6 de abril 2005 - 00:00

Una marea humana que supera lo controlable

Ciudad del Vaticano (EFE) -La gente acude masivamente a la Basílica de San Pedro para dar su último adiós a Juan Pablo II, para lo que no duda en esperar, en medio del fervor, la expectación, el cansancio y las lipotimias.

Aunque la temperatura en Roma no es muy calurosa, sino que es incluso fresca por la mañana y a la puesta de sol, la gente que se mete en la Via della Conciliazione (la calle que une Roma con el Vaticano), queda encajonada durante al menos doce horas entre dos hileras de vallas, por las que pasa una masa compacta.

Los servicios de asistencia facilitan ayuda a todo aquel que lo solicita desde la fila, y el fuerte dispositivo de seguridad no pone impedimentos para que las personas que necesiten hacer sus necesidades salgan de la fila y acudan a cualquiera de las decenas de baños portátiles instalados en las proximidades de la Plaza San Pedro.

• Sacrificio por devoción

Sin embargo, a veces sucede lo inevitable y se producen lipotimias y desmayos, tanto en personas jóvenes como de edad avanzada, que no pueden soportar la larga espera, que en algunos casos se han atrevido a hacer casi sin comer.

Otras personas han acudido hasta Roma casi con lo puesto, como es el caso de unos muchachos de Oviedo, que provistos sólo de una mochila y dos sacos de dormir se han presentado a las puertas del Vaticano para dar su adiós a Juan Pablo II.

«Vinimos
anoche, en el primer avión que nos trajo a Roma, y hemos dormido en la calle», dijeron los jóvenes, quienes recalcaron que han hecho este sacrificio «por devoción», pues «algo tendría este hombre para convocarnos a todos del modo en que lo ha hecho». Vista desde una cierta altura, la imagen de la fila de gente impresiona, pues es una masa compacta, que arranca en Castel Sant'Angelo, y en las calles aledañas a la Via della Conciliazione, donde se concentran tras ser reconducidos por los servicios de seguridad.

Una vez agrupados y, por así decirlo, encarrilados, los fieles avanzan por la Via della Conciliazione, una calle de aproximadamente un kilómetro de largo hasta desembocar en la Plaza San Pedro, donde tras una nueva espera encaran el último tramo del recorrido, que los llevará por fin a la Basílica de San Pedro.

• Sistema original

Una vez dentro del más importante templo de la cristiandad, los fieles apenas disponen de unos segundos para testimoniar su homenaje al difunto Papa, ante el que no pueden detenerse bajo ningún concepto para evitar ralentizar un flujo de gente de por sí ya bastante lento.

Como los periodistas que cubren el recorrido de los fieles a veces no saben qué o a quién preguntar, visto que las respuestas son casi siempre idénticas por diferentes que sean los interpelados, algunos medios -en particular algunas cadenas de televisión-han decidido recurrir a un original sistema.

Dicho sistema consiste en colocar un cartel sobre la cámara en el que se indica que se requiere a personas de la nacionalidad especificada en el texto.

Así, se ha podido ver reclamos tan pintorescos como: «Se buscan australianos» o, alguno que hilaba mucho más fino: «Se busca a gente de la ciudad de Pittsburgh», lo que hace suponer que se trataba de una cadena de televisión muy local.

Al final, cada uno saca sus propias conclusiones sobre el porqué de la visita, pero quizá una de las definiciones más acertadas o, cuando menos, más amplias, la dio un religioso, ayudante de un cardenal norteamericano que asiste al cónclave que elegirá al sucesor de Juan Pablo II.

«La
gente ha venido por solidaridad humana y por sentimiento religioso; el Papa le atraía a todo el mundo», dijo el religioso, quien, por otra parte, recordó que, por primera vez en la historia, un presidente de EE.UU. va a asistir a las exequias de un pontífice.

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