8 de enero 2007 - 00:00

En marzo designarán a Sanz como segundo

Respiraron aliviados en el radicalismo desde que Roberto Lavagna confirmó su candidatura a presidente. Tanta fue la satisfacción que ni se molestaron porque las formas hayan sido un poco desdeñosas para quienes se suponen los socios principales de la aventura electoral del ex librero: no avisó a nadie más que al presidente del partido, Gerardo Morales, apenas para adelantarle lo que leería al día siguiente en los diarios. «Sabíamos que algo haría en los primeros días de enero, pero, para decir la verdad, nos enteramos por los diarios del fondo de la cuestión», dijo uno de los auspiciantes de la candidatura de Lavagna, sin la menor señal de malestar.

Para los atribulados hijos de Alem, la noticia fue una tabla de salvación. Ironías de la historia o castigo que impone la entropía: hace muy poco tiempo hubiera resultado imposible imaginar al radicalismo alborozado por la chance de seguir a un peronista como candidato a la presidencia. Una rareza sólo superada por otra, que lo hacen para diferenciarse de quienes resolvieron seguir a otro peronista, Néstor Kirchner.

Las demoras del economista aceleraban la dispersión de fuerzas del partido, no sólo las que fluyen hacia la Casa Rosada bajo las distintas alianzas locales que teje el gobierno; también las que sueñan con la candidatura no peronista de Elisa Carrió y, a través de ella, con una asociación con los socialistas de Hermes Binner.

Para obturar esas sangrías, Raúl Alfonsín y sus principales aliados internos resolvieron acelerar la formalización de la candidatura extrapartidaria de Lavagna.

  • Red telefónica

    En esa línea se mueven el jujeño Morales, los presidentes de bloques parlamentarios Ernesto Sanz y Fernando Chironi y el titular de la convención nacional, Adolfo Stubrin. En pocos minutos constituyeron una red telefónica con los diarios en la mano para convenir que la convención sesione en la primera semana de marzo para consagrar a Lavagna como postulante radical.

    Amantes de los procedimientos, los radicales dirán que de todas las conversaciones que se le encomendaron a los jefes partidarios, la más exitosa fue la que desembocó en la asociación con el fundador de Ecolatina.

    La convención sesionará en un lugar todavía no definido. Pero tendrá una agenda precisa. Definirá también la identidad del vice de Lavagna.

    Desde luego, habrá un debate, se examinarán condiciones y estrategias, para ocultar que hace ya tiempo se conoce el nombre de quien secundará al ex ministro como candidato a vice: será el mendocino Sanz. Se trata de un exponente de la nueva generación de radicales que acredita una experiencia exitosa en su provincia, como intendente de San Rafael, y a quien no se le pueden cargar las desventuras de las administraciones de Alfonsín o de Fernando de la Rúa. En la actualidad, Sanz preside el bloque de senadores nacionales de la UCR, cargo que le ha permitido convertirse en el principal contradictor de Cristina Fernández de Kirchner en esa cámara. La reglamentación de los decretos de necesidad y urgencia, la reforma del Consejo de la Magistratura y la sanción de los superpoderes fueron las ocasiones más propicias para que Sanz se exhibiera como buen polemista frente a una colega, la primera dama, con quien antes de estas contiendas supo tener buena relación.

    Una vez que se determinó la fórmula presidencial, queda nada más que otra incógnita mayor para que los radicales ordenen su vida interna tan dañada.Es la ecuación que adoptaránpara competir en la provincia de Buenos Aires. Allí reina Margarita Stolbizer, enfrentada a la conducción tradicional de Alfonsín, Leopoldo Moreau y Federico Storani. La bandera de Stolbizer es atractiva: una negativa rotunda a asociarse al duhaldismo bonaerense. En homenaje a esa resistencia, los radicales aliados de Lavagna determinarán que pelearán por la gobernación con un candidato propio, sin componer una coalición en el principal distrito del país.
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