciones estatales.
Las fracturas internas de los partidos se intensificaron en los últimos meses precisamente por si debían asistir o no a la jornada electoral. Esas divisiones son un talón de Aquiles para ganar más allá de las cuatro gobernaciones, de las 23 en disputa, que obtuvo en 2017. Muchos opositores buscan motivar la participación en los futuros comicios. “Lo que más daño puede hacer es la dispersión del voto opositor”, dijo Capriles.
Lo mínimo para la oposición sería conseguir el mismo número de gobernaciones, cuatro, “pero no veo en ninguna parte un triunfo rotundo” de ellos, señaló Caleca.
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