10 de mayo 2020 - 00:00

Mucho espacio para el optimismo por delante

Una reflexión positiva sobre el futuro, con realismo y sentido común. De ninguna forma esto quiere decir que el camino por delante es fácil, cómodo o rápido. Todo lo contrario.

Una reflexión optimista sobre el futuro.

Una reflexión optimista sobre el futuro.

No quiero escribir ahora sobre el presente.

¿En serio alguien necesita más dramáticas y reiterativas crónicas de la pandemia, la actualización horaria de la tabla de posiciones y promedios de descenso de infectados y muertos, o las opiniones pseudo científicas de los nuevos miles de “expertos” en salud y economía que difunden su chantada y apocalipsis en cuanta red y micrófono se les cruza?. A mí ya me saturaron y me aburren más que la nueva saga de Star Wars.

Y esto lo digo sin pretender burlarme ni faltar el respeto a la situación dramática de la gente que ha perdido a un ser querido, ni mucho menos minimizar la gravedad de la situación. Dejemos esto para el amigo Trump, el querido Bolsonaro y demás caricaturescos energúmenos parecidos.

Todos sabemos con más o menos detalle, con más o menos precisión, que las consecuencias sanitarias, sociales y económicas son muy profundas, como toda gran crisis histórica que se precie. Y esto es así, no hay marcha atrás.

Quiero reflexionar sobre futuro, con realismo y sentido común, lo cual inevitablemente me lleva a ser optimista.

Déjenme, siendo este un breve artículo, solamente enumerar de la forma más resumida posible cuales son, solo algunos, de los factores que alimentan mi optimismo por lo que viene en la “post pandemia” (maravilloso término por cierto para una novela o película pochoclera).

  • La solución sanitaria está cerca e inexorablemente llegará: el nivel de desarrollo de la ciencia, y porque no decirlo, el enorme incentivo económico garantizan que en cuestión de meses habrá una vacuna contra el virus (porque no olvidemos es eso, un simple virus, no un rayo cósmico mortal de otra galaxia). Al día de hoy hay por lo menos 6 vacunas en fase I de testeo (prueba en humanos) en varios países. Y en esto incluyo a científicos, investigadores e instituciones públicas de nuestro país, que me llenan de orgullo desde siempre, aunque muchas veces tuvieron que ir a “lavar los platos” (Cavallo dixit).
  • Desde lo económico el tema relevante hoy no es la profundidad de la retracción (que en todas las economías del mundo es y será profunda, vaya novedad), sino cual será la velocidad de la recuperación, la cual dependerá, en primer lugar de cómo, se irán dando en tiempo y forma las salidas de las cuarentenas, y en segundo lugar en qué medida se han podido “sostener” a las fuentes de generación de empleo. Si en la fase “dura” de las cuarentenas las PYMES sobre todo (que en nuestro país son aproximadamente el 96% de las empresas y las generadoras del 70% del empleo) pueden resistir, estoy convencido que la recuperación del nivel de actividad económica va a ser muy rápido (el antecedente más valido para mirar es para mí la salida de la crisis del año 2008 / 2009, más que la del 2001 por las características que tuvo en su origen).
  • Esta necesidad de “resistir” se conecta con otro factor que a mi juicio dejará su huella positiva, esto es la evidencia del rol imprescindible que juega el estado en el rescate y soporte de los sectores más vulnerables de la sociedad y la cadena productiva. Una suerte de “revival” de la vieja, defenestrada y tan adorada economía del bienestar. Creo y espero que esta realidad permita equilibrar un poco los tantos y generar anticuerpos no solo para combatir el virus del covid 19, sino también el virus del desprestigio del rol del estado como actor necesario y fundamental para por lo menos frenar la creciente inequidad en términos de distribución del ingreso y dominancia de la economía financiera sobre la productiva que “azota” a la economía occidental desde principios de los 80. Aclaro, antes que se me abalancen al cuello los paladines de la frases huecas económicas (“achicar es estado es agrandar la nación”) que no soy marxista ni chavista por las dudas, calificativos que se suelen usar con vehemencia cuando no hay argumentos sólidos para rebatir estas ideas.
  • En términos de comercio exterior, nuestro país tiene para ganar. Por un lado creo que el precio de los commidities que componen una parte relevante de las exportaciones argentinas (alimentos sin o con bajo proceso industrial, lo cual por otro lado marca lamentablemente el grado de falta de desarrollo de nuestra economía) sufrirá menos en términos de caída de precios que los commodities industriales (petróleo, metales, etc.) en el corto y mediano plazo. • Por otro lado la particularidad que hace única a esta crisis respecto de todas las que se dieron en la historia moderna, esto es su universalidad y en un contexto de fuerte concentración de la producción de bienes y servicios en una sola región, China, abre una oportunidad si, superada la crisis, los países centrales se replanteen su posicionamiento geopolítico estratégico frente a esta situación y se abren mercados para países en desarrollo que busquen especializaciones o incursión en actividades industriales y de servicios no tradicionales. Argentina tiene un enorme potencial en múltiples áreas en este sentido, solo por mencionar algunos, biotecnología y desarrollo de software. Ojala podamos pensar e instrumentar esto de una vez por todas y nunca más “ahorremos” en fondos para investigación aplicada, ciencia y tecnología.
  • La oportunidad y desafío de reestructurar exitosamente la deuda soberana. Lograr un acuerdo razonable y despejar el panorama financiero del Gobierno en los próximos años es un tema fundamental para descargar parte de la mochila de plomo que dejo la administración anterior. La reciente presentación de la propuesta por parte del gobierno fue un primer paso claro en esta línea. Esto es “noticia en desarrollo”, crucemos los dedos.
  • Hay un lado positivo del golpe económico en algunos sectores de la economía que viene por la aceleración obligada que han tenido en ajustar, revisar y eficientizar procesos y ciclos operativos obligados por las restricciones de la cuarentena. Cientos de ejemplos en este sentido, desde la agilización operativa por adopción de plataformas on line, la viabilización del “tele trabajo” (o “home office” que suena más “cool”), que indirectamente también plantea en algunos casos mejoras en términos de calidad de vida no menores, hasta la obligada actualización tecnológica y de simplificación de procesos en muchos casos. Estas mejoras vinieron para quedarse. En el próximo articulo me voy a referir al sector de real estate específicamente donde convivimos todavía con prácticas con olor a naftalina.
  • Un profundo orgullo que siento por nuestra reacción como sociedad y comunidad frente a la crisis. Salvando los casos minoritarios y siempre esperables de gente con neuronas bloqueadas, el comportamiento ha sido ejemplar en nuestro país y la comparación con otros países también deja en evidencia lo que para mí es una conclusión de hace muchos años por la experiencia por la suerte de poder viajar y tener contacto fluido con gente de muchos países distintos, y esto es el convencimiento que no existe países “culturalmente” superiores o con “idiosincrasias” superiores. Lo que existe en el fondo y es común a todos es ni más ni menos que la naturaleza humana, con sus virtudes y defectos universales. Lo demás pueden ser solo matices. Este es un tema apasionante y da para largo por el cual siempre entro en discusiones tratando de mostrar evidencia múltiple. Déjenme si expresar mi esperanza que esta situación nos ayude a mitigar al menos en algo ese permanente sentido de “autoflagelación” que tenemos de considerarnos como un caso especial negativo e incorregible. Nada más ridículo que esto. Con más y menos, no salimos de la “media” del ser humano. Ni “Argentina Potencia” de los 70 ni la sociedad y el país condenado a la “decadencia”. Simplemente humanos (eso si, tenemos el mejor bife de chorizo y el dulce de leche es argentino, no jorobemos)
  • En línea con el punto anterior, también me da mucha satisfacción y esperanza ver la predominante actitud de trabajo y cooperación constructiva entre políticos con responsabilidad de ejecutiva de distintos gobiernos y niveles pertenecientes a distintos partidos. Esto es algo no menor. Aislar el “virus” también nos ha permitido como sociedad creo, aislar a esa pintoresca manada de “cabezas de termo” extremistas que pregonan la idea del “enemigo” en lugar del adversario, presentes tanto en la derecha recalcitrante como en la izquierda molotov. Alguien me dirá, en cuanto esto pase todo volverá a la “normalidad”. No lo creo, porque una situación extrema como la que vivimos deja marca y evidencia que la mayoría está del lado moderado y racional, y eso no es menor. Y esto no es pecar de naif, el juego político, el cálculo electoral y la “rosca” seguirá, y eso está muy bien por cierto. En esto también somos simplemente humanos. Acá, en Japón y en Dinamarca.

Solo una enumeración de algunos de la mucha evidencia por la que soy optimista. De ninguna forma esto quiere decir que el camino por delante es fácil, cómodo o rápido. Todo lo contrario.

Tampoco creo la sociedad humana encontrará un camino espiritual onda New Age impoluto donde solo quedaran los círculos del Paraíso del entrañable y querido Dante. Muchos lo pregonan, lo mismo que luego de la primera guerra mundial, y en solo 20 años vino la segunda.

No, seguiremos siendo humanos, con nuestras grandezas y miserias. Pero remontar la cuesta después de desbarrancar, es mucho más fácil cuando uno ve que la caída dejo algunos aprendizajes, y no en una país o región, sino a nivel mundial. Ánimo

Socio fundador de MAHE Desarrollos Inmobiliarios. Consultor en economía y finanzas.

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