26 de junio 2002 - 00:00

Rara queja: "Me usaron contra mis convicciones"

El punto más fuerte de la despedida del Senado de Raúl Alfonsín que se conoció ayer es cuando se queja de que «por distintos motivos se utilizó con oportunismo mi persona para tratar de erosionar las ideas por las que he luchado y me he jugado toda mi vida». Inexplicable queja si se refiere a cómo acompañó en el último lustro a los dos más serios adversarios políticos hasta sentarlos en la silla presidencial. ¿Quién si no él fue el ingeniero de la llegada al poder de Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, los dos en las antípodas de lo que siempre defendió adentro y afuera de la UCR?

Lo que Alfonsín dice y hace en política debe ser descascado como si fuera una cebolla; cada capa significa una cosa distinta. Los baqueanos alfonsinólogos enseñan cómo todo lo que Alfonsín firma debe entenderse como aquellas frases que inscribía Leonardo Da Vinci para ser leídas a través de un espejo, porque quieren decir todo lo contrario de lo que expresan. Alfonsín anuncia que se va de la pelea política, con lo que hay que entender que la va a seguir en otro terreno. Saluda con afecto a Carlos Maestro; hay que entender que está enojado con el jefe del bloque del partido del Senado porque negocia desde hace un mes y medio con el gobierno sin hacerlo participar. Hace un brindis por el ingreso de la frepasista Diana Conti en su reemplazo, cuando todos conocen la poca fe que tuvo siempre en su compañera de fórmula como suplente para el Senado. El resto de la prosa de la despedida de Alfonsín retoma tópicos ya gastados: las acusaciones al «fundamentalismo de mercado», al «neoliberalismo» y a las «filosofías neoconservadoras» o el reconocimiento de que está perdiendo «la batalla cultural». En el remate de todas esas quejas les reprocha a los defensores de esas ideas haberlas contradicho cuando han sido gobierno en la Argentina y, por caso, aumentaron el gasto público y la deuda pública.

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