24 de marzo 2023 - 16:28

Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (parte XXII)

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Las reservas bajaban y los bancos oficiales estaban obsequiando dólares. El apego del gobierno para pedir préstamos en dólares y atender sus necesidades de financiamiento y el temor de los prestamistas externos por un eventual impago, podían pensarse como las dos caras de una misma moneda, lo abstracto y lo concreto.

En el primer semestre de 2017, el déficit de la cuenta corriente ascendió a u$s 5.600 millones, determinando un crecimiento de 65% interanual; mientras la fuga de capitales aumentó a u$s 10.300 millones, mas de 71% interanual. Dos tercios del superavit del ingreso de dólares se destinaron a financiar gastos en turismo, compras con tarjetas en el exterior, pagos crecientes de intereses de la deuda y una creciente acumulación de dólares en los “colchones”.

Cuando mirábamos-últimos doce meses-, el superávit de dólares había sido de u$s 47.800 millones equivalente a 8.1% del PBI (mas del total de las reservas del BCRA).

Esta situación hablaba por si sola de un empalagoso exceso de prestamos equivalentes al total de las reservas, donde unos u$s 30 mil millones que implicaban 5.1% del PBI, fueron destinados a financiar el déficit de cuenta corriente de 2.2% del PBI, más un atesoramiento de alrededor de 3%. Los u$s 18.000 millones restantes que representaban 3% del PBI, fueron a reforzar reservas internacionales que sumaron al moderado colchón que dejó la conducción anterior.

La decisión de expandir el déficit fiscal global financiado con más endeudamiento externo y menos emisión monetaria del BCRA estaba incrementando el déficit de la cuenta corriente y de la balanza comercial. La balanza comercial había pasado de un superávit comercial de u$s 2.130 millones en 2016 a un déficit de u$s 7.000 millones-estimado para 2017-.

Veríamos una reversión negativa del saldo comercial de más de 2% del PBI. Después de una mega devaluación-supuestamente competitiva-inicial en 2015. Las exportaciones argentinas, entre el mes 12 y el 18 siguientes a la devaluación, crecieron solo 1% interanual, mientras en un país con 60 años de guerrilla-Colombia-, las exportaciones crecieron 25% interanual. En el mismo periodo en Perú las exportaciones crecieron 25%, en Brasil con el cataclismo institucional ascendieron 20%, en Uruguay 14% y en un México con Estados fallidos subieron 11%.

Claramente el déficit de la balanza comercial y la cuenta corriente argentina no era el resultado de un boom de actividad económica doméstica financiado con una lluvia de inversiones. Tampoco fue consecuencia de un shock exógeno-al que desde ese momento estábamos más expuestos por habernos endeudado fuertemente en dólares.

No había deterioro en los términos del intercambio, ni reducción de la demanda mundial de nuestros commodities. La realidad se ponía de manifiesto. Habían hecho la más fácil: pedir prestado y pereza creativa. Michetti viajaba a África a buscar nuevos mercados y revindicaba a Guillermo Moreno, de quien habían hecho escarnio. Copiaban. En este caso bien, pero con distinto resultado, Moreno consiguió que los importadores de partes cromáticas de Tierra del Fuego, exportaran pescado y hoy el negocio de pesca es más importante que la venta de televisores para un antiguo productor de televisores.

El cálculo del déficit primario del sector público nacional-a esas alturas-totalizaría $ 300.000 millones en el segundo semestre, pero además habría que pagar intereses y amortizaciones de la deuda pública en pesos por unos $ 51.000 millones. “¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no satisface?” (La Biblia: Isaías 55: 2 a).

No obstante, el financiamiento estaría asegurado, siempre que entraran más “dólares prestados” que luego deberían venderse para pagar deuda en pesos. Con todo esto, el BCRA que nunca dejó de emitir, seguiría emitiendo $184.000 millones, expandiendo la oferta de la base monetaria en unos $237.000 millones que obligaría a esterilizar pesos a través de más Lebacs y más Pases, por todo el exceso de pesos que no demandaba el público. Cuando Massa realiza los canjes (2023), lo hace como continuador del desastre que comenzó en (2016).

Lebacs y Pases, un stock de deuda remunerada del BCRA que seguía en aumento, dio lugar al rumor sobre un eventual “canje compulsivo por un bono en dólares a 5 años” para grandes inversores. Lo mismo que acaban de reproducir en 2023, mientras Massa lo neutralizó hasta 2024 y 2025.

Con una vela encendida a “San anti shock exógeno”, el oficialismo se perfilaba para las elecciones de medio tiempo (octubre 2017), y se podrían manejar con la misma estrategia, cada vez más osada: pedir prestado en forma creciente. Lo que nadie se atrevía a garantizar era la confianza del prestamista.

El mismo que se debatía entre ganar 3 o 4 veces la tasa de interés que le cobraban a Bolivia populista-socialista, o correr antes que el riesgo de insolvencia fiscal intertemporal apareciera.

Si algún supuesto optimista cambiaba, las dificultades escalarían. Tuvieron mucha suerte. Cambiemos transitaba esa parte que llamaríamos: “Lleguemos”. Y los ludópatas llegaron.

La ludopatía es una enfermedad que se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar apostando dinero, pero las transitorias victorias pírricas, no hacen más que estimularles para redoblar la apuesta. Esta autoconvencimiento no era más que la idea errónea de que por una vez más, no pasaría nada. En este momento sus cerebros habían dejado de funcionar de manera evidente y entraron en una desproporción del riesgo-beneficio que los llevaba a pensar que podían volver una y otra vez a jugar a la ruleta rusa.

“Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero?” (Evangelio de San Lucas 16:11).

“Yo les decía a mis funcionarios, cuidado, nos vamos a ir a la mierda y ellos me decían, tranquilo”, dijo Macri. (INFOBAE: 26 enero, 2020). Probablemente crea que esa explicación lo absuelve de toda responsabilidad, al final; solo era el presidente de la Nación.

LA NATURALIZACION DE LA MENTIRA

La palabra hebrea “emet” inviste, a la vez: verdad, coherencia de vida y fidelidad y, en La Biblia, la mentira no se refiere a la voluntad de no narrar los hechos con fidelidad, sino a la actitud de una persona que no inspira confianza.

“A veces a mí me da un poquito de alergia… escuchar discursos grandilocuentes (y uno) dice: ¡Qué mentiroso que sos! Por eso, palabras solas no sirven. Si vos decís una palabra comprométete con esa palabra, amasa día a día, día a día. ¡Sacrifícate por eso! ¡Comprométete!”. (Papa Francisco, INFOBAE, 20 de julio, 2019)

Comenzaron los discursos, esta vez no estaban presentes las promesas de cambio que encendieron el inusitado entusiasmo 2015. El oficialismo podía ser sancionado. El voto: “adiós Pinocho”. La “Fundación Mentir” había consumido a todos sus intelectuales premiándolos con cargos públicos y no había libreto, la imaginación de Duran Barba, la bruja ecuatoriana y Sri Sri Ravi Shankar se habían agotado.

En 2015 hubo una fuerza anti peronista visceral unida y preparada para el choque (Cambiemos). Se convocaron a los más destacados servidores del establishment, convirtiéndolos en gladiadores profesionales por dinero y/o cargos públicos. Al mismo tiempo se montó la reconciliación de Dulcinea y Don Quijote que logró convenciones inexplicables, si no fuera por el inestimable aporte explicativo de Macri al descubrir y describir “el círculo rojo”.

El próximo capitulo inconcluso de aquellos exiliados del mundo real, sucedería en unos meses más tarde (2018) en medio de una corrección tan desordenada como inaplazable. Las cuentas externas e internas no cerraban ni siquiera con la gente afuera.

(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

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