La economía argentina se encuentra en una coyuntura delicada, donde prima la incertidumbre. El esquema de bandas cambiarias parece haber quedado obsoleto: lo que tenemos es un dólar oficial pegado a la banda superior como si hubiéramos vuelto a una tablita con depreciación diaria programada, con la salvedad que ahora el Banco Central pierde Reservas (1.110 millones de dólares en los primeros tres días de intervención).
Presupuesto 2026: una brújula inoperante
El Presupuesto 2026 del gobierno de Javier Milei proyecta crecimiento y mejoras distributivas, pero lo hace sobre supuestos inconsistentes con la realidad económica: una recesión en ciernes, caída de la industria, déficit comercial en aumento y un tipo de cambio oficial irreal.
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Con un Banco Central que pierde reservas y un endeudamiento externo cada vez más incierto, el plan parece más una apuesta electoral que un programa sustentable.
La presentación del mensaje del proyecto de Presupuesto 2026 era el momento ideal para que el gobierno aportara claridad sobre el rumbo económico. Lejos de eso, nos encontramos con proyecciones macroeconómicas que no tienen asidero con la realidad.
Hay fuertes contradicciones en las principales variables volcadas en el texto. El objetivo del gobierno es hacer pasar un Presupuesto que promete crecimiento, y con él, mejoras distributivas en las partidas del Estado, de cara a unos comicios que no se le presentan tan favorables como decían meses atrás, mientras las supuestas fortalezas del modelo comienzan a perder vigor para la mayoría de la población.
La primera inconsistencia está en las cifras del PBI. Para 2025 indica que crecerá 5,4%, cuando se trata de un pronóstico por lo menos desactualizado. La economía se ha enfriado en los últimos meses. El EMAE, en su medición mensual desestacionalizada, muestra dos meses consecutivos de caída de la actividad, -0,2% en mayo, y -0,7 en junio, último dato disponible. La actividad industrial evidenció una caída mensual del -1,6% en junio y de un -2,3% en julio. Todo hace presumir que la actividad se seguirá resintiendo aún más, con la suba de las tasas de interés y el “apretón monetario”. El Instituto Torcuato Di Tella sostiene que la economía argentina tiene 100% de chances de caer en recesión. Siendo una estimación, rara vez se afirma algo con tanta contundencia. Parece ser una realidad inevitable. Sin embargo, el Presupuesto dice que este año el consumo privado crecería el 10,2% ¿Cómo sucedería tal incremento en el marco de la casi segura recesión descrita?
Siguen las inconsistencias. Quieren mantener al PIB creciendo 5% en 2026, pero con consumo privado creciendo un poco menos, al 4,9%: es decir, no habría recomposición del alicaído poder de compra de la población (según los datos reales, no con las estimaciones del Presupuesto) en el próximo año.
¿Acaso el empuje vendrá por el sector externo? No resulta ser el caso. Las exportaciones de bienes y servicios crecerían un 9,1% (medidas en dólares), menos que las importaciones que aumentarían un 12,0%. Además, debido a esta combinación, el déficit de saldo comercial de bienes y servicios sería el doble del esperado para 2025, es decir, pasaría del actual estimado para este año de -2.447 millones de dólares a -5.751 millones de dólares en 2026. Si a este déficit le agregamos los pagos de intereses de la deuda en moneda extranjera, ¿cómo se obtendrán las divisas necesarias para pagar la deuda en el 2026? Pareciera que el Gobierno lo tiene claro: con más endeudamiento. Pero con los valores actuales de riesgo país, cercanos a los 1.500 puntos (o con los 900 puntos en los que se ubicaba antes de las elecciones en provincia de Buenos Aires) no sería fácil que el país pueda acceder a los mercados privados externos.
La proyección más difícil de validar está en el tipo de cambio. Según el proyecto de Presupuesto, el precio del dólar va a ser $1.325 en diciembre de este año, cuando el viernes 19 de septiembre, último dato disponible, la cotización minorista cerró en $1.523,75. Para diciembre 2026 también esperan un dólar inexplicable de $1.423.
Al presentar el Presupuesto 2026, el presidente Javier Milei anunció que habría mejoras en tres temas donde este año enfrentó una mayor resistencia en la sociedad: jubilaciones, discapacidad y universidades. Lo exhibido como una recomposición, de producirse, sería sólo una leve mejora respecto al ajuste que padecieron esos sectores. Además, queda sujeta a un crecimiento de la actividad que choca con la política asfixiante basada en el ajuste y la motosierra.
Respecto de los compromisos, el ministro Luis Caputo dijo que va a pagar, aunque reconoció que aún no podía decir cómo. Al día siguiente, Milei anunció que está negociando un nuevo préstamo con el Tesoro de EEUU.
El crecimiento esperado para el año que viene tiene contradicciones que saltan a la vista. No sería el mejor mapeo para atravesar este momento de incertidumbre. El objetivo parece más bien mostrar, de cara a las elecciones, números atados a la promesa, de difícil realización, de que “lo peor ya pasó”.
Los últimos resultados electorales y las fuertes movilizaciones de la semana pasada estarían mostrando que la mayoría de la ciudadanía no convalida las supuestas mejoras que dice haber instalado el Gobierno, ni las que promete hacia delante.
Diputado Nacional Unión por la Patria, Presidente Partido Solidario
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