25 de octubre 2001 - 00:00

EEUU: temen ahora que las cartas se contaminen con Antrax en Correo

Empleados del correo en EEUU recibieron pastillas para un tratamiento contra Antrax
Empleados del correo en EEUU recibieron pastillas para un tratamiento contra Antrax
Washington (EFE, Reuters, AFP) - En un hecho que suma más desconcierto y temor en los Estados Unidos, el Servicio Postal de ese país admitió ayer por primera vez que no puede garantizar que la correspondencia no se contamine con esporas de ántrax en las oficinas de correo antes de llegar a sus destinatarios.

«No hay garantías de que el correo sea seguro desde un punto de vista sanitario», reconoció el director del Servicio Postal, John Potter. El funcionario recomendó en declaraciones a la cadena televisiva ABC a los usuarios «manejarse con cuidado porque hay una amenaza en las máquinas que clasifican correspondencia».

«Pensamos que la posibilidad de contraer el ántrax es muy baja», matizó Potter. «Pero la gente debe lavarse las manos cuando manipula cartas o paquetes», agregó. Potter indicó que «por el momento» no es necesario interrumpir el servicio postal; si ocurriera, sería la primera vez desde que lo fundó Benjamin Franklin en 1775.

Máquinas

El problema se presenta con las máquinas que se usan para clasificar la correspondencia, las que, en caso de estar contaminadas, podrían pasar la bacteria aun a cartas cerradas.

Tratando de frenar el temor que provocaron las palabras del funcionario, el vocero presidencial, Ari Fleischer, señaló más tarde que el sistema postal en el país es «abrumadoramente seguro». Los estadounidenses suelen utilizar el correo masivamente, tanto para realizar compras por catálogo como para pagar los servicios o las deudas hipotecarias, una costumbre que podría verse alterada de persistir la incertidumbre.

El martes se anunció que había esporas de la bacteria en la máquina que abre las cartas en un centro de Washington donde se procesa la correspondencia de la Casa Blanca. En los análisis efectuados a 120 personas de ese centro se comprobó que no hay infectados, pero el tema preocupó lo suficiente como para que el presidente
George W. Bush aclarara: «No tengo ántrax».

Desde el inicio de los ataques bioterroristas con cartas, murieron dos empleados postales en Washington y un fotógrafo en Florida por inhalación de ántrax pulmonar, la variedad más letal de la enfermedad. Otros dos empleados postales de la capital estadounidense están gravemente enfermos en un hospital y tres de sus colegas fueron infectados. El martes también fue internado un empleado postal de Trenton, Nueva Jersey, en donde se procesaron cartas con esporas de carbunco enviadas al Congreso y a la cadena NBC de Nueva York.

En un diario

El diario «The New York Post» anunció ayer que otro de sus empleados podría estar enfermo de ántrax cutáneo, lo que de confirmarse sería el segundo caso en esa empresa.

En tanto, en Florida fue dado de alta
Ernesto Blanco, empleado de la editora American Media Inc., quien fue la segunda persona que contrajo la enfermedad. El hombre de 73 años superó una crisis aguda y ahora debe realizar reposo.

Desde los atentados del 11 de setiembre se distribuyeron 200 millones de piezas de correspondencia, pero el miedo al ántrax alteró la distribución de cartas y motivó que 12.000 empleados tomen antibióticos y se sometan a pruebas para saber si sufren la enfermedad del carbunco.

Los trastornos ya se sienten en la actividad económica. La compañía eléctrica Pepco no recibe por prevención las facturas de la luz de sus 700.000 clientes del área de Washington desde hace dos días. Tampoco se distribuyen cartas en el edificio del National Press Building y en otros inmuebles del pleno centro de la capital.

El servicio de correo comenzó a descontaminar las máquinas clasificadoras de correspondencia y ofreció una recompensa de 1 millón de dólares a quien dé información que lleve a la captura de los responsables de este acto de terrorismo. Las entidades postales también solicitarán 625 millones de dólares para comprar máquinas esterilizadoras que se utilizan para descontaminar alimentos y chupetes.

Otro aspecto es el incentivo que necesitará la industria postal para afrontar la crisis, para lo que los empresarios piden varios miles de millones de dólares al gobierno de
George W. Bush.

Mientras,
David Satcher, máxima autoridad médica estadounidense, admitió que el gobierno cometió un error al no prescribir inmediatamente antibióticos a los trabajadores postales de la oficina de Brentwood, Washington. «Nos equivocamos, cometimos un error», admitió Satcher a la cadena ABC. «Basándonos en lo que sabíamos, no había razón para pensar que habría ántrax en ese ambiente. No habíamos tenido ningún caso antes.»

Dejá tu comentario

Te puede interesar