23 de septiembre 2020 - 00:00

¿El cepo XXL es la última carta o es una parte de algo más grande?

Por el momento los ahorristas, inquietos, no se comportan como en una situación terminal. Pero no hay mucho margen para tirar de la soga.

Banco Central BCRA Mariano Fuchila
Mariano Fuchila

Como en toda crisis cambiaria la usina de rumores y especulaciones está operando 24 x 7, casi como la “maquinita” del BCRA. De un lado, los críticos fustigan los mayores controles cambiarios y desde la otra vereda, se excusan que no hay otra alternativa con este exiguo stock de reservas líquidas. En el medio, los temores de los ahorristas dejan lugar a todo tipo de ideas futuristas. ¿Pero será que el Gobierno sabe algo que el resto de los mortales no? ¿Tomó estas medidas como último recurso reconociendo que no puede, o no sabe, hacer otra cosa, quizás algo de lo que los críticos aconsejan? ¿O es todo lo contrario, estas medidas son precisamente parte de lo que tiene pergeñado para lo que viene? Dios y Alberto sabrán. Pero sin duda, si es parte de la estrategia, mejor que alguien tenga un as bajo la manga guardado. Ahora bien, si no lo es, está claro que no hay “dream team” que valga cuando las expectativas de las empresas y familias se deterioran y se pierde la confianza de los ahorristas y consumidores. Los sondeos de opinión reflejan cada mes un mayor y creciente número de personas que no ven con buenos ojos el futuro mediato. Lo cual afecta la toma de decisiones de consumo e inversión y por, ende, la esperada recuperación. La historia muestra que no hay cepo que sirva para recomponer las reservas del BCRA. Sólo sirve para detener la hemorragia. Además durante el cepo anterior (2011) las reservas no dejaron de caer. Hoy los anoréxicos márgenes de maniobra -fiscal y monetario- no dan lugar a caminos, por ejemplo, como el que eligió Federico Sturzenegger de recomponer las reservas comprando divisas contra Lebac.

Está claro que no hay reservas para todos. El único camino, para evitar una devaluación a tientas y a locas, es decir, sin nada atrás, es inyectar un shock de confianza, o por lo menos, mientras tanto, no seguir alentando fantasmas ni agitando medidas que ahuyentan las inversiones y desalientan el consumo doméstico. Por el momento, los depósitos privados no dan cuenta de movimientos disruptivos. Los últimos datos del BCRA al jueves pasado (17) muestran que tanto los nominados en pesos como los en dólares (argendólares) se mantienen estables. En particular, los “argendólares” que hoy son claves para el stock de las reservas brutas del BCRA, registran crecimiento desde junio, unos u$s400 millones. En realidad, recuperaron parte de la diáspora de marzo-mayo cuando se fueron unos u$s1.700 millones. Cabe recordar que los encajes de estos depósitos privados (los fondos que guardan los bancos y no prestan) están contabilizados dentro de las reservas brutas del BCRA junto con el swap chino y el del BIS, más las divisas líquidas, el oro y los DEG del FMI. A diferencia de 2001, hoy los dólares de los argendólares están en los bancos y en el BCRA. No hay ningún problema de liquidez. No hace falta decir que sería un suicidio político, para cualquier Gobierno, echar mano a esas divisas, sobre todo si la gente lo percibe. ¿Será que el Gobierno sabe algo, que nosotros no? Veremos.

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