14 de enero 2008 - 00:00

"Habrá escasez de carne por mínima inversión en ganadería"

Cuando repasamos los reclamos que durante estos últimos tres años le hicimos al gobierno relacionados con el tema energía, tal vez algún astrólogo nos podría decir -observando la actual crisis energéticaque en esos momentos hacíamos futurología.

En verdad lo único que hacíamos era observar una realidad que el gobierno -vaya a saber por qué, ¿sería para no perder votos?- no quería ver y lo tapaba continuamente con la tan célebre frase: «Esto es sólo un problema coyuntural», cuando nosotros le repetíamos que esto en realidad era un problema «estructural».

Hace tres años la falta de gasoil y los cortes energéticos eran en forma aislada, al año ya se localizaban claramente en los momentos de grandes demandas y con tiempos más prolongados y el año pasado se generalizaron de tal manera, que con el simple ejercicio de la lógica nos indicaba que la cosa «no andaba bien». Sin dudarlo el gobierno no sólo decía que seguía siendo un problema coyuntural, sino en un momento el mismo ministro de Obras Públicas y Planificación -¿Planificación?nos tildó de alarmistas.

Tal vez en ese concepto propio del gobierno que todos los que piensan distinto están en otro bando, en el afán de querer ayudar con nuestros reclamos a solucionar un problema, nos convertimos en enemigos ideológicos y en prácticamente «vende patrias» por no querer entender que el problema en realidad no era un problema.

Esta historia me sirve para seguir advirtiendo no sólo al gobierno sino a toda la población, que si seguimos mirando para otro lado ante estas realidades no solamente nos va a faltar energía, sino que corremos el riesgo de quedarnos sin carne, sin leche, sin pan y sobre todo con ese sabor amargo, que pudiendo generar mucha riqueza, sólo pretendamos administrar miseria.

Lo que sucede hoy con la energía es fotocopia de lo que nos puede suceder con la carne. La cuenta es simple si tenemos el mismo stock ganadero y la demanda interna sigue creciendo -pasamos de consumir 51 kilos de carne por habitante por año en 2002 a 65 kilos por habitante por años en 2006 y hoy estamos en 76 kilos por habitante por año-. ¿Hasta cuándo podremos aguantar?

La lógica nos indica que ante una mayor demanda no hay otra herramienta que una mayor oferta -¿o queremos que nos pase lo de la energía?- y para aumentar la oferta hay que invertir,sin inversiones no hay un aumento productivo.

Si el negocio ganadero fuera rentable y tuviera previsibilidad, la reacción inmediata del productor sería no sólo retener las hembras para su reposición -que solamente asegura mantener la misma cantidad de animales-sino que entraría en un círculo virtuoso de dejar el resto de las hembras -alrededor de 15% del total de madres-para agrandar el rodeo.

A esta inversión inmediata que nos haría crecer entre 8% y 10% anual, se le agregarían inversiones productivas, alimentación, manejo -alambrados, aguadas, etc.- y sanidad que potenciarían aun más dicho crecimiento.

Si tenemos el mismo stock ganadero -algunos funcionarios lo anuncian como un triunfo-y un aumento en la participación de hembras en la faena, es porque la cosa no anda bien.

En la carne tal vez la diferencia es que no puedan decir: «El problema es coyuntural», porque la misma Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación reconoce que debemos aumentar la producción, pero ¿se podrá lograr una mayor producción dando limosnas, con subsidios cruzados, distorsionando mercados y cambiando las reglas de juego cada tres o cuatro meses?

Un funcionario me decía hace unos meses: «Y a mí me gusta manejar la escasez». Tal vez nos tengamos que acostumbrar a que no sólo nos falte la electricidad cinco horas por día, sino que por una resolución sólo podamos comer asado una vez por mes.

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