1 de marzo 2022 - 00:00

Cautela histórica en las relaciones bilaterales de Defensa con Ucrania

Los acuerdos de cooperación técnico militar con terceros países muestran para el caso de Ucrania, demora en envío al Congreso.

Agustín Rossi
Agustín Rossi

El ministerio de Defensa, o la diplomacia armada como se conoce en el mundo el área de las relaciones militares con otros países, se mantuvo a distancia de resguardo en torno a las tensiones entre Moscú y Kiev. Los archivos del edificio Libertador, más precisamente en las oficinas de la secretaría de Asuntos Internacionales para la Defensa que hoy ocupa Francisco Cafiero, está el ADN del comportamiento del país en los últimos años frente al conflicto ruso ucraniano. Los acuerdos de cooperación técnico militar con terceros países (su alcance y objetivos) muestran para el caso de Ucrania; letargo en el envío y la aprobación del Congreso nacional.

La vinculación en defensa con Ucrania arrancó durante la gestión de Carlos Menem por medio de un acuerdo marco de tipo general, de vigencia indefinida que firmó el entonces ministro Jorge Domínguez, en Kiev, el 7 de octubre de 1997. Más tarde, en abril de 2013 en la presidencia de Cristina Kirchner, el titular de Defensa, Arturo Puricelli, firmó un convenio con su par ucraniano, Pavlo Lebediev, en una ceremonia celebrada en el Edificio Libertador, con el objetivo de “intensificar” el vínculo en el área. Eran tiempos de reactivación del aparato industrial militar que había quedado diezmado tras el Gobierno menemista que cerró plantas y privatizó otras. Puricelli intentó volver a la vida la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), el complejo CINAR (Tandanor y Astillero Almirante Storni (ex Domeq García de fabricación de submarinos) y Fabricaciones Militares, además de la planta de integración de tanques de Boulogne. El entendimiento reflejó ese objetivo que pretendía nutrirse de la expertise del polo industrial militar de Ucrania, que durante su pertenencia a la Unión Soviética desarrolló capacidades en el área naval (buques polares) y aeronáutica (motores y turbinas para helicópteros y aviones) y otras actividades de soporte para la defensa. Además de la capacitación de personal, el acuerdo de 2013 incluía entre otros puntos: desarrollo y producción de material militar, provisión mutua de servicios de investigación, desarrollo, pruebas, producción, actualización y reparación de armamento y material militar; abastecimiento mutuo de armamentos, materiales, repuestos y suministros militares y reconstrucción y conversión de empresas fabricantes de material militar.

Provisión de armamento

La cuestión de aprovisionarse de armamento pudo ser uno de los puntos neurálgicos que influyó en el paso a estadio de frízer del convenio bilateral. En 2013 con Agustín Rossi al frente de Defensa, y un convenio de cooperación bilateral aún sin ratificación del Congreso, los ucranianos insistieron en equipamiento para las fuerzas argentinas. La empresa semipública Leninska Kuznya ofreció en condiciones ventajosas un buque polar de la familia del Vasili Golovnin, el navío varias veces arrendado a Rusia para abastecer las bases antárticas argentinas. Enterados de la iniciativa del entonces CEO de la planta estatal cordobesa FAdeA, Raúl Algañaraz de “independizar” la fabricación del Pampa de proveedores de la OTAN, la empresa ucraniana Motor Sich propuso motorizar el avión con el turbofan Al-25TLSh pagando por el costo del desarrollo y estudio preliminar. En la gestión macrista de Oscar Aguad el lobby ucraniano se centró en el subsecretario de Política Industrial para la Defensa, Mario Frigerio. Permeable al diálogo frecuente, Frigerio recibió propuestas de la empresa estatal de Autogestión, Comercio e Inversiones Ukrinmash sobre vehículos no tripulados, diseño y desarrollo de motores aeronáuticos, diseño y fabricación de buques de guerra y adquisición de explosivos para sector de extracción. En el segundo periodo de Rossi en Defensa, Motor Sich, el grupo ucraniano de servicios y fabricación de motores y turbinas aeronáuticas intentó ser parte del proceso de overhaul de los helicópteros MI-17 E que el país adquirió a Rusia en 2010 para equipar la Fuerza Aérea Argentina. Los dos aparatos requerían una inspección mayor y como los motores son de origen ucraniano, Motor Sich apostó a ser el proveedor de los repuestos. No progresó. El mantenimiento quedó en manos de personal de la Fuerza Aérea en talleres propios pero con el aporte logístico y la supervisión de técnicos rusos. Antes los rusos plantearon que la revisión podía considerarse ilegítima si se llevaba a cabo (por Motor Sich) sin la participación y el control del desarrollador (Centro Nacional de Helicópteros Mil & Kamov) o el fabricante («Kazan Helicopters» JSC) de ese tipo de helicópteros.

En trazo grueso, la diplomacia profesional del Palacio San Martín se las arregló para que Argentina (cualquiera sea el gobierno de turno) mantuviera cierta restricción en todo aquello que significara vincular la defensa criolla con la de Ucrania. Tanto en el período de Cristina Kirchner como en el de Mauricio Macri se puso freno de estacionamiento al acuerdo de cooperación técnico militar que había iniciado Menem. El extinto canciller Guido Di Tella y el mandamás de la Defensa, Jorge Domínguez sostuvieron ese convenio mientras que la señal en el plano diplomático militar fue que el agregado de defensa a la embajada argentina en la Federación Rusa tenía extensión a la República de Ucrania. Más que por proximidad geográfica, la designación y responsabilidad de mantener el vínculo militar con Ucrania en manos del agregado de Defensa criollo con asiento en la Embajada argentina en Moscú lucía como gesto a Rusia de por dónde pasaba la preeminencia de las relaciones en la conflictiva dualidad ruso-ucraniana. Esta modalidad se modificó en el periodo de Fernando De la Rúa y la extensión a la República de Ucrania pasó a competencia del agregado de defensa a la Embajada argentina en Italia. Más tarde, en 2007, con Nilda Garré a cargo del ministerio, y luego de una profunda racionalización de los destinos militares en el exterior, se retomó la política de que el agregado de defensa a la Embajada argentina en Rusia tenga extensión sobre la República de Ucrania. A fines de 2013 Defensa evaluó la iniciativa de establecer por primera vez un agregado militar con sede en Kiev. Se seleccionó el candidato y se redactó el borrador del decreto de designación que quedó paralizado tras asesoramiento diplomático de posponer la medida hasta nueva orden. Había detonado la crisis en la península de Crimea.

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