Mientras las economías desarrolladas enfrentan desaceleraciones, los precios de las materias primas muestran una gran volatilidad y las tensiones comerciales globales se intensifican, los países de América Latina cierran 2025 con un balance que invita más al optimismo cauteloso que al pesimismo. La región exhibe un crecimiento promedio del 3%, inflación mayormente controlada y, quizás lo más significativo, una diversidad de estrategias que refleja la madurez económica alcanzada por estos países.
Panorama económico y financiero en América Latina: un análisis regional para diciembre 2025
Los países de América Latina cierran 2025 con un balance que invita más al optimismo cauteloso que al pesimismo. Hay pilares de estabilidad, pero también desafíos para enfrentar.
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La región exhibe un crecimiento promedio del 3%, inflación mayormente controlada.
Los pilares de la estabilidad
Perú y Paraguay emergen como los estudiantes modelo de la región. Perú, con su crecimiento del 3% impulsado por la minería del cobre y un desempleo de apenas 4,7%, el más bajo de toda la región, demuestra que la estabilidad económica y la prudencia fiscal rinden frutos tangibles. Su sol fortalecido y una deuda pública de 34% del PIB lo convierten en un refugio para inversores regionales, más allá de que necesita reformas para elevar la productividad
Paraguay, por su parte, lidera el crecimiento con un 4,2% impulsado por las agroexportaciones y la energía hidroeléctrica, manteniendo el desempleo más bajo del Mercosur (4,9%). Su baja deuda y la calificación investment grade hacen del país un modelo de prudencia, aunque vulnerable al clima económico.
Chile, a pesar de la volatilidad política, mantiene su brújula económica apuntando en la dirección correcta. Su crecimiento del 2,6% refleja la resiliencia de su sector minero y la capacidad de adaptación ante el contexto electoral. Con un déficit fiscal que desciende al 1,5% y un peso que se sostiene en 925 CLP/USD gracias al superávit comercial, Chile preserva su estabilidad macroeconómica en medio de la incertidumbre política.
De la crisis a la recuperación
La historia más notable de 2025 es, sin duda, Argentina. Rebotar con un 5,2% de crecimiento tras años de crisis es más que un dato estadístico: es un recordatorio de la capacidad de recuperación cuando se implementan ajustes necesarios. La inflación, que hace dos años superaba el 200%, ahora se ubica en 47% anual con una tasa mensual del 2%, evidenciando que las políticas de estabilización están generando resultados. El desempleo descendió al 6,4% y los salarios reales ya superan niveles pre-crisis.
Cierto, las reservas netas negativas y una tasa de interés del 29% revelan que el camino apenas comienza. Pero con el respaldo del FMI y las reformas tributarias en marcha para volver a tener crédito sostenible, Argentina avanza y vuelve a demostrar que es una economía demasiado dinámica para permanecer fuera del radar regional.
Los desafíos de México, Colombia y Uruguay
México y Colombia, quienes enfrentan presiones externas de Estados Unidos, transitan realidades más complejas. México, la segunda economía regional, atraviesa un año de estancamiento con una expansión de sólo el 0,3%, dato que refleja el freno en inversión privada y consumo. La pelea arancelaria con Estados Unidos, que provocó una caída de las exportaciones, y la contracción de la inversión privada exponen una vulnerabilidad estructural que requiere diversificación urgente para reactivar el consumo y el crédito. Sin embargo, la inflación controlada en 3,5% y un peso fortalecido ofrecen bases sólidas para una eventual reactivación.
Colombia presenta un panorama mixto. Su recuperación del 2.5% es alentadora, pero la inflación del 5.1% y una tasa de interés del 9.25% mantienen el crédito limitado. El desempleo del 8.8%, aunque descendente, y una informalidad del 55% revelan las limitaciones del mercado laboral. La depreciación del peso a 4.000 pesos colombianos por dólar refleja las tensiones, pero las exportaciones petroleras y el consumo interno sostenido por remesas proveen un colchón de resiliencia. El país debe priorizar la formalización para potenciar el financiamiento.
Uruguay mantiene su sello característico de equilibrio, con un crecimiento del 2,5% que, aunque modesto, se asienta sobre fundamentos sólidos: inflación estable en 4,5%, reservas robustas y una moneda fuerte. Su desafío es acelerar sin comprometer la prudencia fiscal que lo ha caracterizado.
El denominador común
Más allá de las particularidades nacionales, emergen dos desafíos compartidos que determinarán el futuro regional. Primero, la informalidad laboral, que supera el 50% en México y Colombia, limita la capacidad de expansión del crédito y, por ende, del consumo sostenible. Segundo, la dependencia de materias primas, aunque rentable en el corto plazo, expone a la región a la volatilidad de precios globales.
Mirando hacia adelante
El balance de 2025 sugiere que América Latina ha aprendido de crisis pasadas. La mayoría de los países mantienen inflaciones controladas, deudas manejables y políticas monetarias prudentes. La región no solo resiste vientos globales adversos, sino que algunos países están aprovechando oportunidades en sectores estratégicos como minería, energías renovables y agroindustria.
El desafío ahora es convertir esta estabilidad en crecimiento inclusivo. La formalización laboral, la diversificación productiva y la inversión en productividad no son opciones, son imperativos. Pero con gobiernos que muestran mayor pragmatismo y sociedades más conscientes de los costos de la inestabilidad, hay razones para el optimismo. América Latina no está en crisis; está en construcción.
* CEO de la gerenciadora de patrimonios FDI.
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