29 de septiembre 2008 - 00:00

Moyano voraz: amenaza con irse si Kirchner no le paga

Hugo Moyano dejó la amenaza callejera para revelar, por ahoraen la cerrada intimidad de su gremio, que se siente defraudado y traicionado por los Kirchner, motivo por el cual hasta evaluó la posibilidad -que nadie le creyó- de abandonar la CGT para dejar de funcionar como supuesto custodio del gobierno nacional, rol que se autoatribuye. Pide más atención, pero sobre todo más respuestas por parte de la Casa Rosada, que lo restauren como el gendarme de los Kirchner y el referente que logra respuestas para los demás sindicalistas y sus afiliados.

Néstor Kirchner, Cristina de Kirchner y Hugo Moyano.
Néstor Kirchner, Cristina de Kirchner y Hugo Moyano.
Hugo Moyano dice, a quien quiera escucharlo, que se siente traicionado por los Kirchner. Entre lamentos, explica que el matrimonio presidencial no le paga por su lealtad porque el respaldo que da al gobierno no tiene del otro lado como contraprestación las medidas que solicita desde la CGT.

Confesional, Moyano se liberó días atrás en una charla reservada con sus laderos más íntimos y, como en una sesión de psicoanálisis, reveló su furia y su malestar. Hasta deslizó una posibilidad extrema pero efímera, mero amague: pegar un portazo a la jefatura de la CGT.

«¿Quién le pararía los quilombos si yo no estoy acá?», se preguntó, retórico, el camionero, que se asume a sí mismo como el custodio de los Kirchner, su gendarme callejero. Por eso, explica, el ex presidente lo puso a su lado en la cúpula del PJ nacional.

Pero, se queja ahora, la Casa Rosada no responde como « antes» a sus demandas, con lo que su poder de fuego hacia dentro del sindicalismo se fue licuando en el último tiempo. De hecho, gracias a -y por culpa de Kirchner-, sigue en la CGT, pero ya no es su único dueño.

Es más: la sede de Azopardo, antes búnker exclusivo del moyanismo, perdió el ritmo que tenía meses atrás. Ahora, Moyano opera desde su oficina en la Federación de Camioneros, adonde convoca a los caciques más leales, entre ellos, el taxista Omar Viviani.

Las palabras de Cristina de Kirchner en la UIA, la semana pasada, donde diligenció al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, a apurar una nueva ley de ART para terminar con «la industria del juicio», fue un golpe que el camionero interpretó como un ataque directo.

La «doble vía», ART y justicia, que pregona la CGT es uno de los 13 puntos que a principios de año Moyano les elevó a los Kirchner para discutir durante el año. Allí figuraba, además, la eliminación de la tablita de Machinea. También fracasó en eso.

Hay más: reclama, hace tiempo, que eximan a las obras sociales de pagar impuesto al cheque. No consiguió ni que se discuta ese punto y, en paralelo, tuvo que soportar una suba de 25% en la prestación de las prepagas que repercute, dice, sobre las obras sociales sindicales.

En sus lamentos, las obras sociales son tema recurrente. Fue el motivo de un estallido de furia contra Héctor Capaccioli que llevó a Moyano a hablar con Alberto Fernández. «Arreglalo con él», se despegó el porteño de su protegido, que perdura en la Superintendencia de Seguros de Salud (SSS).

De esa oficina surge otra alertapara el moyanismo. La denuncia de Graciela Ocaña sobre los aportes a la campaña presidencial, que quedaron bajo la lupa luego del triple crimen de Campana, podría derivar en pesquisas judiciales sobre un puñado de gremios.

  • Extensiones

    La sensación de maltrato que confiesa Moyano explica sus arranques de días pasados. El reto radial a Tomada al sostener que «ningún ministro va a decir si se abren o no las paritarias» y, sobre todo, el respaldo a la movida en torno al crimen de José Ignacio Rucci.

    Es una ecuación simple: el expediente Rucci lo desempolvó Gerónimo «Momo» Venegas -que emplea a los hijos del metalúrgico, Aníbal y Claudia-, que siembra sospechas en la Casa Rosada, pero se mueve en tándem con el camionero, sin romper su nexo con Eduardo Duhalde.

    En un ataque de rabia, Moyano llegó a pronunciar una frase herética para los Kirchner: «Hay que empezar a armar con Duhalde». Se desdijo rápido, como de su amague de abandonar la CGT, pero a su lado hubo sondeos con el ex gobernador y ex presidente.

    En rigor, así como Moyano «responde» por Venegas ante Kirchner, el «Momo» es una puerta de entrada de lujo para un eventual acercamiento entre Duhalde y el camionero. Un típico thriller peronista: antiguos socios ahora enfrentados, disputas y agentes dobles.

    El caso Rucci es un emblema del tono desafiante de Moyano porque, con el soporte de la CGT, la tropa de peronistas anti-K encuentra otro argumento para atacar a los Kirchner.

    En paralelo, el camionero -en sintonía con otros caciques del grupo de los «gordos»- presiona al gobierno para lograr un plus salarial para fin de año a cambio de apaciguar el reclamo de los gremios de pedir la reapertura de las paritarias por la estampida inflacionaria.

  • Adicional

    Un dato: hay sindicatos, entre ellos uno del sector industrial y vinculado estrechamente con Moyano, que ya consiguieron un adicional de 10%, acta que se firmó en el Ministerio de Trabajo. Ese gremio, en lo que va del año, obtuvo una suba de 45%.

    Sobre una hipótesis similar trabaja Moyano y por eso sondeó primero al gobierno para que decrete un adicional general para públicos y privados, y ahora plantea que en vez de medio aguinaldo, en diciembre, se pague un aguinaldo entero a modo de compensación.

    La respuesta de la Casa Rosada es simple: avalar esa medida implica avalar que la inflación está por encima de 5,5% que para lo que va del año dice el INDEC de Guillermo Moreno. El atajo es impulsar una ley para un pago adicional por única vez, pero en CGT desconfían: «No pueden juntar los votos».

    Sin respuestas, Moyano se confiesa defraudado. Y no personaliza en Cristina de Kirchner: sabe, y lo dice, que cualquier acción política no prospera sin tener el guiño del ex presidente.
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