21 de marzo 2023 - 00:01

Xi le ofrece a Putin una vía de salida del pantano en Ucrania… y busca aire económico para China

El presidente ruso se declaró abierto a una mediación de su socio. Pekín, ¿bisagra perfecta o mediador poco confiable? La guerra impone una tensión indeseada al comercio y la producción.

SOCIOS EN TENSIÓN. Xi Jinping, que llegó ayer a Moscú, es el principal aliado internacional de Vladímir Putin. Ambos realzaron la importancia de la relación, pero la porfía rusa en Ucrania complica a la economía china.
SOCIOS EN TENSIÓN. Xi Jinping, que llegó ayer a Moscú, es el principal aliado internacional de Vladímir Putin. Ambos realzaron la importancia de la relación, pero la porfía rusa en Ucrania complica a la economía china.

La visita de Xi Jinping a Vladímir Putin puso ayer en escena la ratificación de la alianza de ambos países contra Estados Unidos, pero también una necesidad común de buscar un curso de salida para la guerra en Ucrania, que tiene empantanadas a las tropas y al Gobierno de Rusia, pero que también afecta las perspectivas económicas de China en un contexto doméstico delicado.

Xi, que llegó a Moscú para mantener contactos durante tres días, ponderó la “estrecha relación” bilateral y se declaró decidido a mantenerse “firmemente al lado de Rusia” para consolidar el objetivo de un”verdadero orden internacional multipolar”. Sin embargo, a la par, le ofreció a su homólogo una gestión de buenos oficios para buscar un camino hacia la paz en Ucrania, país invadido por Rusia hace algo más de un año y que se ha convertido en un verdadero pantano para las tropas del Kremlin.

La respuesta de Putin fue, como se esperaba, favorable, tanto por cortesía con el aliado como por la ayuda que supondría el hallazgo de una paz negociada o, como mínimo, alguna suerte de armisticio. “Siempre estamos abiertos a mantener negociaciones. Sin duda, vamos a hablar de todo, incluyendo sus iniciativas, que recibimos con respeto”, le dijo.

Inquieto por problemas geopolíticos de gran calado que suman ruido a la economía internacional, de cuya expansión depende el “modelo chino”, Xi viene de obtener un éxito resonante como mediador en la normalización del lazo entre dos gigantes del mundo musulmán, la monarquía sunita de Arabia Saudita y la república teocrática iraní. ¿Es ahora, con su nueva centralidad, el turno de “pacificar” Ucrania?

Intereses

Putin está gravemente enredado en ese conflicto, en el que sus tropas lograron capturar regiones del este y el sur rusoparlantes, pero con un control territorial mucho más precario que el proyectado inicialmente. Ucrania, cada vez más audazmente armada por la OTAN, está planteando una resistencia que, si bien no le alcanza para ganar la guerra, sí es suficiente para plantear un equilibrio difícil de sostener sine die por Rusia.

En ese sentido, Xi sale al rescate de su aliado. Sin embargo, también sale en defensa de su propio interés, dado que su fortaleza política como presidente reelecto y su entronización al santoral de íconos del comunismo chino contrasta con bases económicas más endebles que las que desearía.

La política de “covid cero” le ha servido para establecer formas de control social sin precedentes, pero también ha generado conatos de protesta inéditos. En el plano económico, la misma a contribuido a ralentizar la actividad, agravando los efectos de un sobredimensionado sector inmobiliario, tanto desde el punto de vista de los desarrolladores como de la banca que los ha financiado.

En ese sentido, lo que menos necesita China es que problemas geopolíticos como el ucraniano –en el que Rusia y la OTAN dirimen las esferas de intereses en Europa del este– y el de Medio Oriente –con su impacto en el precio del petróleo– se sumen a sus inconvenientes domésticos.

Claves

Las autoridades chinas han fijado para este año una meta de crecimiento del 5%, un número importante en términos comparativos, pero en buena medida un rebote del magro 3% de 2022, el más modesto desde la década de 1970.

Urgida por dar cada año cabida a millones de nuevos trabajadores en el mercado, China debe mantener elevadas tasas de expansión de la actividad para asegurar imprescindibles equilibrios sociales. La malaria de la pandemia debe ser revertida y un escenario de guerra, en el que la economía global pueda desacelerarse de modo duradero, amenazaría el corazón de su modelo, las exportaciones, y seguiría encareciendo los alimentos, la energía y los insumos que debe importar de modo aluvional.

Además de lo económico, la invasión rusa ha puesto a China en una incómoda posición política. Objetivamente atada a su alianza con Rusia, le ha ofrecido a ese país una salida para las exportaciones de hidrocarburos vetadas por Occidente, así como una cierta vía de escape a las sanciones económicas. Con todo, esas acciones han puesto a Pekín en la mira de Estados Unidos, que se mantiene atento a cualquier disposición que pueda considerarse un obstáculo a la política de boicot, lo que estimularía la presión en Washington para que Joe Biden escale en sanciones más motivadas por la rivalidad entre la potencia establecida y la emergente que en la propia guerra en Ucrania.

La guerra, así, ha obligado a Xi a mantener un delicado equilibrio, a la vez que ha sacado a su país de una actitud diplomática que siempre prefirió mantener en el bajo perfil y en el plano de la influencia discreta.

Limitaciones

Más allá de esas consideraciones, ¿tiene condiciones China para presentarse como un mediador eficaz entre Putin y Volodímir Zelenski? Eso no sería fácil, dada la explícita alianza del líder chino con una de las partes en pugna, lo que, en principio, no lo constituye en una parte imparcial.

“Ucrania sigue de cerca la visita del presidente de China a Rusia y espera que utilice su influencia para poner fin a esta guerra de agresión”, indicó el portavoz de la cancillería de Kiev, Oleg Nikolenko.

Ucrania está urgida por encontrar un revulsivo, cualquiera sea, para ponerle fin a esta etapa trágica del conflicto, pero sus padrinos internacionales parecen menos ansiosos, al menos en tanto no encuentren satisfacción a sus objetivos geopolíticos. Así, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, indicó que “el mundo no debe dejarse engañar por ningún movimiento táctico de Rusia, con apoyo de China o de cualquier otro país, para congelar la guerra en sus propios términos”.

La desconfianza de Washington también se expresó en torno de la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán -país ligado a su vez a Pekín-, pero aun así la mediación rindió frutos.

Más allá de las palabras, los deseos, las necesidades y los recelos, ¿cómo haría Xi para desatar los nudos más apretados del choque entre Rusia y la OTAN -Estados Unidos- en el este de Europa? ¿Cómo podría lidiar con las limitaciones que le impone el hecho de que la Corte Penal Internacional busque encausar a Putin como un criminal de guerra? ¿Cómo con la decisión del líder ruso de anticiparse a su visita visitando ciudades ocupadas del sur y el este de Ucrania, manifestaciones de su decisión -aparentemente inequívoca- de mantener allí la ocupación rusa?

La moneda está en el aire.

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