29 de agosto 2006 - 00:00

Banderas con doble faz trágica

Las banderas de todo nacionalismo tienen una doble faz trágica: expresan convicciones irrenunciables pero se prestan también a la manipulación baja. Un gobierno inglés que necesita alguna cruzada de ese tipo que lo compense ante su electorado de las críticas que recibe por la campaña de Irak parece inspirar el duro discurso ayer del nuevo gobernador de Malvinas. ¿Dejará pasar este desafío un Néstor Kirchner que mantiene la misma dureza en sus relaciones con Londres por este punto y que ya está en campaña por su reelección?

Tony Blair
Tony Blair
Un discurso inusualmente explícito del nuevo gobernador inglés en las Malvinas dicho ayer en Puerto Argentino al asumir su cargo reveló una fina trama que puede poner al tema Malvinas de nuevo en el centro del debate de la política exterior argentina.

El nuevo funcionario, Alan Huckle, se quejó de que «las relaciones con el gobierno argentino son hoy más difíciles de lo que quisiéramos. Creo que el gobierno argentino está cada vez más impaciente porque no ha progresado hacia una transferencia de la soberanía argentina sobre las islas».

Ningún funcionario colonial, ni de la metrópoli, se había pronunciado con tanta energía desdeque el saliente embajador de Londres en Buenos Aires, Robin Christopher, dijo en un reportaje al dejar el país que era el peor momento de las relaciones de su país con la Argentina desde la guerra de 1982.

El gobernador Huckle advirtió en el primer mensaje a los isleños que «si el gobierno argentino decide aumentar la presión, sea diplomática o económica, sobre las Malvinaso sobre quienes mantienenrelaciones con los isleños, eso sólo dañará las relaciones y hará que la negociación de acuerdos futuros se dificulte más. Esas presiones serán contraproducentes».

  • Respuesta

    Este endurecimiento es una respuesta de Gran Bretaña ante la misma actitud de Buenos Aires desde la asunción del actual gobierno, que ha ignorado el llamado «paraguas de soberanía» -una idea que amparaba relaciones casi normales con Gran Bretaña sin hablar hasta nuevo aviso de soberanía en las islas- que habían consagrado los acuerdos de Madrid de 1990, que se firmaron para reabrir las relaciones interrumpidas en 1982.

    «Espero que el gobierno argentino reconozca que sigue siendo beneficiosa la cooperación en asuntos prácticos o de interés mutuo bajo el 'paraguas de soberanía' sin el recurso de presiones indeseadas que no fructificarán», dice sobre este punto este funcionario que viene de ser gobernador en un paraíso caribeño, la isla de Anguilla, adonde quizás pensó que terminaría su carrera.

    Dato clave: durante de la guerra de Malvinas integró la Unidad de Emergencia de la Cancillería de su país para el esfuerzo bélico y más cerca de ahora fue el jefe del departamento de Territorios de Ultramar en la Cancillería británica (2001-2004). Todo un experto en el tema.

    Este gesto de Huckle era leído ayer en la Cancillería argentina como la antesala de una escalada del gobierno inglés preparando el clima para los festejos que prepara Londres para abril de 2007 en recuerdo de los 25 años del final de la Guerra de Malvinas. La intención no es sólo celebratoria, ya que Gran Bretaña enfrenta críticas internas por el compromiso de la administración de Tony Blair con la campaña de Irak que bien podrían compensarse con alguna algarada nacionalista en Malvinas.

    Esos festejos coincidirán, claro, con la campaña electoral en la Argentina en la cual Néstor Kirchner buscará un nuevo mandato. El santacruceño se ha identificado desde siempre con banderas de nacionalismo básico, como lo mostró en el debate sobre los Hielos Continentales cuando era gobernador y exigió intransigencia al gobierno de entonces ante las pretensiones territoriales de Chile. Cuando asumió en 2003 designó como canciller a Rafael Bielsa, un escritor que se ufana de ser un argentino « malvinizado» y que se apuntó como voluntario para pelear en las islas en 1982. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores Bielsa cumplió con la agenda Kirchner ante Malvinas: suspender las conversaciones sobre pesca y petróleo con los ingleses, incautar naves en la zona reclamada, advertir a licenciatarios de pesca que deberán elegir si hacerlo con bandera malvinera o argentina y suspensión de la autorización para que los vuelos hacia Puerto Argentino usen el espacio argentino o aeropuertos continentales.

  • Endurecimiento

    Esa política implicó dejar de hablar de «paraguas de soberanía» y un endurecimiento de las relaciones. No sólo fue un gesto para dejar atrás la diplomacia ditelliana sino también de complementar la firmeza en las relaciones con países que reclamaban, como Gran Bretaña, por la situación de las empresas ante la política de contratos con privatizadas.

    Con la salida de Bielsa de Cancillería la línea oficial no se modificó y encontró réplicas en el Congreso. Un autodenominado «Observatorio Malvinas» comenzó a funcionar en la Cámara de Diputados bajo el mando de una novata en el tema, la diputada Patricia Vaca Narvaja (una instrumentista quirúrgica que encontró cobijo en la política), y el diputado Jorge Argüello, y aspira a ponerle letra a los silencios del nuevo canciller Jorge Taiana, un hombre a quien se le atribuye un interés especial por Malvinas, aunque canaliza esas pulsiones por los laberintos de la burocracia formal.
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