23 de noviembre 2007 - 00:00

Rechazan ministros explicar despido de espía militar por intriga política

Kirchner viajó a El Calafate, pero antes ordenó mantener silencio sobre el relevo del jefeinteligencia del Ejército.
Kirchner viajó a El Calafate, pero antes ordenó mantener silencio sobre el relevo del jefe inteligencia del Ejército.
El gobierno se complotó ayer para guardar silencio sobre la crisis en el Ejército por la destitución del director de Inteligencia, Osvaldo Montero, acusado por la ministra de Defensa, Nilda Garré, de conspirar en favor de su reemplazo por el actual ministro del Interior, Aníbal Fernández.

Ese desplazamiento ocurrió hace más de diez días, y el gobierno lo mantuvo guardado hasta la información periodística de ayer por las sombras que echa sobre la conducta de los funcionarios públicos.

Habría inteligencia interna de espías sobre la ministra, de la SIDE sobre esos espías, pinchaduras telefónicas sin autorización judicial, reportes sobre la conducta de todos ellos sobre el despacho presidencial. Hasta se presume que pudo haber una fabricación de los hechos para exhibir a Nilda Garré como víctima de las fuerzas más oscuras justo cuando se decidía su desplazamiento de la cartera de Defensa. El resultado sería la confirmación en el puesto por Cristina de Kirchner en el nuevo gabinete.

Ni qué decir de la radiografía que provee este caso sobre las tareas a las que se dedican los organismos de inteligencia y los espías, que alimentan intrigas entre funcionarios, pesquisan a civiles, en lugar de ocuparse de defender al país y espiar a sus enemigos.

Esa orden de silencio se acordó antes del viaje de los presidentes Kirchner ayer a El Calafate, donde permanecerán hasta el lunes acompañados de Alberto Fernández -viaja hoy- simulando juntos que están armando un nuevo gobierno. El jefe de Gabinete fue visitado el miércoles por Garré en su despacho, horas antes de que la información fuera publicada en los diarios de ayer.

Aníbal F. habló ayer por radio, pero ni mencionó el tema. Rechazó dialogar con medios que no aceptaron la condición que puso de que no le preguntasen sobre el relevo del general Montero. Se escondió detrás del estereotipo del «yo-no-sé, yo-no fui» y manifestó ignorar todo lo hablado en la cúpula del gobierno sobre este tema en los últimos días. Si es cierto eso, significa que lo están dejando afuera de los temas importantes del gobierno ahora que lo desalojan de la Casa Rosada para recluirlo en el edificio Océano, sede del Ministerio de Justicia, en el cual cobrará un sueldo más abultado desde el 10 de diciembre (los funcionarios de esa área manejan dineros que provienen de los llamados entes cooperantes ligados a varios registros). Si no es cierto, ha faltado a la verdad.


  • Desconocido

    Aníbal F. se desmarcó diciendo que «nunca» estuvo en sus planes ser nombrado al frente del área de Defensa. Señaló además que no lo conoce al desplazado Montero, a quien castigaron por hablar por teléfono con una funcionaria de su propio ministerio, la directora de inteligencia criminal, Verónica Fernández Sagari, dependiente del Ministerio del Interior.

    Al respecto, Fernández dijo que consultó a su subalterna sobre el tema, quien le dijo que conocía a Montero, pero que hacía «por lo menos diez meses» que no hablaba con ella, a quien, sin embargo, dijo que confirmará en el pase de funciones al Ministerio de Justicia.

    Lo traicionó la locuacidad en su afán de no hablar del asunto porque condenó en público todas las conductas que se les atribuyen en esta historia a los funcionarios implicados.

    En principio, el ministro se mostró de acuerdo con la decisión de Garré: «Si yo entiendo que un funcionario tiene gestos de deslealtad, lo desplazo». Pero luego señaló que realizar escuchas telefónicas a funcionarios es «ilegal» y que «no se puede hacer», por lo que estimó que esa parte de la versión publicada por los diarios está «reñida con la realidad».

    Fernández señaló que realizar ese tipo de escuchas « colisiona con la Ley 25.520 de Inteligencia» y estimó que «es una locura» pensar que se hayan realizado tareas de espionaje sobre funcionarios públicos. «Como es ilegal eso no se puede hacer», evaluó Fernández.

    El ministro agotó su diálogo por radio «América» corriendo al grito de «Nunca estuvo en mi cabeza el área de Defensa, no me siento apto para ella». Fernández sostuvo además que para «garantizarse que no le ofrezcan» un cargo debería «tratar de presionar al Presidente», lo que -aseguró- jamás haría.

    Tampoco el jefe de prensa de la ministra Garré, Jorge Bernetti -otro profesional de la etnia de los voceros mudos de este gobierno-, ni la propia ministra Garré se prestaron a consultas de este diario formuladas por correo electrónico. Para que conste.
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