22 de agosto 2025 - 12:26

Argentina sin trabajo: la informalidad devora empleos y los empleadores se hunden bajo la guillotina fiscal

La informalidad laboral golpea al 42% de los trabajadores. Jóvenes y mujeres, los más afectados. Un modelo que expulsa empleo formal y derechos.

Casi 11 millones de argentinos sobreviven sin aportes jubilatorios, sin cobertura de salud, sin licencia ni derechos básicos.

Casi 11 millones de argentinos sobreviven sin aportes jubilatorios, sin cobertura de salud, sin licencia ni derechos básicos.

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Argentina, en 2025, ya no es un terreno fértil. Es una geografía donde el empleo formal agoniza y el trabajo informal reina con pulso firme. La última Encuesta Permanente de Hogares del INDEC (EPH) reporta que la informalidad laboral alcanzó el 42% de la población ocupada en los 31 principales aglomerados urbanos al cierre del cuarto trimestre de2024.

Casi 11 millones de argentinos sobreviven sin aportes jubilatorios, sin cobertura de salud, sin licencia ni derechos básicos. Esto no es ajuste, es abandono.

Desde finales de 2023 hasta marzo de 2025, el empleo informal creció en 224 mil personas, mientras el empleo privado formal cayó en 115 mil, y el estatal en 50 mil.

Al mismo tiempo, la tasa de desempleo pasó del 6,4% a un preocupante 7,9%, algo no visto desde 2021. (para mi opinión, estamos en 10%)

La economía oficial presume una “recuperación”, bajó la inflación, logró superávit, pero el mercado laboral se parece más a un paciente en terapia intensiva que a una recuperación plena.

El sector empleador está cada vez más desesperado, sintiendo el peso de ARCA (en mi consultora recibimos un embargo por día de nuestros clientes).

El “milagro liberal” tiene un precio alto, medido en pérdidas salariales, empobrecimiento y desprotección generalizada.

Los privados formales apenas levantan 3,3% por encima de la inflación; el sector público sufre caídas de entre 15–17% en términos reales. Pero los trabajadores informales ganan hasta 41% menos que un equivalente formal, según Roxana Maurizio, del CONICET. Tener trabajo ya no es garantía de dignidad ni de posibilidad de proyectar futuro.

¿Y el hambre? Mientras se alivia la inflación, el 53% de los argentinos convive con la pobreza. Muchos rebuscan comida en tachos; otros aceptan trabajos sin redes de protección, solo para no pasar hambre. El dato es poesía triste: la estabilidad macro sigue dejando a los más vulnerables fuera de la trama nacional.

La informalidad se concentra en los jóvenes (casi el 60% de menores de 29 años están fuera del sistema formal) y en los cuentapropistas (más del 62% en informalidad).

El género no detiene el flagelo: las mujeres alcanzan un 43% de informalidad frente al 40,9% de los varones. Los sectores con más precariedad: el trabajo doméstico (80%) y la construcción (también cerca de 80%). El fenómeno es voraz, profundo, estructural.

¿Por qué sucede? Porque el modelo económico descarga con rigor sobre el empleo formal, tensando estructuras productivas que ya estaban frágiles.

¿Qué hacer?

  • Reactivar el empleo formal con beneficio e incentivo, no con imposición; créditos blandos, reducción temporal de cargas sociales para nuevas incorporaciones, y políticas sectoriales que amparen a los empleadores.
  • Regularizar el cuentapropismo: generar regímenes especiales que formalicen sin asfixiar; reconocimientos de aportes proporcionales, cobertura básica y transición ordenada.
  • Estadísticas como brújula: el nuevo informe del INDEC sobre informalidad es valioso; hay que fortalecerlo, transparentarlo, aprovecharlo para políticas certeras, no para simulacros.
  • Mirar al futuro sin perder el pasado: honrar la producción nacional, la dignidad del trabajo, la capacidad de proteger. Los pilares de una cultura nacional deben ser el empleo con derechos, no el salvataje del mercado a cualquier costo.

El futuro no espera: es ahora o nunca. Si no frenamos esta deriva, sin piedad ni conciencia, el empleo será un artefacto obsoleto, reemplazado por sobrevivencia informal. Argentina merece más. Merece dignidad laboral, crecimiento humano y democracia real. Como decía Benedetti, “hay que tener cuidado con los sueños”, pero también hay que soñar un país donde trabajar no sea una condena.

Abogado. Especialista en trabajo y empleo. Magister en empleo e innovación judicial. Diplomatura en IA aplicada a la gestión en entornos digitales, deja claro que el empleo está peor, la informalidad sube, los empleadores están contra las cuerdas, y ARCA pisa fuerte

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