"Ayudemos a Kirchner, no sabe retroceder"
El senador José Mujica es uno de los personajes más originales y a la vez profundos que ha generado la política del Río de la Plata. Ex guerrillero, perteneció a la organización Tupamaros, estuvo en acciones terroristas, sufrió persecución y en la edad de la tibieza se incorporó a la vida republicana. Es autor de planteos originales sobre cómo hacer política sin renunciar a convicciones, pero sin entrar en el túnel del tiempo. Al ganar las elecciones la alianza en torno al Frente Grande, asumió como senador, pero tomó licencia para ocupar el cargo de ministro de Agricultura de su país. No cree, por caso, que ante el alza del precio de la carne deban limitarse las exportaciones de su país. "Habrá que comer más guisito", dijo en una oportunidad. Otra vez le preguntaron cómo conjugaba su pasado y sus ideas con las necesidades de gobernar bien; respondió: "Tengo las mataduras de la persecución en el cuerpo, pero me obligo a mirar hacia adelante porque quedándome en el pasado no le puedo de dar de comer a un niño". Esta semana, Mujica dio un reportaje a la revista "Caras y Caretas" que se edita en Montevideo y reflexionó sobre la necesidad que tiene su gobierno de arreglar el conflicto con la Argentina por las papeleras. Apeló a una ironía: Kirchner no sabe retroceder y hay que ayudarlo. Veamos lo principal de ese reportaje.
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J.M.: Tiene que ser informal. Por eso alguien de la región tiene que intervenir. Si no, tenemos un lío hasta las calendas griegas, que es irracional para todos.
P.: ¿Es un lío que tiene que ver con las plantas de celulosa o es más general?
J.M.: Hay un montón de problemas que yo no quiero contar. La región no debería patearnos para afuera, no debería cometer el error de ayudar a transformarnos en un tapón quinta columna. Es muy lindo decir que Uruguay es independiente, pero ¿en qué nos transformamos, en Singapur?
P.: ¿Dónde están los amigos de Lula, Marco Aurelio García y otros?
J.M.: Yo creo que están.
P.: ¿Y Kirchner también?
J.M.: Bueno, Kirchner anda medio enojado, pero parece que hizo bastante buen gobierno para la Argentina. Hay dificultades, pero estamosen el barrio y los países no se mudan. Tengo esperanzas de que podamos cuerpear el asunto y cambiar esta onda de frialdad y dificultades por otra de política común. Por lo menos es lo que tenemos que perseguir. Necesariamente tenemos que ser amigos de la Argentina. Lo peor es el nacionalismo abstruso. No quisiera que Uruguay viviera lo que vivió en aquellos años errados, en tiempos de Perón. Por eso yo quiero tener una actitud abierta, a pesar de que los hechos no generan mucho optimismo.
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