27 de septiembre 2025 - 00:00

La frontera en donde cripto e Inteligencia Artifical se encuentran

La convergencia de ambos sectores no es ciencia ficción. Está ocurriendo ahora y tiene el potencial de redefinir la inclusión financiera en nuestra región.

La convergencia entre Inteligencia Artificial y criptomonedas está transformando la manera en que nos vinculamos con el dinero.
La convergencia entre Inteligencia Artificial y criptomonedas está transformando la manera en que nos vinculamos con el dinero.
Imagen creada con IA

En los últimos años la Inteligencia Artificial y las criptomonedas se convirtieron en dos de los temas más discutidos en tecnología y finanzas. A menudo se los percibe como conceptos exagerados por el marketing. Desde mi experiencia esa mirada desconoce un hecho central, la convergencia que se da entre ambas y que está transformando la manera en que nos vinculamos con el dinero y lo hará cada vez más rápido.

Quienes usamos criptomonedas desde hace tiempo sabemos que la experiencia puede no ser sencilla. No es algo para recomendarle a mis padres sin ayudarlos en el paso a paso. Ahí es donde la IA puede hacer una diferencia concreta para derribar barreras y abrir el camino a un ecosistema en el que el dinero funciona en segundo plano, permitiendo que las personas se concentran sólo en lo que quieren lograr.

La analogía con la programación es clara. Hace tres décadas programar era bastante más difícil y ciertamente complejo para quienes querían comenzar a dar sus primeros pasos en esta área. Hoy gracias a los agentes de IA la creación de software, aplicaciones y sistemas se volvió más sencilla, rápida y pedagógica. Lo mismo pasa con las finanzas. Más que dar acceso a productos, la verdadera inclusión financiera está en acompañar a los usuarios para que entiendan y decidan mejor. Bancos y billeteras digitales tenemos hoy la posibilidad de convertirnos en verdaderos aliados del usuario en tiempo real al ofrecer recomendaciones personalizadas y soluciones inmediatas.

Los ejemplos ya están en marcha. Gracias a protocolos como MCP (Mode Context Protocol), los agentes de inteligencia artificial pueden conectarse con servicios concretos —desde Gmail hasta una exchange— y ejecutar operaciones. Existen bots que leen noticias en tiempo real y toman decisiones de trading en cripto a velocidades inalcanzables para cualquier humano. Y esto no se limita a Bitcoin: hablamos de activos reales “tokenizados”, acciones, bonos, un campo o un inmueble que pueda negociarse de manera descentralizada.

El impacto en el mercado será enorme. Como suele suceder, los primeros en adoptarlo serán los que obtengan mayores beneficios. Con el tiempo, la competencia se trasladará al terreno de los algoritmos para ver cuál procesa más rápido y quién interpreta mejor los datos. Falta para que esto llegue al mainstream, pero es un escenario inevitable.

Ahora bien, no podemos ignorar la necesidad de regulación. Cripto aún enfrenta serios desafíos de seguridad. Perder una clave privada significa perder dinero de inmediato. Por eso, es esencial que existan normas claras que auditen a los custodios y garanticen estándares de seguridad. El usuario debe poder elegir si quiere autogestionar sus activos o delegarlos en un tercero que esté debidamente regulado.

También hay un impacto en el talento. Históricamente, programar en cripto exigía un nivel de especialización altísimo. Hoy la IA está bajando esa barrera, lo que permite que más personas participen y que quienes ya tenían experiencia trabajen mejor. Ahora bien, esta tecnología puede tener “alucinaciones” y arrojar errores que puedan ser difíciles de detectar para perfiles más junior. Por ejemplo, un simple descuido en un contrato de Solidity puede significar pérdidas millonarias. La solución entonces pasa por reforzar la auditoría y combinar la velocidad de la IA con la experiencia humana.

Por todo esto queda claro que la convergencia no es ciencia ficción. Está ocurriendo ahora y tiene el potencial de redefinir la inclusión financiera en nuestra región. El verdadero objetivo pasa por optimizar la experiencia y eliminar pasos innecesarios en la vida financiera diaria. Si logramos que las personas dejen de preocuparse por el dinero y se concentren en lo que realmente quieren hacer, habremos dado el salto que siempre soñamos.

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