18 de diciembre 2025 - 11:54

La serie de Netflix que está a medio camino entre "Big little lies" y "Desperate housewives"

Esta serie adictiva está atravesada por el conservadurismo con personajes en apariencia devotos al catolicismo y que muestran su lado B en la intimidad, animándose a orgías en piscinas entre adultos y jóvenes.

Malin Akerman y Brittany Snow en The hunting wives.  

Malin Akerman y Brittany Snow en "The hunting wives".  

“The Hunting Wives” escala de a poco en las más vistas de Netflix y está a medio camino entre “Big Little lies” y “Desperate housewives”, pero con un puñado de personajes inmersos en la América profunda que es Texas. La traducción es "Esposas cazadoras", lo que sugiere un doble sentido: cazan animales pero tamibén maridos propios, ajenos y fortunas. Y hasta cazan hijos de amigas íntimas.

Con un asesinato a resolver que abre el primer capítulo y siembra el misterio a cuentagotas para develar primero a quién mataron y más tarde quién fue el asesino o asesina, la historia gira en torno a amas de casa ricas que pasan sus días entre tragos, caza de jabalíes, sexo y espiando el ojo de la cerradura a todo aquel que viva en ese pueblo chico e infierno grande.

Basada en la novela homónima de May Cobb, ofrece bellísimas locaciones y actores y actrices que son más lindos que lo que actúan, aunque el espectador se entrega a esta historia tan magnética y sensual como lejana ya que es una sociedad adicta a las armas de todo calibre, rifles y revólveres que todas las mujeres llevan en sus carteras, alegando que lo hacen para “defenderse de los inmigrantes”. En esa línea no falta la fe en la Iglesia, los jóvenes criados en torno a la castidad, la caza de jabalíes como hobby y otras tantas cuestiones ajenas a estas latitudes y de una idiosincrasia muy visitada por el cine norteamericano.

Está protagonizada por Brittany Snow, Malin Akerman, Evan Jonigkeit, Katie Lowes, George Ferrier, Dermot Mulroney, Jaime Ray Newman y Chrissy Metz (Kate de “This is us”, placer volver a verla). El personaje central que encarna Snow como Sophie O Neil sufre una transformación que por momentos cuesta creer, cuando llega totalmente escéptica a ese universo que critica y cuestiona pero pronto la cautiva y la convierte en otra persona. Interpreta a la esposa de un arquitecto a quien acompaña a este nuevo barrio por motivos laborales, junto con el hijo de ambos.

Marcada por una tragedia personal que la sumerge en la culpa, pasa de condenar la portación de armas y ser abstemia por motivos que no revelaremos a matar a un jabalí, llevar revolver en la cartera y entregarse al mundo del sexo, las drogas y el rock and roll.

No puede negarse que entretiene esta serie atravesada por el conservadurismo con personajes en apariencia devotos al catolicismo y que muestran su lado B en la intimidad animándose a orgías en piscinas entre adultos y jóvenes. También mantiene en vilo este giro de Sophie tras sucumbir a los encantos de Margo (Malin Akerman) la mujer del jefe de su marido y un hombre conservador en su discurso y rebelde en su intimidad,poderoso y que duda si postularse a Gobernador. La vida de Sophie da un giro cuando se sumerge de lleno en este universo de nuevas amistades hasta que se pierde en la obsesión, la seducción y el asesinato.

El resto de los personajes resultan algo estereotipados pero la serie es algo así como una lectura de verano que se devora en poco tiempo y acaso en unos días se olvide. Y reflexiona sobre las mujeres blancas liberales pueden ser seducidas por el conservadurismo. Pero se disfruta mientras se ve. Por momentos de tan ridículas que se vuelven algunas situaciones conforman un combo que resulta imposible dejar de ver, en el marco de diversión frívola y hot hecha a medida para caer en el binge watching, acaso lo único que se necesita para estar en plataformas y liderar ránkings.

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