29 de agosto 2006 - 00:00

Prometen Riachuelo saneado en 5 años

Flanqueado por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el gobernador Felipe Solá y el jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, Néstor Kirchner presentó ayer el proyecto para sanear el Riachuelo. Romina Picolotti (derecha) explicó los alcances que tendrá la norma.
Flanqueado por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el gobernador Felipe Solá y el jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, Néstor Kirchner presentó ayer el proyecto para sanear el Riachuelo. Romina Picolotti (derecha) explicó los alcances que tendrá la norma.
A días de presentar ante la Corte Suprema de Justicia un plan de saneamiento del Riachuelo, trámite pautado para el 5 de setiembre, el gobierno anunció ayer que en «5 años» la cuenca crítica que perfora la Capital y el conurbano bonaerense habrá salido de su estado de «emergencia» ambiental.

Lejos de los «1.000 días» -es decir, tres años- en que María Julia Alsogaray prometió limpiar el Riachuelo, en la Casa Rosada se habló de cinco años para superar la etapa más crítica y de un programa de obras que demandará nueve años y una inversión de u$s 3.000 millones.

En paralelo a la declaración de emergencia fijada por Kirchner -que durará cinco años-, el gobierno evitó embarrarse con una promesa temporal. «No podemos dar plazos porque la naturaleza no tiene plazos», dijo Romina Picolotti, secretaria de Ambiente de la Nación.

Sin acto público, con una reunión encabezada por Kirchner en la Sala de Situación, el gobierno mostró un alineamiento que se definió como «histórico» para encarar el problema Riachuelo: además del Presidente, estuvieron el bonaerense Felipe Solá y el porteño Jorge Telerman.

Además, se sumaron unos quince intendentes del Gran Buenos Aires, vinculados a la cuenca Matanza-Riachuelo. Todos acordaron ayer ceder a una «autoridad única» el poder de control y de policía sobre ese curso de agua, el más contaminado de la Argentina.

Para eso, Kirchner firmó el proyecto que constituye esa autoridad interjurisdiccional, que será enviado al Congreso nacional y, por adhesión o con textos propios, luego tendrá que ser avalado por las legislaturas de Buenos Aires y de la Capital Federal (ver nota aparte).

De ese modo, el gobierno puso en marcha ayer, tras una curiosa demora -la presentación estaba pautada para el viernes, pero Kirchner la postergó, molesto porque trascendieron detalles del plan-, el promocionado programa de emergencia de la cuenca Matanza-Riachuelo.

Resalta un detalle: el plan, que comienza con la creación de la autoridad única -que comandará la máxima autoridad medioambiental a nivel nacional-, muestra por primera vez en la larga saga de tropiezos a los tres gobiernos sintonizados para resolver el tema ambiental.

Supone, incluso, un proyecto que excede los mandatos ejecutivos: las obras de infraestructura -en materia cloacas, desagües fluviales y agua potable- se extenderían, como mínimo, hasta 2015. Es decir: comprometerá a los dos próximos períodos presidenciales.

  • Inversión

    Sólo para ese fin se estima una inversión de u$s 3.000 millones, a lo que luego habrá que agregar el financiamiento de, por ejemplo, los programas de relocalización de empresas contaminantes o su reconversión a mecanismos de «producción limpia».

    Ayer, Solá se refirió a un capítulo sensible. «En la ribera baja viven miles de personas, en general, muy humildes. Ese problema, el social, es el más difícil», dijo. En la provincia hablan de relocalizar los barrios costeros; en Nación tienen otra visión.

    «Si se mejoran las condiciones del Riachuelo, si se interrumpe drásticamente el proceso de contaminación, las riberas van a ser zonas habitables», por lo cual no sería necesario «trasladar» esas poblaciones, explicaban ayer en la Casa Rosada.

    Escoltado por Solá y Alberto Fernández -que en su confesionario diario admitió que «los porteños» son quienes más contaminan el Riachuelo-, Kirchner se limitó a escuchar a Picolotti, Solá, Telerman y Fernández.

    Estuvieron, además, Julio De Vido y José López. Y Carlos Zannini.

    «Es un hecho histórico», dijo Telerman y se derritió en elogios hacia Kirchner. «El Riachuelo se convirtió en un espantoso paradigma de la ausencia de políticas», señaló Fernández. Picolotti, más cauta, evitó el estruendo: «Debemos sanear y evitar que se vuelva a contaminar».
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