5 de junio 2007 - 00:00

Auditoría: una oportunidad perdida

Apesar de ser la desinformación un tema del que se escucha con frecuencia, en general se toma conciencia de ésta cuando se la padece.

Recientemente, fui confirmante de un proyecto que tenía como propósitos 1) adecuar la Ley de Administración Financiera a la Constitución Nacional reformada, 2) incorporar las normas de auditoría adoptadas por los países más avanzados de la tierra para mejorar el control, 3) ampliar las facultades jurisdiccionales de la Auditoría General de la Nación y darles carácter legal a normas vigentes y en uso del reglamento de la Comisión Mixta Revisora de Cuentas y 4) reducir los mandatos de los auditores concordantes con los nuevos plazos constitucionales.

En el debate parlamentario es común que se formulen críticas, se propongan modificaciones o se presenten proyectos alternativos, se intenten consensos hasta llegar a un dictamen o a varios para que se pueda tratar en el plenario de la cámara respectiva. Incluso si las disidencias son muy profundas, seguramente el proyecto no prosperará.

Lo normal es que el debate se realice en el seno del Parlamento o las comisiones respectivas y que la prensa se haga eco de sus alternativas.

  • Proceso curioso

    Pero hemos vivido un proceso muy curioso, donde sin analizar su texto se lo intentó descalificar, apelando para ello a toda la superestructura de los intereses porteños, integrada por supuestos constitucionalistas asépticos, hasta instalar la idea de que desde el Congreso se quería avanzar sobre los órganos de control para coartarle su función.

    Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, y los muchos incautos que deambulan por esta tierra la aceptan y la repiten.

    Como este proyecto de ley en estudio, a nuestro juicio, es viable sólo si existe consenso que incluya a la mayoría de los sectores del Parlamento, por decisión de la bancada más numerosa, decidimos postergar sin plazo su tratamiento.

    Queda la sensación de una oportunidad perdida para avanzar en la tan declamada calidad institucional, pero a la hora de los hechos cada cual se aferra a pequeñas mezquindades, los gritos tapan las palabras, nadie escucha, se hacen oportunistas declaraciones para agradar algún medio y se muestra lo trivial de nuestra dirigencia. Parecería que la información se realiza para que nadie se entere de la verdad.
  • Dejá tu comentario

    Te puede interesar