Inflación es general (pero se puede frenar)
• Protecciones
En el medio aparecía un segundo objetivo político que consistía en desarrollar un capitalismo de origen nacional basado en la sustitución de importaciones. Entonces el gobierno comenzó a cerrar la economía. Han habido protecciones para textiles, autos, termotanques, heladeras, lavarropas, calzados, juguetes, etcétera.
El tercer objetivo político que Kirchner se propuso fue la restauración de la «movilidad social ascendente» o, lo que es lo mismo, mejorar la distribución del ingreso. De paso, se insuflaba más «gas» a la demanda doméstica. Para el «pintoresco» progresismo local, al capitalista hay que sacarle todo lo que se pueda vía impuestos y luego redistribuirlo a favor de los que no tienen porque lo que le sobra al empresario argentino después de pagar sus gastos y consumos, lo fuga al exterior (afectando negativamente la demanda interna), y mucho peor todavía si ese capitalista es un extranjero.
Así es que desde 2002 el gobierno ha recaudado un fenomenal impuesto sobre los balances empresarios al no ajustarlos por inflación en un monto cercano a los $ 5.000 millones, que se eleva a $ 5.500 millones al sumársele que el mínimo no imponible en bienes personales tampoco fue ajustado, y finaliza en $ 16.000 millones si agregamos las retenciones a las exportaciones.
Pero faltaba aun más y lo más importante: el aumento de salarios. Desde mediados de 2002 el gobierno decretó seis sumas fijas no remunerativas (julio 2002; enero, marzo y mayo de 2003; enero de 2004 y enero de 2005) de las cuales dos fueron incorporadas al salario bruto (en julio de 2003, la de mayo 2003 por $ 200; y en abril de este año, la de enero pasado por $ 50) y ocho veces subió el salario mínimo para llevarlo de $ 200 en julio de 2003 a $ 450 en setiembre de 2004, lo cual implicó una suba del costo laboral que pagan las empresas de $ 22.000 millones más de 6% del PBI que, sumados a los $ 16.000 millones anteriores, da un total de $ 36.000 millones de transferencias para mejorar la distribución del ingreso que, además en la lógica del gobierno, también serviría para acelerar el crecimiento.
Tampoco fueron suficientes 14 aumentos de salarios por decreto. Hacía falta más. Entonces el gobierno mandó a los «gordos» de la CGT a negociar salarios con la UIA, mientras que el Ministerio de Trabajo participaba y participa en las negociaciones como un abogado de los derechos de los trabajadores y no como un árbitro. Es juez y parte. Así es que vino una segunda ola de aumentos de salarios en el segundo trimestre del presente año.
Con semejantes estímulos a la demanda interna y a los costos empresarios, resulta obvio que la inflación podría reaparecer. Hasta ahora la estamos duplicando por segundo año consecutivo. En 2003 fue de 3,7%, en 2004 de 6,2% y en el primer trimestre de 2005 de 17% anual. Es preocupante, pero si el gobierno mantiene el superávit fiscal no vamos de ninguna manera a una aceleración de los precios sin pausa y si mejora en el resto (el contenido de esta nota), la inflación llegará hasta acá y no más.
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