20 de abril 2020 - 00:00

Charlas de quincho

Mientras la cuarentena se va flexibilizando “de hecho” (lo que se nota en el tránsito, en los accesos, y hasta en la cantidad de caminantes por las calles), también va variando la actividad en “tiempos de pandemia”, con la gente readaptando costumbres y hasta hábitos de consumo, mientras las empresas hacen malabares para enfrentar caída de ventas con gastos fijos ahora exponenciales. Lo que queda claro es que el ya tristemente famoso Covid-19 ya no tiene la exclusividad de la atención pública, y en todos los niveles la presión para que la economía vuelva a funcionar es cada vez mayor. De todos modos, el escándalo de la semana vino por el lado del traspié, ahora en la Ciudad de Buenos Aires, de pretender que los mayores de 70 “pidan permiso” para salir a la calle, lo que fue fuertemente criticado. Esto hasta enmascaró la propuesta de pago por la deuda argentina y fue lo más comentado entre chat y chat de empresarios o políticos, y se coló hasta en los entretiempos de otros hechos mucho más placenteros, y ahora de acceso público vía web, como la ópera La Boheme anoche en el Colón, o el megarrecital internacional de 9 horas encabezado el sábado por Lady Gaga, que logró recaudar más de u$s100 millones para luchar contra el coronavirus. Veamos.

Sin duda, el traspié de la Ciudad con el tema de los “adultos mayores”, que levantó polvareda y críticas generalizadas por el avance sobre los derechos civiles implícito, según algunos, o la discriminación y subestimación para otros. Así, mientras algunos de los que hoy deberían “pedir permiso” para poder salir a la calle le levantaban voces sosteniendo: “¿Porque, más vale, no se les aplica la ‘tobillera’ a varios de estos nóveles funcionarios, y se deja que los que tenemos varias campañas encima nos hagamos cargo de esta crisis? ¡Seguro que lo haríamos mejor!”, se enardecía en un chat político un veterano de varias campañas, ante el asentimiento de sus contertulios; otros hacían una evaluación distinta. Por caso, no fueron pocos los comentarios sobre el recalentamiento de la interna del PRO que de un lado tiene al expresidente Mauricio Macri con su ministro de Seguridad, Patricia Bullrich versus, justamente, Rodríguez Larreta con la exgobernadora bonaerense (y una de las poquísimas políticas que salió a decirle algo a “la gente” frente la pandemia), María Eugenia Vidal. Lejos de calmarse los ánimos ante la crisis, parece que el enfrentamiento sigue escalando al punto de que un observador cercano lo definió como “una interna feroz”, y todavía con final abierto. Dentro de ese rincón de la oposición pero lejos de los mencionados quien tuvo motivos para festejar fue Martín Lousteau. Con tanto encierro de cuarentena, la lectura se despertó en algunos y por eso la editorial que publicó sus tres libros decidió que durante este tiempo se pudieran descargar de la web gratuitamente. La circulación generó festejos. Más de 10 mil descargas especialmente del último trabajo, Debajo del agua, donde Lousteau advierte sobre la crisis que atraviesa el Estado desde los años 60.

Los delivery cada vez más sofisticados, y los cambios en los hábitos de consumo (incluyendo la aparición de parrillas en más de un balcón porteño, hasta en pleno Barrio Norte), se filtraron en varias de las charlas-web de la semana de las que políticos, empresarios y analistas participan cada vez más, con la controvertida excepción de la Justicia y del Congreso como cuerpos integrales, que no parecen ver en estas tecnologías una posibilidad de trabajo, justo en momentos críticos para el país. Por supuesto que la postura, encabezada en el Gobierno por el propio presidente Fernández, es cada vez más copiada por algunos de sus funcionarios y varios gobernadores, caso del justicialista Omar Perotti, en Santa Fe, que se reunió días atrás con 5 miembros del interbloque de Juntos por el Cambio para evaluar la situación de la pandemia, aunque lógicamente se derivó también en temas económicos como la cuestión impositiva, tema en el que se coincidió en que “la provincia cuenta con instrumentos propios, más los que aporta el Estado nacional, para afrontar la cuestión sanitaria, aunque serán insuficientes dada la pronunciada disminución de la recaudación impositiva que se está produciendo. Es necesario buscar mecanismos de alivio urgente”, comentó un participantes del encuentro virtual. También el ministro de Agricultura, Luis Basterra, optó por la tecnología y, además de reunirse periódicamente con su equipo (algunos dicen que no todos sus funcionarios están asistiendo a la sede de la cartera), mantuvo también un encuentro con los miembros de la Mesa de Enlace Agropecuaria con quienes durante más de una hora analizó acciones destinadas a fortalecer la producción, el abastecimiento y el comercio de alimentos, especialmente en un sector como el agropecuario, que debe seguir desarrollando su actividad en medio de la pandemia”. “Frente a la inminencia de la siembra de trigo se planteó la necesidad de señales claras respecto al futuro de los derechos de exportación (retenciones), así como la inquietud por las restricciones (de paso) que están imponiendo algunas provincias como San Luis, que están resultando en la paralización de las actividades del agro, o la preocupación por el hecho de que los productores deben adquirir sus insumos dolarizados con un diferencial que nos hace menos competitivos en momentos en que algunos de nuestros principales competidores han devaluado fuertemente”.

Justamente los temas impositivos son los que más desvelan a todo el sector empresario, al que se le suma el tipo de cambio en las presas exportadoras. Y es que si bien en el espectro general, algunos sectores sufren más que otros, el frente externo es especialmente complicado ya que la caída global de la economía se estima en no menos de 6 puntos del PBI durante este 2020 y eso, entre otras cosas, significará achicamiento del comercio global. En el caso de alimentos, decían empresarios reunidos a la hora del aperitivo (cada uno en su casa, con sendas copas, frente a la cámara de la computadora), si bien va a haber un achicamiento relativo de volúmenes, el impacto mayor va a ser en los precios. “Todos quieren seguir comiendo, pero difícilmente se repitan los precios de antes de la pandemia”, reconocía uno de ellos para quien el atraso relativo que tiene otra vez el tipo de cambio (en especial, frente a la devaluación que aplicaron todos los países vecinos) más la aplicación de las retenciones que sigue vigente deja a los productos argentinos fuera de cualquier posibilidad de competencia, algo que el Gobierno deberá atender con urgencia, ya que prácticamente, las del campo van a ser de las pocas divisas genuinas con las que podrá contar. “Acá siguen planteando cosas como si fuéramos un país rico, y es todo lo contrario. Si se pretende que el daño de la pandemia no sea mayor aún, convendría comenzar a cuidar un poco a los sectores que van a ser los que pueden ayudar a salir cuando esto acabe”, fue la síntesis de la reunión.

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