Murió María Kodama, polémica protagonista de la vida cultural

La viuda y heredera universal de Jorge Luis Borges tenía 86 años. Acababa de publicar un libro sobre Rosas.

María Kodama. La viuda y heredera de Borges murió ayer a los 86 años.

María Kodama. La viuda y heredera de Borges murió ayer a los 86 años.

A los 86 años, la misma edad que tenía Borges cuando murió en Ginebra en junio de 1986, falleció ayer en Buenos Aires su viuda y heredera universal de su obra, María Kodama. Aunque ella ya sabía quién la sucederá con el legado, jamás hizo público su nombre. También sabía de su irremisible cáncer de mama, que ocultó celosamente. El vínculo de Kodama con el autor de “El Aleph” produjo en su momento, y luego a lo largo de los años, un cisma aun mayor al que generó la relación de John Lennon con Yoko Ono, a quien medio mundo responsabilizó de la separación de Los Beatles.

Los juicios en materia de derechos de autor -y de otras especies- fueron moneda corriente hasta no hace demasiado. Borges, posiblemente ajeno a varios de los primeros choques, había encontrado en Kodama a la mujer ideal, la compañera perfecta, la discípula que lo admiraba y que fue su brazo y sus ojos en los viajes que realizaron por el mundo durante el último tramo de la vida del escritor. Algunos de ellos quedaron reflejados en el libro “Atlas”, que publicaron en conjunto, al igual que algunas traducciones.

María Kodama indudablemente fue una mujer audaz. No sólo por la misión que llevó a cabo en la defensa de los intereses de la obra de Borges -con justicia y a veces sin ella, porque fueron varios los fallos en su contra a los que debió resignarse en los tribunales-. El último desafío fue la publicación, hace dos meses, del libro “La divisa punzó”, que dedicó a uno de los hombres más odiados por su esposo, el caudillo Juan Manuel de Rosas (familiar lejano de Borges), de quien ella se declaraba admiradora, y que presentó en el Centro Cultural Kirchner.

En 2010, año en que la Argentina fue huésped de honor en la Feria del Libro de Frankfurt, Kodama motorizó el “pase del siglo”: le quitó la obra de Borges a Emecé, su editorial histórica, para cedérsela a la rival Editorial Sudamericana. Desde luego, en aquel momento ya no existían, como tales, ni una ni la otra, porque el universo editorial había cambiado tanto como el de los medios audiovisuales: ni Emecé era ya la casa amiga dirigida por Carlos Frías, sino que había pasado a pertenecer, sólo de nombre, al Grupo Editorial Planeta, ni Sudamericana era más la legendaria editorial del exiliado catalán Don Antonio López Llausás desde que fue comprada, también nominalmente, por otro grupo multinacional, Bertelsmann, antes de que todos los sellos se vendieran a su vez a Penguin. Aquel pase, valuado en varios millones de dólares, fue una de las noticias más resonantes de Frankfurt 2010 y del mundo literario en general.

Pero, así como Kodama fue la más fiel legataria del mandato de Borges, se convirtió también en la temible cancerbera que no quería compartirlo con nadie. Los ejemplos sobran: en 1985, el periodista Osvaldo Ferrari le hizo una serie de entrevistas radiales a Borges en la entonces Radio Municipal, que fueron saliendo en el diario Tiempo Argentino y que más tarde editó en forma de libro. Borges le cedió a Ferrari los derechos de esos diálogos, pero su viuda lo llevó a juicio tras la muerte de su marido. El fallo le fue adverso a ella y hoy esos diálogos, para mayor paradoja, salieron hasta en japonés.

En 2011, llevó a la Justicia al argentino Pablo Katchadjian por el libro “El Aleph engordado”, publicado por la editorial independiente IAP. El juicio fue largo y desgastante, pero en 2017 la Justicia sobreseyó a Katchadjian: Kodama no sólo perdió el litigio sino que el autor, un desconocido antes del juicio, ganó una gran fama.

Pero ni Ferrari ni Katchadjian fueron los únicos blancos del celo de Kodama. En Francia también entabló querella contra la editorial Gallimard, a la cual le impidió reeditar sus Obras Completas en francés porque adujo que había errores y pidió la no participación del editor original, Jean-Pierre Bernès, con quien estaba enfrentada. En cambio, todos le dieron la razón a ella cuando impidió una edición homenaje en México, ya que la famosa autora Elena Poniatowska había incluido, increíblemente, el poema “Instantes”, una vulgaridad que alguna vez alguien le atribuyó al autor de “Pierre Menard” en las redes sociales, y que desde entonces se “viralizó”.

Hace una década, en una entrevista concedida a la revista Orsai, Kodama también acusó de “traidor” al mejor amigo de su esposo, Adolfo Bioy Casares, por haber autorizado la publicación de sus diarios privados. “Un amigo abre su alma con vos, según tengo entendido, eso es lo que hace a una amistad”, dijo entonces. “Y cuando tu amigo se va, no podés escribir todo lo que tu amigo dijo, sabiendo que vas a quemarlo con media humanidad, y sabiendo muy bien que querés que eso se publique después de que vos mueras, y de que él muera. Ya eso es sospechoso. Ahora bien, conociéndolo a Bioy, ¿él escribía lo que realmente Borges le decía, o ponía en boca de Borges lo que él no se animaba a decir de sus colegas? ¿Sabés cuál era el epíteto con que Borges se refería a Bioy? Cobarde”.

Otro enfrentamiento que produjo rechazo en gran parte de la sociedad fue el que tuvo con Fanny, la mucama de Borges durante casi 40 años, a quien despidió el mismo día de la muerte del autor y acusó de haber robado documentación perteneciente a Borges. Fanny murió en la pobreza.

A lo largo de su larga y desdichada vida sentimental, dominada por una madre terrible, Borges se enamoró de muchas mujeres. Su gran amor fue Estela Canto, pero como ella (comunista y librepensadora) lo impulsó a intimar de inmediato, él se retrajo. Kodama, a quien conoció como discípula, fue la única que le proporcionó la felicidad de estudiar juntos el anglosajón y el islandés antiguo, además de viajar por medio mundo; la amó de otra forma. Sólo él supo cómo. Kodama había nacido en Buenos Aires el 10 de marzo de 1937, hija de María Antonia Schweizer, de ascendencia suizo-alemana, inglesa y española, y del químico japonés Yosaburo Kodama. Su diploma como licenciada en Letras lo obtuvo tardíamente, en 1980. La última materia que rindió fue justamente Literatura Inglesa, y Borges asistió al examen, como mero espectador. Se casaron recién en abril de 1986, dos meses antes de la muerte de Borges, en Paraguay, porque aún no estaba formalizada la ley de divorcio y el escritor seguía casado con Elsa Astete, con quien lo había obligado a casarse su madre en los años 60, matrimonio que no superó un mes y medio.

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