El BCRA redujo encajes para que los bancos aumenten los préstamos a individuos y pymes, aceleró la expansión de la base monetaria para que el sistema bancario otorgue préstamos a tasas bajas para pagar sueldos, financiamiento de capital de trabajo y evitar la ruptura de la cadena de pagos, inyectó $350 mil millones en créditos para pagar sueldos y, no alcanza.
La solución pasa por centralizar los depósitos
Es necesaria una reingeniería radical de todo el sistema financiero, incluyendo la declaración oficial como "servicio público con actividad esencial".
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Es necesario otorgar a las pymes y las empresas de la economía popular créditos no reembolsables por alrededor de 2% del PBI.
Reingeniería del sistema financiero
Esta calamidad no se resuelve con mejoras incrementales. Hasta el régimen oficinesco de los bancos es ineficiente. Es necesaria una reingeniería radical de todo el sistema financiero, incluyendo la declaración oficial como “servicio público con actividad esencial”. Los bancos tienen que hacer cosas gratis. Durante toda la emergencia deben cumplir una función social y ejercerla con compromiso. No puede ser que en el partido de Lomas de Zamora para encontrar un cajero haya que transitar 20 cuadras. No hay suficiente personal en las sucursales ni bastantes cajeros automáticos en todo el país.
DNU, paso previo a la nueva ley
Por las circunstancias conocidas, en el actual contexto resulta indispensable reintegrar al BCRA la dirección del sistema financiero (tercerizado en los bancos privados nacionales y extranjeros hace 43 años), a fin de que vuelva a constituir la fuente natural de financiación de la industria, el comercio, las empresas de la economía popular, las pymes y los particulares, creándose condiciones que posibiliten un uso adecuado del ahorro argentino.
Es necesario un DNU, mientras se envía al Congreso un proyecto de Ley por el cual se procede a la centralización de los depósitos en el BCRA, desde donde los bancos reciban los fondos por cuenta y orden de este, en carácter de mandatarios y no de consignatarios del ahorro y crédito de los argentinos.
Tiempo de equidad
Mientras haya despidos, suspensiones y pago de salarios recortados, el sistema financiero no puede ser el único sector que mantenga sus márgenes de beneficio. Por su actual actividad de intermediación entre depósitos y créditos se le puede reconocer a los bancos una comisión o spread razonable, haciéndose cargo el BCRA de los intereses abonados a los depositantes. A su vez, el BCRA podría canalizar los depósitos captados mediante redescuentos y adelantos a las entidades según renovados criterios de distribución, alineados a la actual crisis internacional, privilegiando los objetivos de desarrollo humano y productivo. La relación bancos-clientes se podría mantener sin variantes.
El sistema tiene que tener como propósito maximizar el control monetario por parte del BCRA y apegarse a una adecuada optimización de los recursos financieros, de acuerdo a las necesidades y requerimientos de una economía de guerra. Debemos retomar los instrumentos clásicos de regulación y el ejercicio de esa función mediante la asignación directa de fondos dirigidos a las actividades que el Gobierno priorice en estas horas aciagas.
Es evidente que la capacidad de préstamo para las empresas argentinas industriales y comerciales, pymes y particulares resultante del actual nivel de depósitos trascenderá la escasez actual y mejorara los altísimos costos vigentes.
Bien sea por excesivas ganancias o lo que es peor, para mantener un sistema financiero ineficiente cuyos márgenes necesarios para sobrevivir sean los actuales, no podemos renunciar a la función subsidiaria del Estado y someter al conjunto de la sociedad, sosteniendo el estatus actual.
Moderación
Alberto Fernandez arrancó con un programa sencillo y propósitos moderados para atender a los damnificados del efecto “tierra arrasada”, detrás sobrevino el temporal coronavirus que extendió las necesidades iniciales de forma amplificada. En este momento el nivel de caída del consumo y la actividad es fenomenal. La creación de “espacio fiscal” obtenida para estimular la demanda quedó completamente desactualizada.
Moderar la altísima tasa de inflación con recesión que dejó el gobierno de Macri para conformar a los macroeconomistas y periodistas que no lo votaron y reestructurar la deuda pública urgente como piden quienes están operando, ya no deberían ser las prioridades de un gobierno que ha demostrado sensibilidad y sensatez. Ya vemos cual fue la respuesta, los economistas mediáticos se la pasan violando la cuarentena, yendo de canal en canal hablando como si viviéramos en Disneylandia. Apelamos a la conciencia moral de los profesionales en ciencias económicas, ya que ciertos comunicadores indocumentados son incorregibles.
Prisa
Así el BCRA podrá impulsar una política monetaria más expansiva, procurando el inmediato descenso de las tasas de interés, suministrando liquidez e impulsando el crédito al sector privado como EEUU (Ya están tratando otro billón de dólares). Primero las necesidades de la ciudadanía. Hay que recuperar la relación perdida entre la economía y la ética.
En este momento los académicos más destacados del mundo están problematizando “la mano invisible” como razonamiento para alcanzar el bienestar social. El sometimiento que tuvimos desde 1976 a esa lógica que funcionó para los desarrollados hasta 2008, a los argentinos los llevó a la ruina. No existe ningún país que haya alcanzado un alto grado de desarrollo con una estructura económica basada en exportación de recursos naturales y especulación financiera. El resultado es que después de 43 años de sometimiento a esa lógica, alrededor de 40% de los argentinos clama por comida y trabajo.
Ficción
Según las autoridades del ministerio de economía del gobierno de facto, la reforma de 1977 había sido impulsada con la finalidad de modernizar el sistema financiero y mejorar el funcionamiento del BCRA. Todo esto para la creación de ahorro, uno de los principales problemas de la economía argentina. A través de este progreso, los bancos otorgarían préstamos para el desarrollo, pudiendo estimular la competencia entre bancos. Así los costos procederían a la baja y los tomadores podrían apalancar sus actividades productivas.
Proliferaron entidades sin ningún tipo de control cuyos depósitos a plazo fijo eran endosables y garantizados por el BCRA. Falsificaciones a granel, en tres años solo el BIR (Banco de Intercambio Regional le costó al país, 3.000 millones de dólares de 1980). Escuchando a los modernizadores, se desbordaron los límites del disparate. Dicho sea de paso-aquellos-están operando para provocar una corrida hacia el dólar blue y disparar una hiperinflación. (La Doctrina del Shock-Naomi Klein).
La realidad es que las distorsiones que ha dado lugar aquella Ley (21.595) contribuyó a la destrucción de la industria nacional, mediante una pésima asignación de recursos financieros, creando un creciente espíritu especulativo que hizo multimillonarios a unos pocos reconvertidos para dedicarse a la timba. Desde entonces el alto costo financiero se ha convertido en uno de los problemas estructurales de nuestra economía. Cada pieza de la actividad económica se esfuerza bajando costos de todo tipo para pagar intereses y trasladarlo al siguiente eslabón de la cadena.
El abandono de los instrumentos de regulación condujo a abusos legalmente dañinos que atentaron contra el desarrollo de la economía nacional, y continúan castigando la producción por 43 años.
Hay que decir que antes de esa Ley, tampoco los préstamos eran abundantes y el sistema financiero era bastante acotado, pero debíamos u$s 7.000 millones. En 43 años la deuda creció 48 veces.
Con la descentralización de los depósitos se echaron las bases de un sistema financiero que incentivó el mecanismo de endeudamiento y fuga con estímulos y facilidades extraordinarias para desangrar la economía argentina.
Claramente nunca se estimuló la prestación de un servicio financiero de fomento eficiente y reducido costo. Se puso en manos de bancos, financieras y mandatarias privadas el manejo de las variables estratégicas fundamentales para que arbitren entre su propia rentabilidad y el desarrollo de la actividad productiva del país.
La contenida avaricia de los banqueros se volvió frenética con semejante espacio. Los accionistas de bancos y sus ejecutivos solían ser gente cuerda y sobria antes de la Reforma Financiera del 77. Antes de la descentralización de los depósitos tenían que trabajar y asumir riesgos para generar utilidades.
Es necesario introducir ya mismo ajustes de magnitud a los abusivos spreads que todavía hoy se están aplicando, sin contar el despojo de dólares y el déficit cuasi fiscal registrado en los últimos cuatro años. Las consecuencias públicamente conocidas que derivaron en un creciente apalancamiento especulativo (LEBAC, LELIQ, CREDITO DE CONSUMO) combinado con la flexibilidad de entrada y salida de capitales, no solo ha dificultado las posibilidades de alcanzar niveles óptimos de crecimiento de la actividad económica sino que la destruyeron, literalmente.
(*) Profesor de Postgrado UBA y de Maestrías en universidades privadas. Presidente de www.hacer.com.ar , Economista Jefe de FECOBA. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. [email protected]
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