11 de julio 2021 - 00:00

¿Qué hacemos con el FMI?

Más importante que determinar quién gana las elecciones, es determinar qué puede hacer este gobierno en los dos años que le quedarán a partir de noviembre.

FMI.jpg

La memoria de la elección legislativa 2013 que desbloqueó una suba del MERVAL en USD de 175% en USD en 4 años es un lugar común que reaparece en los años impares: ¿puede renacer la economía (y el precio de los activos) a partir del resultado de las próximas elecciones? (no importa en qué año impar leas esto)

Tentado por la secuencia que tuvieron entonces esos acontecimientos, el mercado pone el foco en el resultado electoral para anticipar el desempeño futuro. Tradea encuestas sobre fundamentals, el corto sobre el largo plazo, con los resultados conocidos.

Sin embargo, la evidencia económica es más contundente que el enigma político: Argentina está estructuralmente estancada hace 10 (¿45?) años y tiene todas sus variables fundamentales (económicas y sociales) en peor forma que en cualquier otro momento del período. Previsiblemente, el valor de sus activos financieros también es menor: acciones valen 35% menos que en 2013 y los títulos públicos se defaultearon dos veces mientras tanto.

Por esta razón, más importante que determinar quién gana mañana, es determinar qué puede hacer este gobierno en los dos años que le quedarán a partir de noviembre para intentar revertir este estancamiento crónico/ evitar una (otra) implosión económica en su mandato. No hablamos de las ideales, o de las que le gustaría al gobierno, sino de las que efectivamente están disponibles hoy.

Puesto de este modo, la incertidumbre se acota bastante porque las posibilidades son solo dos: 1) intentar correr a billeterazos al FMI como lo hizo Sri Lanka en 2020 (no es claro que lo haya logrado todavía), que suspendió la renovación de su acuerdo con el FMI reemplazando el financiamiento multilateral con préstamos bilaterales (China y otros vecinos en ese caso), o; 2) seguir los pasos de Grecia 2011 que encaró un acuerdo programa de reformas estructurales de mediano plazo con el FMI a través de un acuerdo de facilidades extendidas (EFF).

Argentina tiene muchísimas diferencias respecto de Sri Lanka y Grecia (y también muchas más similitudes de las surgen a primera vista), pero comparten una característica central que es lo que vuelve atractiva la comparación: llegados a la misma encrucijada, sus alternativas de política son idénticas. Con un detalle adicional: en el caso de Argentina la decisión es binaria. Dicho de otro modo: no tiene sentido pensar en financiamiento bilateral (China, Rusia, etc) si es para pagar solo una parte los vencimientos con el FMI, porque de esa forma no se evitaría la negociación del acuerdo con el organismo.

La posibilidad de una salida a la Sri Lanka adquirió visibilidad en las últimas horas, a partir de los rumores que vinculan al ministro Guzmán en negociaciones con Rusia en el marco de la reunión del G20 para la obtener financiamiento bilateral. Por varias razones creemos que esa alternativa es impracticable. La razón más obvia es la del tamaño: el rescate de China a Sri Lanka fue por USD 1,500 millones, un valor incomparable a los USD 45,000 de Argentina. Solo a modo de ilustración, este monto representa el 7% de las reservas internacionales de Rusia.

La vía de Grecia por su parte parece más probable, más allá de la resistencia o la pericia que pueda mostrar el gobierno para implementarla. Al contrario de lo que sucede con los rumores, aquí podemos contrastar hechos que avalan la idea de que ese camino ya comenzó: i) el gobierno hizo su máximo esfuerzo para no defaultear con bonistas privados en 2020; ii) reconoció el límite a su heterodoxia cuando post reestructuración con bonistas el tipo de cambio se le fue a 190 en octubre pasado y encaró un ajuste fiscal que 8 meses más tarde ya alcanza los 4 puntos del PBI, y; iii) se encuadró frente al G7 pagando un adelanto del vencimiento de deuda con el Club de Paris, comprometiendo un acuerdo con el FMI en un plazo menor a 9 meses.

El denominador común de estas tres iniciativas es claro: tomó ese rumbo no porque forme parte de su ADN político ni porque crea que es lo mejor sino simplemente porque no le quedaba otra alternativa. La situación que enfrentará el gobierno luego de las elecciones será la misma, pero sin margen para seguir postergando: en 2022 vencen USD 17,700 millones con el FMI.

La pregunta de Máximo Kirchner esta semana ilustra bien el dilema oficial: el monto de la deuda actual con el organismo deja al gobierno sin posibilidad material de repetir la gesta 2005 de pago anticipado con reservas o esquivar la negociación a través de la gestión de fondos bilaterales. El camino griego no es agradable de transitar, tendrá idas y vueltas, no será en línea recta ni libre de fricciones. Pero tal como están dadas las cosas, no parece haber otra alternativa. Este escenario no es lo que hoy está descontado en los precios.

Estratega Consultatio Investments

Dejá tu comentario

Te puede interesar