Ampliación con el aval de los socios

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Agencia Noticias Argentinas.

La idea había comenzado su maduración final hace unas dos semanas. Tanto Mauricio Macri como Miguel Pichetto (desde ayer, la fórmula presidencial de Cambiemos o como se llame desde ahora la alianza oficialista) hicieron todos los llamados que debían y, sobre todo, el Presidente, tanteó cada escenario posible antes de tomar la decisión que modifica no sólo el escenario de la campaña, sino también unos cuantos cimientos de lo que hasta ahora fue Cambiemos. En el medio, el macrismo lanzó globos de ensayo de todos los colores; los medios del fin de semana fueron prueba de ello. Ayer, mientras en paralelo la mesa operativa del macrismo almorzaba en la Casa Rosada y cuando ya se habían chequeado todos los alcances que podía involucrar la decisión, Macri le pidió a su secretaria que llamara a Pichetto. El peronista, en el Senado, ya sabía que lo iban a llamar y mucho más lo que iba a responder. Los radicales ya habían hablado con él, dejando así atrás el último filtro que restaba.

Así, conviene repasar el check-list que hizo cada uno en la previa de esa decisión. Macri necesitaba dar una sorpresa en la campaña, y también que tuviera un impacto estratégico y práctico. La decisión de incorporar a Pichetto, que viene de una proceso frustrado en el intento de armar Alternativa Federal, no tuvo la intención primaria de sumar votos, pero sí de consolidar el registro de Cambiemos; casi una decisión pura de marketing.

Ernesto Sanz salió a explicar ayer algunos efectos prácticos de haber llevado al peronista a la fórmula, alegando que podría solucionar algunos problemas operativos que tuvo el oficialismo en estos años, sobre todo, en las relaciones con el Congreso y las provincias.

Está bien como justificación, sobre todo de un hombre que volvió a rechazarle a Macri por estos días acompañarlo en la fórmula, pero no parecen ser esas las causas esenciales de la decisión que tomó ayer el Presidente.

Macri logró con la incorporación desactivar Alternativa Federal, casi en su totalidad, y abrir Cambiemos a cierto voto peronista que no seguirá a los Fernández. Y polariza al máximo nivel posible, por lo que es extraño pensar que la decisión de sumar a Pichetto va en contra de los preceptos que sostienen Jaime Durán Barba y Marcos Peña. Desarmó también cualquier protagonismo final de Sergio Massa en su devaluada negociación con el kirchnerismo.

Apuntó, además, a la posición que tendrán algunos gobernadores como Juan Schiaretti. Allí, la apuesta final es limar la tracción de Roberto Lavagna y negociar boletas cortas en varias provincias. El cordobés, por lo tanto, sigue en el centro de la escena: solo con no moverse ayudará a Macri, y ahora, a Pichetto también.

Después de la conferencia de prensa que dio en el Senado, Pichetto se encerró en su despacho con Sanz, Gerardo Morales y José Cano. Era increíble que para ese entonces hubieran quienes argumentaran que el radicalismo se había resentido con la decisión de Macri. En realidad, el rionegrino habló con varios gobernadores peronistas antes de dar públicamente el sí al Presidente, pero también con radicales. La UCR no tenía un candidato a medida para Macri y la chance de poner al vice en la fórmula estaba desechada desde hace tiempo. Siguiendo una estrategia de subsistencia política básica, hace tiempo que negociaban con el PRO cargos en las listas de diputados para reforzar sus bloques. Hoy, continuarán con ese ejercicio.

Este acuerdo con Pichetto tendrá impacto también en el post 10 de diciembre. Antes, el Gobierno tiene que ganar las elecciones. Lo entienden Elisa Carrió que le dio la bendición a Macri antes que el Presidente llamara al senador y a todos los radicales.

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