1 de junio 2007 - 00:00

La convertibilidad al revés plantea trampa

La salida del actual esquema cambiario, que fija una paridad ficticia de 3,10 pesos por dólar, plantea una trampa ya que se comporta como una convertibilidad al revés. Este mecanismo privilegia tres aspectos: una fuerte acumulación de reservas internacionales mediante compras de dólares en el mercado por parte del BCRA, una gran emisión de pesos para adquirir esas divisas y una absorción o esterilización de esos pesos a través de instrumentos monetarios, como las Letras y Notas que coloca el Central.

Hoy se pretende mantener a través de fuertes intervenciones del BCRA un dólar alto cercano a los 3,10 pesos con un esquema de tipo de cambio flotante que presiona hacia arriba los precios; todo lo contrario a lo que ocurría con la convertibilidad, que buscaba mantener la relación uno a uno entre el peso y el dólar con un tipo de cambio fijo, reduciendo la tasa de inflación a niveles cercanos a 5% anual. La convertibilidad era un esquema rígido que planteaba una trampa al salir de ella, asomaban la recesión, un default y una fuerte devaluación del peso. En cambio, el modelo actual también plantea una rigidez ascendente, donde asoma el viejo fantasma de la inflación. Además, se suma un efecto mundial como es la revaluación de las monedas de la mayoría de los países del mundo frente al dólar que se produce desde mediados de 2003 y donde la moneda brasileña se revaluó 75% frente al dólar, en tanto que el peso tuvo un movimiento contrario y se devaluó 10%.

Por lo tanto, el gobierno debería aprovechar uno de los grados de libertad con los que cuenta esta política económica y que es el tipo de cambio flotante.

Esto significa que se puede flotar el dólar para que sea el mercado quien finalmente lo fije a través de la demanda o la oferta. A diferencia de lo que ocurría en la convertibilidad donde el BCRA vendía una gran cantidad de dólares en el mercado para mantener la paridad cambiaria uno a uno, hoy la autoridad monetaria hace exactamente lo contrario para fijar esta paridad en 3,10 pesos por dólar.

  • Preferible

    Para evitar una espiralización en la tasa de inflación manipulada hoy por el INDEC, sería preferible que la autoridad monetaria dejara caer el valor del dólar, de lo contrario será la suba de la tasa de inflación la que reducirá el tipo de cambio real. Si el peso se apreciara frente al dólar, como ocurre en Brasil, sería probable que la tasa de inflación por lo menos no subiera a los valores actuales que se ubican entre 12% y 15% anual. Una de las alternativas que tienen las autoridades del BCRA es volver a aplicar el mecanismo de metas de inflación o «target inflation» que se dejó de utilizar en 2005. Este sistema es empleado por la mayoría de los bancos centrales del mundo y en particular por Brasil, que ha logrado situar la tasa en valores próximos a 5% anual.

    El mecanismo consiste en fijar primero un objetivo de tasa de inflación y a partir de allí ajustar el resto de las variables económicas como, por ejemplo, la emisión monetaria para que la evolución real de los precios converja con la proyectada. A través de este sistema, el BCRA logró reducir la tasa de inflación a valores cercanos a 6% anual en 2004, pero luego lo abandonó.

    En la actualidad, el Central fija la cantidad de dinero o el agregado M2 y a partir de allí se determina el resto de las variables. El problema es que este mecanismo sirve en la medida en que la entidad esterilice o saque constantemente de circulación los pesos que emite para comprar todos los dólares en el mercado. Esto a su vez genera una fuerte colocación de Letras y Notas (Lebac y Nobac) de corto plazo que en la actualidad llegan a los $ 52.000 millones que devengan intereses promedio de 10% anual y que son la contracara de todas las reservas que viene acumulando el BCRA desde que canceló la deuda con el FMI en enero de 2005. Lo más saludable sería que las autoridades dejen de intervenir por un tiempo en el mercado cambiario y se utilice parte del superávit fiscal acumulado para comprar divisas, de lo contrario podría ser difícil sortear en el futuro una fuerte suba de los precios en un mundo donde la inflación dejó de ser un problema porque la mayoría de los países han dejado revaluar sus monedas frente al dólar.

    Se trata de una « konvertibilidad al revés» porque el actual modelo económico muestra aspectos positivos que la convertibilidad necesitaba para funcionar y nunca los tuvo. Entre éstos se destacan la existencia de los llamados «superávit trillizos» como el fiscal, el de cuenta corriente y el del BCRA, y el abultado monto de reservas que ya llegan a los u$s 40.500 millones y con las cuales el Central gana aproximadamente unos u$s 2.400 millones al año por los intereses que generan en el exterior.

    Lo curioso es que a través de dos esquemas distintos como el fijo de la convertibilidad y el flotante de ahora las autoridades busquen un mismo objetivo, que es lograr fuertes tasas de crecimiento económico y mejorar la competitividad de la economía argentina. Lamentablemente, no se toma en cuenta lo que hace el resto de los países del mundo. Hoy se habla de « revaluaciones competitivas» y el peso argentino se devalúa en tanto en aquel entonces se producían «devaluaciones competitivas» y nuestra moneda se atrasaba frente al dólar. Pero lo más preocupante es la suba de la tasa de inflación, y allí reside el peligro mayor.
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