Jerusalén - No es casual que Al Qaeda haya surgido y prosperado en Afganistán, uno de los rincones más apartados de los centros simbólicos del Islam, como La Meca, Medina o Jerusalén. Cuando fundó este movimiento, en 1988, Osama bin Laden no quiso subordinarlo a ninguna causa en particular (como la palestina) que no fuese la de combatir a EE.UU., Europa, Israel y la India (en ese orden) en cualquier rincón del planeta. Aparte del núcleo compacto, organizado en torno a Bin Laden, Al Qaeda (que significa «La Base» en árabe) está formada por una constelación de grupos armados, centros caritativos u organizaciones no gubernamentales (ONG), que existen de forma independiente: comandos latentes, que son activados de acuerdo con las necesidades del cerebro.
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Por ejemplo, en 1993, Osama activó a los paramilitares somalíes para que se opusieran a la misión de la ONU. Completada o no la misión, el contacto queda en suspenso hasta la próxima vez.
Al Qaeda consta de una jerarquía vertical en cuyo mando se sitúa el emir-general Osama bin Laden. Según la revista «Jane's Intelligence Review», la guardia pretoriana del líder -la Brigada 055- está compuesta por entre 3.000 y 5.000 hombres leales nada más que a Alá y al instrumento de su voluntad, Bin Laden. Sus campamentos y depósitos están diseminados por todo Afganistán, siendo los principales (y por tanto posibles blancos de EE.UU.) los de Tora Bora y Jalalabad.
El segundo anillo concéntrico consiste en una fuerza de unos 50 reservistas, veteranos de las guerras de Afganistán. La identidad del estado mayor de Bin Laden, como muchos otros aspectos, está envuelto en el misterio. No obstante, se sabe que Mohamed Musa es el responsable del servicio de Inteligencia y que Muhamad Ataf controla la activación de las organizaciones asociadas a Al Qaeda, que funcionan, según una estimación cautelosa, en 50 países. A mediados de los '90 fueron desarticuladas las extensiones en Italia, Alemania, Gran Bretaña, Tanzania, Yemen y Albania. Pero según «Jane's», estas células volvieron a regenerarse.
Un peldaño debajo se sitúa el Majlis al Shura, un cuerpo consultivo de carácter religioso. Antes de promulgar sus fatwas (decretos islámicos) Osama debe consultar a este sínodo, compuesto por letrados en la ley coránica. El poder ejecutivo consta de cuatro comités: el militar, el de asuntos religiosos y jurídicos, el de finanzas y el de información.
Donde mejor se expresa el genio de Osama es en el modo de operar de la vasta organización que maneja. «El Iluminado» consigue cada vez insertar el chip de su ideología en las más diversas entidades, como por ejemplo en el Grupo Islámico Armado (GIA) de línea rábidamente antieuropeísta; la Yihad Islámica de Egipto, la Yihad yemení de J'aish Aden Abin; el grupo Salafista de Argelia; Abu Sayyaf, en Filipinas; Hizbollah, en el Líbano; Hamas, en Palestina...
Cabe reiterar que la red creada por Bin Laden no funciona de forma permanente. Es como el gato de Cheshire en el libro de «Alicia en el País de las Maravillas»: ahora lo ves, al instante ya no está.
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