28 de junio 2025 - 00:00

Inversión extranjera y migración: el relato no coincide con la realidad

Surgen múltiples obstáculos que contradicen el discurso oficial y desalientan precisamente al perfil de inversor que más podría dinamizar la economía real: el pequeño y mediano.

Inversión extranjera: el problema no es la falta de interés, sino el exceso de trabas

Inversión extranjera: el problema no es la falta de interés, sino el exceso de trabas

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El Gobierno ha anunciado recientemente una serie de reformas orientadas a captar inversiones extranjeras. La nueva legislación migratoria, entre otras medidas, fue presentada como una herramienta moderna para abrir las puertas del país al capital internacional. Sin embargo, al analizar en detalle su funcionamiento, surgen múltiples obstáculos que contradicen el discurso oficial y desalientan precisamente al perfil de inversor que más podría dinamizar la economía real: el pequeño y mediano.

Como abogado migratorio, recibo diariamente consultas de personas y empresas extranjeras que desean invertir en Argentina. No estamos hablando de grandes multinacionales -históricamente bien posicionadas para sortear la burocracia- sino de individuos o emprendimientos que buscan inyectar entre 100.000 y 500.000 dólares en proyectos productivos concretos: abrir un café, comprar un hotel, montar una planta de procesamiento o una startup.

La respuesta común, casi resignada, que escucho de estos potenciales inversores es: “¿Su país no quiere mi dinero?”

El problema no es la falta de interés, sino el exceso de trabas

En primer lugar, cualquier transferencia internacional hacia Argentina está sujeta a impuestos, al diferencial entre el tipo de cambio oficial y el real, y a un complejo entramado de normativas del BCRA, UIF y entidades bancarias que desalientan el ingreso formal de divisas. Esto genera que el país pierda competitividad frente a jurisdicciones donde las operaciones financieras son simples, rápidas y seguras.

A esto se suma una barrera insólita: un extranjero no puede abrir una cuenta bancaria en Argentina sin residencia legal. Mientras en países como Estados Unidos basta un pasaporte para acceder a servicios bancarios básicos, en Argentina la apertura de una cuenta requiere trámites migratorios, validaciones presenciales, domicilio local y, en algunos casos, meses de espera.

Argentina no tiene una Visa de Inversor operativa

Lo más grave es la inexistencia de una política migratoria diseñada para atraer inversores individuales. Aunque la Ley de Migraciones contempla la posibilidad en su artículo 23 inciso d), la Visa de Inversor no está reglamentada, por lo que en la práctica es imposible obtenerla. Quien quiera radicarse en el país para invertir, debe hacerlo como estudiante, trabajador o rentista -categorías inapropiadas para su perfil y objetivos-.

El reciente Decreto 366/2025 no resolvió esta omisión. Aunque prometía modernizar el sistema migratorio, las mayores facilidades siguen siendo para ciudadanos del Mercosur, mientras que países con alta capacidad inversora como Estados Unidos, Japón o Alemania no cuentan con ventajas específicas.

Tampoco se reglamentó la anunciada "ciudadanía por inversión", dejando otra promesa sin implementación real.

¿Por qué importa el inversor mediano?

El foco actual del Gobierno está puesto en las grandes inversiones, especialmente en el marco del RIGI. Sin embargo, la experiencia internacional demuestra que las inversiones pequeñas y medianas son igual o más relevantes para dinamizar la economía, generar empleo y atraer talento extranjero.

En América Latina, países como Chile, Uruguay y Paraguay han captado la atención de startups e inversores individuales mediante políticas simples y amigables. Paraguay, por ejemplo, permite abrir una empresa desde el exterior, operar con un régimen tributario competitivo y acceder a residencia por inversión. Chile permite constituir sociedades simplificadas por internet en menos de 24 horas. En EEUU, cada estado compite por atraer capital, ofreciendo beneficios fiscales y migratorios que incluso alcanzan a proyectos personales o familiares.

Argentina, en cambio, sigue sin una propuesta coherente para este segmento. Y eso se refleja en los números: la inversión privada en Paraguay equivale al 27% del PBI; en Chile, al 25%; y en Argentina, apenas ronda el 16%.

Inversiones extranjeras: ¿qué hacer?

Si Argentina aspira realmente a captar inversiones extranjeras sostenibles y dinamizar su economía real, debe comenzar por resolver las trabas más elementales. La primera es flexibilizar el ingreso y egreso de capitales, dentro de un marco transparente que cumpla con estándares internacionales de prevención fiscal y antilavado. Sin reglas claras y predecibles, ningún inversor serio -grande o pequeño- se arriesgará a ingresar divisas al país.

Otra reforma impostergable es permitir la apertura de cuentas bancarias a no residentes, como ocurre en la mayoría de las economías abiertas. Esta medida no implica riesgos si se acompaña de controles razonables, y eliminaría una de las barreras más absurdas para quienes desean invertir desde el exterior.

En paralelo, se debe implementar una Visa de Inversor real y operativa, con requisitos definidos -como monto mínimo, origen lícito de fondos y plan de inversión- y un procedimiento ágil, previsible y sin discrecionalidades. Esta herramienta, presente en casi todos los países que compiten por capital global, hoy no existe en la práctica argentina.

Del mismo modo, urge simplificar la constitución de sociedades, permitiendo a extranjeros crear empresas de forma remota y digital, sin necesidad de residencia previa ni de pasar por organismos que muchas veces funcionan como cuellos de botella, como la IGJ.

Una política moderna de atracción de inversiones también debería contemplar la posibilidad de otorgar ciudadanía por inversión, con parámetros exigentes pero transparentes, como hacen países que buscan atraer talento, innovación o capital productivo de largo plazo.

Finalmente, sería deseable que las provincias y municipios tengan margen y herramientas para competir entre sí por inversiones, como sucede en Estados Unidos, donde los gobiernos subnacionales ofrecen incentivos específicos, infraestructura y entornos favorables para captar capital y generar empleo local.

Argentina tiene todo para atraer inversión extranjera directa, incluso sin recurrir a mega proyectos extractivos o financieros. Pero mientras siga sin resolver las trabas básicas que afectan a quienes realmente quieren trabajar, emprender y producir, el país seguirá perdiendo oportunidades. La voluntad política parece estar; falta ejecutar con inteligencia, apertura y realismo

* Abogado especialista en Derecho Migratorio e idóneo registrado en la CNV.

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