Frases graves
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Y no fue la única expresión en ese sentido. «No podría trabajar con alguien con quien me sienta incómodo», señaló.
¿Significa que no se convoca a gobernar el país a los mejores? También se puede pensar que «incómodo» es quien le expone puntos de vista distintos, o no acepta todas sus decisiones. Esto refuerza la idea de absolutismo, sobre todo si se sabe que no más de un quinteto resuelve las cuestiones inherentes al poder.
«La Argentina no puede tener un presidente debilitado», también declaró. Si se hubiera limitado a decir «débil», como hizo una vez, es aceptable. El mexicano Emiliano Zapata, aun en su rusticidad campesina, a comienzos del siglo pasado lanzó un apotegma que se grabó en la historia. Dijo: «Sólo los pueblos débiles necesitan ser mandados por hombres fuertes». Dentro de la democracia, es legítimo exigir un presidente de templanza, de firmeza, no dubitativo, capaz de afrontar costos políticos por el superior interés de la Nación. Siempre dentro de la democracia, del juego armónico de poderes. Fuera de eso es dictadura.
Pero el presidente Kirchner habló luego de «debilitado». Es otra cosa. Estaría insinuando que el resultado del 23 de octubre próximo tiene que ser a su favor sí o sí. «¿Se imaginan -dijo insólitamente- un presidente derrotado?» La fortaleza de sus principios y en la grandeza de sus propuestas. No en un resultado electoral de coyuntura. Muchos han gobernado bien no con una, sino con las dos cámaras legislativas en poder de sus opositores. Bill Clinton lo hizo en Estados Unidos hace muy poco, y hay muchos ejemplos.
Este diario dijo -y algún columnista repitió este fin de semana- que fue un error del Presidente ubicar como plebiscito de su gestión la simple votación de renovación legislativa parcial del 23 de octubre próximo. Un gobernante estadista con un plan en marcha para mayor bienestar de su país puede sobrellevar una elección adversa, cuando aun no se vislumbren los resultados de lo que se encara.
Un gobierno sin planes en marcha de mediano plazo y habiendo aumentado en 40% el gasto presupuestario en subsidios, además de taponar tarifas a costa de inversiones de futuro, puede sí creer que una elección plebiscita lo que hizo de esa forma. Aunque ganara, en ese contexto en que se irá a las urnas en octubre, no puede sentir seguridad en lo que hace, aunque satisfaga sus apetencias personales. Es un condicionante que Néstor Kirchner haya asumido con 22% de los sufragios, y eso lo puede impulsar a la necesidad de un voto masivo. Con buenas artes es lógico que lo busque porque en definitiva es un político. Pero un presidente no se plebiscita en unos comicios de legisladores. Es jaquear el cargo y la democracia.
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