19 de abril 2019 - 00:01

Los números rojos y los vaivenes de la grieta empresaria

Con todos los datos de consumo y producción en caída, en las cámaras empresarias revive la discusión ideológica ante la cercanía de las elecciones. Sin embargo, la acuciante realidad en muchos casos acerca posiciones entre quienes estaban distanciados.

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Allá por diciembre de 2015, consumada la victoria de Mauricio Macri, los empresarios estaban divididos entre la esperanza de un cambio y el escepticismo de un modelo ya conocido. Pero claro, los intereses sectoriales hicieron que en las entidades empresarias, se hablara menos de política y de ideología, para darle lugar a los debates sobre las necesidades puntuales para la producción.

Los esperanzados resaltaron con entusiasmo los primeros gestos del Gobierno, cuando en mayo de 2016, se dispuso una serie de medidas que constituían viejos reclamos de los empresarios, como por ejemplo el diferimiento del pago del IVA, algo que meses más tarde se complementaría con la llamada Ley Pyme. Los escépticos por su parte, si bien reconocían el alcance de esas medidas, seguían sin bajar la guardia.

Pese al pacto de caballeros de no hablar de política en las entidades, ambos bandos nunca dejaron de mirarse con recelo. Para los pymes, los grandes empresarios “no entienden la realidad de quienes todos los días estamos buscando en juntar la plata para pagar los sueldos”, resume un empresario pyme. Por otra parte, los más renombrados siempre miraron con cierto desdén a quienes consideran que crecen en su negocio en base al “proteccionismo” del Estado.

Esa especie de “mancha venenosa” recorre los pasillos de las entidades empresarias de más trayectoria, y en los últimos años ha desencadenado la creación de un sinnúmero de entidades gremiales empresarias que buscan poner sobre el tapete la importancia de las pymes en el entramado productivo.

En los albores de la administración de Cambiemos, en muchas entidades la “mano invisible” del Gobierno provocó cambios en la conducción, reemplazando a dirigentes críticos por otros más afines y condescendientes. Esa situación, también provocó más de un portazo y la sangría de empresarios que dejaron de pagar su membresía.

A casi tres años y medio de gestión, los números rojos se multiplican y la realidad resulta por demás abrumadora. “Las reuniones de comisión tienen un clima de velorio”, describe un empresario. Las viejas heridas parecen cerrarse en medio de la catarsis de muchos que ven desplomarse sus ventas.

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“Había una especie de revanchismo de quienes votaron a Macri y quienes bancamos los doce años de kirchnerismo. Ahora, hay muchos que vienen y dicen ‘si seguimos así nos vamos a fundir’”. En un clima bucólico, a los empresarios los une la realidad. La grieta se achica aunque no se cierra. Es que la desconfianza mutua perdura.

Es que los números rojos preocupan por igual a ambos sector ideologizados. Ahora el punto en común es la debacle de las empresas debido a la caída del consumo, la suba de costos, la disputa con los productos importados, la falta de financiamiento y la presión impositiva. En el último año del gobierno de Cambiemos, casi todos coinciden en que el rosario de problemas sigue siendo el mismo que allá por 2015.

En febrero, producción industrial hilvanó su décima baja consecutiva, con un descenso del 8,5%. De esta forma, la contracción del sector en el primer bimestre alcanzó el 9,7%. En esa línea, el uso de la capacidad instalada tuvo su peor febrero desde 2002, al alcanzar un 58,5%.

Por su parte, la producción industrial de las pymes cayó 6,1% en febrero y acumula 10 meses consecutivos en baja, según los datos los datos que surgen de la Encuesta Mensual Industrial de CAME entre 300 industrias pymes del país.

Los datos son elocuentes, pero el año electoral vuelve a instalar a la política en las disquisiciones empresarias tras el impasse post 2015. La incertidumbre sobre la reelección de Mauricio Macri, la unidad del PJ, o la vuelta de Cristina, despiertan enfáticos sentimientos de amor y odio; de esperanza y desazón.

Hay empresarios que se quejan porque los informes sectoriales elaborados por las cámaras a las que pertenecen pecan de “optimismo” cuando la realidad marca que “nos estamos fundiendo”, cuenta el dueño de un pyme fundada hace 60 años por su abuelo.

Otro empresario dice que “deberíamos blanquear el posicionamiento ideológico que tiene cada uno, porque hay quienes anteponen lo ideológico y entonces no se puede discutir”. En esa línea, otro empresario agrega que “la discusión no puede pasar por la ideología como pretenden algunos, tiene que ser sobre la realidad”.

En las reuniones de las cámaras, hay muchos empresarios pyme que abogan por la vuelta de un “modelo productivo”, y quizás son los que públicamente salen a expresar su posición, tal como lo hicieron en la marcha del 4 de abril bajo la consigna #NiUnaPymeMenos.

Del otro lado, están los empresarios más encumbrados que reconocen estar “decepcionados” pero que prefieren otro mandato de Macri. Algunos de ellos pusieron cuerpo y plata para apuntalar la llegada de Macri a la Casa Rosada. “La verdad es que hay cierta bronca porque estamos en una situación económica muy compleja, pero no puedo salir a decirlo públicamente”, afirma por lo bajo un empresario top.

El silencio de varios de los pesos pesado se entiende porque están preocupados por los alcances de la causa de los “Cuadernos”, en la que algunos quedaron alcanzados y/o salpicados por la trama de las coimas. Muchos de ellos adoptaron el bajo perfil para evitar quedar expuestos en lo personal y afectar a sus empresas, al menos hasta que se defina la situación judicial. El silencio stampa adoptado por los número 1, deja casi sin voz al sector empresario que defiende la gestión de Cambiemos.

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