8 de marzo 2005 - 00:00

Newbery: muerte temprana pudo frustrar al país

El viernes pasado, se cumplieron 90 años de la muerte del ingeniero Jorge Newbery, un pionero no sólo de la aviación. Tenía 39 años, y su muerte temprana frustró posibilidades que, en un ensayo de imaginacion,  pudieron darle al país otro rumbo.
El viernes pasado, se cumplieron 90 años de la muerte del ingeniero Jorge Newbery, un pionero no sólo de la aviación. Tenía 39 años, y su muerte temprana frustró posibilidades que, en un ensayo de imaginacion, pudieron darle al país otro rumbo.
Hay que imaginar lo que hubiera sido Jorge Newbery -de cuya muerte, a los 39 años, se cumplieron 90 el pasado viernes 4 de marzo- fabricando aviones, autos o teléfonos en aquella Argentina todavía ascendente de 1914. Desarrollando la electricidad, la tecnología de los combustibles, las industrias de punta que con intensa actividad ya estaban despegando.

Conduciendo o inspirando la alta política en la primera mitad del siglo XX. Atrayendo las grandes inversiones que el país no supo o no quiso seducir cegado por prejuicios xenófobos, anarquistas o populistas.

La pureza moral y la formación tecnológica de este ingeniero genial e intrépido hubieran conducido al país hacia los grandes progresos con los cuales el siglo XX deslumbró a la historia en gran parte del planeta. Lamentablemente, su lugar en la política lo ocuparon militares mesiánicos y caudillos misteriosos o retóricos que no supieron salir de ciertas temáticas más apropiadas para el siglo XVIII.

Ese país que no supo generar ni multiplicar riquezas. Que pereció en las garras de los fabricantes de la miseria.

Por medio de sus estrategias y sus pensamientos, incursionó en la altísima política. En sus escritos, se lo descubre obsesionado por el desarrollo industrial y energético, mientras nuestros hombres públicos no salían del microclima enfermizo que mezclaba las formas del sufragio,las libertades públicas y las conspiraciones.

Jorge Newbery
se desvelaba por traer industrias, fábricas, energía, comunicaciones, ciencia y transportes modernos. Aviones y automóviles fueron sus objetivos puntuales en la época que le tocó vivir. Les costaba entender a los maestros de las disciplinas sociales que ese progreso nos generaría mejores libertades públicas y desarrollo. Algo que están muy lejos aún de comprender los eternos paladines del populismo. Tuvo otras inquietudes, siempre profundas, destinadas a superar la mera condición de país bucólico y aislado en que arriesgaba caer la Argentina de entonces. Nuestros profesionales -menos aún, los políticos- no se interesaron por las grandes concepciones innovadoras.

• Primer mundo

Gracias a Jorge Newbery, nos estábamos acercando a aquel primer mundo de los comienzos del siglo XX.

Frecuentaba en Europa a
Lars Magnum Ericsson, el ingeniero Saulnier y su socio Lyon Morane, Werner Von Siemens, Gustave Eiffel, Louis Bleriot, Henri Farman, Roland Garros, Louis Breguet, Edouard Audemars, Edmond Perreyon, Santos Dumont, etcétera.

Por todo esto, nos lamentamos cuando decimos que
Newbery debió haber vivido otros cuarenta años para intentar modificar el decadente destino de la Argentina en el siglo XX. Si nos hubiera acompañado hasta sus ochenta años, si hubiese vivido hasta la mitad del siglo, imaginemos las fábricas, el avance tecnológico, el progreso y el desarrollo magistral que este coloso habría podido desplegar en esos cuarenta años, con sus iniciativas y creaciones. Era un predestinado, y lo perdimos en un accidente absurdo.

Dejá tu comentario

Te puede interesar