"Política de precios oficial nace de hipótesis equivocada"
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La pregunta que surge es: ¿No tendría que ser más barato este producto en la Argentina? ¿No es que Uruguay exporta carne (con la que se hace la hamburguesa), trigo (con el que se hace el pan de la hamburguesa) y leche (con la que se hace el queso)? Esto -de acuerdo con la teoría del gobierno argentino- atenta contra el bolsillo del consumidor.
Como consecuencia de esta postura, nuestra producción de carnes sufrió el cierre de las exportaciones, el aumento de las retenciones, del peso mínimo de faena, el acuerdo de precios, la determinación de exportaciones parciales, del ROE rojo, de encaje productivo, de transferencias monetarias, etcétera. En la producción de trigo hubo intervenciones tales como el cierre de las exportaciones, aperturas parciales, transferencias monetarias, aumento de retenciones, implementación del ROE verde, restricción en el otorgamiento de permisos de embarques, etcétera.
En cuanto a los lácteos, se sucedieron aumentos en las retenciones, otorgamiento de subsidios, compensaciones, transferencias monetarias, acuerdos de precios, ROE, limitaciones de las exportaciones, precios de corte, fondo de exportación, etcétera.
El resultado de todas estas intervenciones es que en ganadería nos estamos comiendo el futuro, ya que en 2007 faenamos 1.500.000 más de terneras y vaquillonas que en 2006, poniendo en duda la futura reposición de madres; superamos 47% de hembras en la faena, como clara muestra de liquidación y merma en el stock ganadero. En 1980 teníamos 2 vacunos y medio por cada habitante; hoy tenemos uno y medio.
Sembramos menos superficie de trigo y nos alejamos de la cosecha récord de las 16 millones de toneladas de la campaña 96/97.
En lo que hace a lechería, en el curso de un año perdimos 12% de la producción. ¿Cómo puede ser que en Uruguay paguen más por su materia prima al productor agropecuario y un Big Mac (con carne, con pan y lácteo) sea más barato?
El mejor ingreso del productor agropecuario uruguayo se refleja claramente en que, año tras año, en el vecino país hay una mayor producción de alimentos y un mayor saldo de exportación.
A la pregunta: ¿Qué pasaría con los precios internos si se le pagara al productor agropecuario argentino igual que al uruguayo?, la respuesta es: si un ciudadano argentino consumiera dos Big Mac por día, en los treinta días del mes gastaría u$s 218,40 (u$s 3,64 la unidad) mientras que un uruguayo gastaría tan sólo u$s 153 (u$s 2,55 la unidad); es decir, 30% menos.
Como dijo un ministro del país vecino: «Podemos dejar la carne barata en el país porque exportamos carne cara al mundo».
No sólo mantienen la carne barata en el país, sino que ante la gran cantidad de costillares que origina el negocio (por la exportación de los cortes de alto valor) ahora también exportan parte de esos costillares baratos a otros países. ¿Adivinen a cuál?... Si, ¡a la Argentina!
Es innegable, en el país debemos plantearnos cómo salir de este túnel que nos lleva -inexorablemente- a producir mal. Si miramos a nuestro alrededor, rápidamente nos daremos cuenta de que algo está fallando.
Brasil está creciendo, Paraguay está creciendo (un dirigente agropecuario paraguayo que visitaba la Exposición de Palermo nos decía: «Sigan así, que ya les copamos el mercado de carnes de Chile»), mientras nosotros seguimos planteándonos si los buenos precios internacionales de los alimentos son «una bendición» o «un castigo» para un país que sabe producirlos en forma competitiva. ¿Estaremos viviendo en el reino del revés?
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