8 de abril 2008 - 00:00

Moyano, fuera de escena, atornilla su reelección

Hugo Moyano
Hugo Moyano
Las rebeldías se apagaron. Sólo se resiste, como un cruzado solitario, Carlos West Ocampo, jefe del gremio de Sanidad. Hasta Luis Barrionuevo, que le dedicó una enciclopedia de insultos, aceptó que Hugo Moyano siga otros cuatro años como jefe de la CGT.

Con sigilo, el camionero anudó en las últimas dos semanas un mapa de alianzas para conseguir su reelección. Pactó con la UOM de Antonio Caló, con los «líberos» Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN), y con parte de los «gordos», entre ellos Armando Cavalieri (Comercio). Soportó además las suspicacias -que no cesan- sobre las causas y consecuencias del asesinato del tesorero de su gremio.

Con esos acuerdos en la mano, esta semana Moyano fijará la agenda de su proclamación: primero definirá la convocatoria al Comité Confederal -que reúne a los secretarios generales-, cuerpo que le pondrá fecha y formato al congreso para elegir autoridades.

El 14 de julio se termina el mandato que el camionero inició en 2004, por entonces como parte de un triunvirato que incluía a José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), ahora adjunto de la CGT, y la santafesina Susana Rueda, esponsoreada por West Ocampo.

En medio de tironeos, en 2005, Moyano disolvió de facto el triunvirato e instauró su unicato: consoló a Lingieri otorgándole la vice, pero provocó el cisma de los «gordos», que, molestos por su «personalismo», decidieron dejar el consejo directivo de la calle Azopardo.

En julio, parte de aquellos disidentes volverá a la central. Cavalieri, que protagonizó un duro duelo con Moyano por el control de afiliados, será el regreso más festejado: Comercio ranquea en el «top five» de los gremios con mayor poder y despliegue. Por eso, los movimientos de Cavalieri podían definir si se consolidaba o no un bloque anti-Moyano. Al final, el «Gitano» guardó las armas. Pero ése no fue un mérito exclusivo del Hugo Moyano camionero. Néstor Kirchner intercedió para que Cavalieri reduzca su nivel de belicosidad. Fue Julio De Vido quien medió para acercar posiciones. Oscar Lescano (Luz y Fuerza) actuó como intermediario.

  • Cúpulas

    El operativo tiene, sin embargo, un cabo suelto: West Ocampo, socio de Cavalieri en los «gordos», permanece en la trinchera. Tiene con Moyano diferencias políticas, viejos recelos y, dicen en el ámbito gremial, una cuestión de piel. «No se lo banca», simplifican asuntos más delicados. Pero West no tiene margen para oponerse al «operativo retorno» aunque, es probable, desista de participar de los shows de proclamación del camionero por otros cuatro años y se niegue, al menos inicialmente, a sentarse con Moyano en el directivo cegetista.

    También Barrionuevo, escoltado por sus luisitos, se resignó a la continuidad de Moyano al frente de la CGT y podría plantear alguna disidencia menor, casi simbólica, pero sin peso suficiente como para estorbar la reelección del líder camionero.

    El nivel de sintonía que selló Moyano con los Kirchner, que se expresó en la salida de «Pablito» a levantar piquetes y la posterior presencia masiva de gorras verdes de camioneros en Plaza de Mayo, desbarrancó cualquier aventura que apunte a tumbar al jefe de la CGT.

    El operativo, que contó con el impulso de la Casa Rosada, apuntó a cuatro sectores gremiales:

  • Los «gordos». El grupo que controló la CGT en los 90, que tiene como pilares a Cavalieri y West Ocampo, asimiló el golpe y la imposibilidad de constituir un frente que le permita barrer a Moyano.
    Recibieron, además, una advertencia de la Casa Rosada: «Nuestro candidato es el Negro», escuchó Cavalieri sobre fin del año pasado. Además, jamás prosperó, por recelos mutuos, la posibilidad de hacer causa común con Barrionuevo, al que no le perdonan haber sido, en 2004, el promotor de la proclamación del camionero como jefe de la CGT.   

  • Los independientes. Martínez, jefe de la UOCRA, y Rodríguez, de UPCN, se mueven en la sintonía de las demandas y pretensiones del gobierno, en parte porque el destino de sus actividades tiene una alta dependencia estatal: UPCN porque es el gremio del sector, Martínez porque el repunte de la construcción se sostiene, sobre todo, por la obra pública. Ya en diciembre avisaron que no habría plan animado desde la Casa Rosada contra Moyano, y bajaron sus posibles postulaciones para dirigir la CGT.

  • Luisitos. El núcleo que ordena Barrionuevo había tomado impulso al sumar a los descontentos por la expansión de Moyano, que comenzó a quitarles afiliados a infinidad de gremios. Hubo intentos de posicionamiento en octubre, pero la última aventura del gastronómico fracasó en enero, cuando su histórico asado en Mar del Plata, que quiso convertir en un hecho político contra Moyano, fue apenas un almuerzo de verano sin relevancia.   

  • UOM. Normalizada luego de la unificación de la CGT, la UOM regresó informalmente, sin cargo en el directivo, a la central y en 2007 circuló, como estrategia interna de los metalúrgicos, la intención de posicionar a Caló como posible sucesor de Moyano. Ese plan tenía, entre otros promotores, a Carlos Kunkel y a Alberto Fernández. El propio Kirchner lo desactivó.
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