3 de mayo 2020 - 00:00

¿El coronavirus vino para bajarnos del pedestal de creernos superiores?

¿No es una tremenda piña al ego? ¿Cuántos golpes más necesitamos recibir? ¿Qué podemos aprender de esta pandemia?

Desde que comenzaron a implementarse diversas medidas para la prevención del coronavirus, disminuyeron notablemente las emisiones de CO2 y de contaminantes atmosféricos. Y los animales recorren ciudades y exploran nuevos hábitat. 

Desde que comenzaron a implementarse diversas medidas para la prevención del coronavirus, disminuyeron notablemente las emisiones de CO2 y de contaminantes atmosféricos. Y los animales recorren ciudades y exploran nuevos hábitat. 

Proceso

Cansado estoy de tanto pesimismo, de que la televisión nos alimente de noticias tóxicas pero adictivas, que no podemos dejar de consumir tratando de buscar una explicación que ni siquiera los médicos, o los científicos tienen acerca de esta pandemia.

Trabajan los que pueden y como pueden, con los chicos y sus tareas de las que muchas instituciones educativas terminan llenándolos, para justificar sus altísimas cuotas, sin contemplar que todo termina siendo un caos familiar, que al contrario de acompañarlos para que pasen mejor la cuarentena, genera discusiones y más presión de la que ya tenemos por la incertidumbre de cuándo y cómo va a terminar todo esto.

En el medio de este encierro que no es cárcel, que es obligatorio, pero también es para cuidarnos y cuidar al otro, de hijos que con sus desbordes emocionales no hacen más que tratar de procesar este cambio repentino en el que vivimos hace un mes. De adultos que están en modo multifunción, llenos de promesas y compromisos con el afuera para cuando pase esto, enseñando contenidos escolares, limpiando sus hogares, cocinando, armando actividades para pasar el tiempo, haciendo gimnasia y yoga, tratando de administrar el dinero para que alcance y además trabajando lo que se puede, necesito para mi salud mental buscar alguna explicación para este virus que es tan jodido que con su corona viene a querer mandarnos como un monarca despiadado.

Quizás el coronavirus vino para bajarnos del pedestal de creernos superiores a otras especies. Hemos avanzado en muchos aspectos sí, hemos logrado grandes avances tecnológicos y médicos e incluso hemos extendido el tiempo de vida y así y todo, una gripe muy fuerte -pero una gripe al fin- nos está diezmando.

¿No es una tremenda piña al ego? ¿Cuántos golpes más necesitamos recibir como especie para tomar conciencia de que vivimos de prestado en este planeta y por lo tanto tenemos que ser respetuoso y dejar de extraerle hasta su última gota de sangre?

Somos complicados los humanos. Ahora que estamos en nuestras casas y no podemos salir nos desesperamos, nos sentimos privados de nuestra libertad, pero cuando pasamos todo el día afuera, en los trabajos o en el tránsito caótico, rápidamente queremos ir allí a cobijarnos en el calor del hogar, rogando tener tiempo para descansar y compartir con nuestras familias. Pero claro un ratito nada más, un día a lo sumo 5 y empiezan las rispideces, las intolerancias y las dificultades de contacto.

niños cuarentena.jpg

Ahora que no nos podemos tocar, ni abrazarnos, extrañamos la cercanía. Pero cuando estamos disponibles, incluso en la misma casa, la distancia humana, ahora recomendada, existe cotidianamente a través de nuestros celulares, todo el tiempo en el medio de nuestros vínculos de pareja e hijos. Nos enojamos y valoramos la sexualidad vincular porque la extrañamos, cuando contando con el tiempo justo pero posible, siempre ponemos excusas de cansancios y otras tantas para evitar el trabajo que implica estar cerca.

Sin dudas que todo esto producirá transformaciones. La distancia social vino para quedarse por un tiempo largo, pero personalmente prefiero dejar de saludar a todo el mundo en piloto automático y hacerles sentir a las que verdaderamente me importan que las quiero con el alma, y en todo caso guardar el contacto más estrecho para nuestros compañeros e hijos.

¿Qué podemos aprender de esta pandemia que atraviesa a todo el mundo?

¿Seguiremos viviendo bajo sistemas capitalistas despiadados que sólo valoran a los que son productivos y por lo tanto expulsan a los pobres y a los viejos porque no les sirven?

¿O vamos a comprender por fin que tenemos que cuidarnos unos a otros porque somos más vulnerables de lo que habíamos pensado?

¿Seguirán las grandes potencias mundiales invirtiendo en armas nucleares y tecnología militar o se darán cuenta que la salud y la educación son lo más importante?

Y por último:

¿Seguiremos creyendo que ante un problema global la solución es cerrar fronteras en vez de tomar medidas mancomunadas?

¿Ahora que el problema es de todos vamos a seguir teniendo políticas migratorias excluyentes, cuasi fascistas, como los nazis tenían con quienes no eran de raza aria?

Lamento ser pájaro de mal agüero, pero si la respuesta a todas estas preguntas son positivas, estamos condenados. Hoy se llama “coronavirus”, mañana no sé, sin embargo, como está demostrado en la historia luego de grandes epidemias que ha vivido la humanidad, hubieron tiempos de cambios y de crecimiento, luego del dolor.

Para ello debemos darnos cuenta que el verdadero cambio para dejar de estar condenados inevitablemente, radica en la conciencia de que todos somos importantes, que nuestros políticos están allí porque fueron elegidos circunstancialmente, y seguramente con aciertos y errores en algún cedan su lugar al siguiente.

Ojalá no suceda lo de siempre, que después de que cicatrice el golpe, una vez que prácticamente sólo quede solo una marca, miremos para delante, como tantas otras veces y volvamos a lo mismo, porque ahí sí otra vez vendrá una trompada mucho más fuerte. A ver si de una buena vez escarmentamos acerca de que todos somos parte de este planeta, dejando de lado nuestro ego para aceptar que somos frágiles y que nos necesitamos el uno al otro, mucho más de lo que nos cuesta admitir

(*) Psicólogo y Sexólogo, Especialista en Vínculos, divulgador de temáticas de interés general, docente y autor de los libros "¿Padres o Pareja? La oportunidad de crecimiento al transformarse en familia" (Editorial independiente) y "Antes Pareja, Ahora padres"

Dejá tu comentario

Te puede interesar