El hincha de Racing es paciente, seguidor, consecuente y sin embargo se le podría agregar que se conforma con que el equipo gane. Tal vez no sirvan de mucho las sutilezas si el equipo encuentra algún hombre para que la haga llegar a la red. Uno o dos goles suelen ser suficientes porque a este Racing es difícil «entrarle». Sus jugadores van a todas, desde los defensores en la marca, los del medio con pelotazo que no los ruboriza y los de arriba corriendo todo el partido como si recién empezara.
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Mérito grande sin lugar a dudas. El que lo padeció ayer fue San Lorenzo que hasta tuvo que soportar el delirio que desbordaba desde las tribunas y los jugadores cuando llegó ese cuarto gol lapidario, contundente, de esos que hacen que muchas veces las palabras estén de más. Remontando un partido que se le había presentado adverso -con un gol en contra-y no menos de cinco situaciones claras para convertir y con dos pelotas que devolvieron los palos.
Por eso habrá que doblegarse ante una realidad: las ganas de Racing pueden con todo, hasta llegar a una goleada (inesperada hasta por su gran legión de seguidores) pero tan abultada que se hace difícil de explicar. Primero, porque Racing no fue tanto, ni San Lorenzo tan poco. Segundo, porque hubo situaciones claras donde este San Lorenzo -aún que peleado con el fango-pudo haber desnivelado a su favor (cuando ganaba uno a cero y cuando empata en un tanto) y siempre en un mano a mano de Romeo, que esta vez estaba con los botines cambiados.
No es menos cierto que hasta que Pussineri hizo llegar la pelota a la red, tuvieron probabilidades de convertir Chatruc, Milito, Maximiliano Estévez, cuando todo San Lorenzo se encontraba indeciso en la marca -fundamentalmente por su punta izquierda-donde Morel Rodríguez y Medero (luego expulsado) hacían agua, mucho más que la abundante que caía del cielo. Tal vez el mayor problema de San Lorenzo estuvo en su medio campo. Con problemas en la contención (léase Michelini y Erviti) y porque Racing fue inteligente en escalonarle hombres en el zizagueo que intentaba Romagnoli como solución a las falencias de comunicación que había con Raúl Estévez y Romeo.
El partido se definió con el segundo gol, cuando Estévez (Maximiliano) envió por sobre Saja -esta vez estuvo impreciso en la salida y en los cortes-y mucho más cuando Bedoya puso el tercero. Los hinchas paladeaban un triunfo que tenía doble significado. Mantenía la punta y refirmaba su condición cierta de candidato. Era todo lo que querían y estaba bien ¿Necesitaban otra cosa? Para nada.
Racing: Campagnuolo; Vitali, Loeschbor, Ubeda, Bedoya; Gustavo Barros Schelotto, Bastía, Maciel, Chatruc; M. Estévez y Milito. DT: R. Merlo.
San Lorenzo: Saja; Paredes, D. Capria, Medero, Morel Rodríguez; Pusineri, Michelini; Romagnoli, Erviti; R. Estévez y Romeo. DT: M. Pellegrini.
Cambios: ST 9m Zurita por Erviti (SL), 26m Acosta por Romagnoli (SL) y Benito por Michelini (SL), 30m Maceratesi por Milito (R), 35m Torres por M. Estévez (R), 39m Viveros por Gustavo Barros Schelotto (R).
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