2 de junio 2025 - 00:00

Donald Trump reabre la pelea contra China: ¿Macho alfa o gallina?

Donald Trump arruga siempre. ¿Reabre la pelea con China para demostrar que no es un gallina? Sí, pero ya se sabe cómo termina

Las negociaciones entre EEUU y China se empantanaron.

Las negociaciones entre EEUU y China se empantanaron.

Donald Trump va al frente. Pero, ¿es un verdadero macho alfa o un simulador? ¿Es un maestro de la negociación – como se autopromociona – o de la sistemática retirada? La guerra comercial es un asunto personal. Y el fracaso pasa factura. Nadie llevó más lejos la suba de aranceles que Trump el Día de la Liberación. Nadie los rebajó tanto – ni tan rápido – como él mismo una semana después. Trump siempre arruga, es el nuevo dictum que introdujo Robert Armstrong en el Financial Times. TACO es su acrónimo en inglés. Y los mercados ya lo hicieron suyo. La potente recuperación de la Bolsa – que obvió la tradicional prudencia del Sell in May para encaramarse otra vez muy cerca de los récords – se inspira en esa convicción. Claro que la Bolsa lo percibió primero. Armstrong escribió su columna el 2 de mayo. Trump reculó con los aranceles recíprocos el 9 de abril. El S&P 500 tocó fondo antes, el 7, y alzó vuelo trascartón. ¿Intuición o información privilegiada (otro rasgo muy trumpista)? No son excluyentes. Lo cierto es que el rally no se truncó, y cobró alas, gracias a que la Casa Blanca desde entonces retrajo de manera sostenida sus posiciones extremas. El acuerdo exprés con China lo consolidó. ¿Es un error? A todas luces, no. En especial, si la preocupación es por la salud de la economía. La marcha atrás fue un acierto. El shock arancelario llevaba a chocar contra la pared a gran velocidad, todo lo contrario de una liberación.

¿Trump arruga siempre? “No repitas la pregunta, contestó el presidente cuando lo consultaron esta semana, es muy desagradable”. ¿Qué decir de la teoría del TACO? “Eso se llama negociación”, justificó. Hay que considerar que al asumir la presidencia el 20 de enero, el arancel promedio de EEUU orillaba 3%. Hoy, después de todas las marchas y contramarchas, dependiendo de cómo se lo calcule (y con la realidad de un patrón de importaciones en plena mudanza), se ubicaría entre 16,4% y 17,8%, la más alta desde los años 30 (si los aranceles vigentes a mediados de mayo se mantuvieran sin cambios). ¿Trump arrugó? Sí, por supuesto. Pero, primero se ocupó de tensar la cuerda al máximo. Y, a la postre, como saldo, multiplicó los aranceles efectivos por 5 o 6. Es una situación que, aún en la campaña electoral, parecía imposible de alcanzar (amén de nefasta). Ahora se la aprecia como una defección de Trump y una salida moderada del conflicto. La FED, un árbitro imparcial, podría retomar la baja de tasas si la puja comercial se estaciona dónde está, señaló el Gobernador Chris Waller.

¿Cómo explica Trump la negociación en “El Arte del Trato”, su conocido manual del oficio? Debe iniciar siempre con un puñetazo sobre la mesa y una propuesta leonina, desmesurada, que provoque en la contraparte sorpresa y temor. Así se fabrica el espacio para poder conceder después y obtener lo que uno de veras ambiciona (y quizás más). Y, en el caso ideal, la parte contraria, agradecida. “Taco” Trump se está llevando una tajada importante de recaudación extra que anhela para sufragar el costo de la rebaja impositiva que discute en el Congreso. “20 o 25 mil millones de dólares por mes”, alardea el secretario de Comercio Howard Lutnick. Pero, es evidente, no se puede repetir el truco uno y otra vez, a la vista de todos, sin que pierda eficacia. Y está claro: ya le sacaron la ficha.

Trump debe cuidar su imagen. No puede permitir que se instale el mote ni que se dude de su carácter y capacidad de liderazgo. Su nombre es su marca, su activo más valioso. Conste que navegó problemas graves como empresario – media docena de convocatorias de acreedores – sin que su apellido deje de ser nunca referente aspiracional, un sinónimo de lujo y ostentación. Trump tampoco arrugó en la política. Ni siquiera en su peor momento, después del asalto al Capitolio en 2021. ¿Cómo lo van a tildar de perdedor? Con tenacidad remó desde el oprobio y retomó el control absoluto del partido. Los que se le opusieron ya no están, los jubiló. O cambiaron drásticamente de opinión. JD Vance lo calificó de idiota y lo comparó con Hitler. Hoy es su vicepresidente. Y gracias a que Trump, con un zarpazo notable, concretó la proeza de ganar su segundo mandato, inobjetablemente, en las urnas. Estamos avisados. Tiene que quitarse el mote irritante lo antes posible. Y eso lo obliga a la sobreactuación.

Trump no deja de ser predecible. ¿Por dónde comenzar? Por China, su concesión más visible. En campaña la amenazaba con aranceles de 60%. Y luego subió la vara hasta 145%. Pero necesitaba una tregua y Beijing lo forzó a bajar a 30% para cerrar un trato exprés. Es el repliegue más hiriente, porque con China libra la confrontación de fondo. Y Xi Jinping lo vacunó ya en 2020. Entonces le hizo la promesa del pacto comercial fase uno para que cediera, y luego no le dio cumplimiento.

“China ha violado totalmente el acuerdo”, bramó el viernes el presidente en X. “Hasta acá llegó ser ´Mr. Nice Guy` (el Sr. Amable)”, cerró su posteo como si reconociera la necesidad de no arrugar más. ¿Está dispuesto Trump a reavivar la guerra comercial para desempañar su imagen? ¿Al costo de empujar la economía a una recesión? También anunció la duplicación de los gravámenes sobre el acero y el aluminio – llevándolos a un estratosférico 50% - como para acentuar la violencia de sus decisiones. Si la Justicia lo cuestiona, tiene otros atajos a mano. Y los acuerdos que están listos para ser anunciados deberán esperar más, o embellecerse. Está dispuesto a hacer olas de nuevo, sí. Pero hay una diferencia entre un tiroteo y una guerra. La Bolsa que acusó recibo de la escaramuza – el Nasdaq al mediodía llegó a caer 1,5% - cerró la rueda con todos sus índices principales en positivo. Su conclusión no varió. No hay mucho margen para los exabruptos. En todo caso, una suba punzante de tasas largas bastará para calmar cualquier rabieta.

En esa línea, el secretario del Tesoro Scott Bessent admitió que las negociaciones con China se empantanaron. Dijo que es necesario una conversación entre Trump y Xi Jinping para solucionar el entuerto. Se diría que Trump quiere retroceder como lo hacen los hombres fuertes, abrazados en una epopeya compartida. Así las cosas, Wall Street no pierde el sueño. Canceló el Sell in May, registró su mayor suba mensual desde 2023 y el mejor mayo de los últimos 35 años. En los hechos, tachó la guerra comercial como si fuera la doble generala. Confía en la severa marca a presión que le hace sentir el mercado de bonos a la Casa Blanca. Trump puede estar molesto, pero él se metió solito en la encerrona. Y ya aprendió que no puede prender fuego a la pradera y pretender salvarse.

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