“Por lo menos en lugar de cobrarlos mis bisnietos, lo van a cobrar mis hijos. Algo es algo. En este me voy a anotar”. Así reflexionaba ayer ante este diario un empresario top, histórico inversor en deuda argentina y, en general, muy crítico a la propuesta de canje que hace una semana presentaba en sociedad Martín Guzmán. Salvo en un capítulo. El bonista fue uno de los que, entusiastamente, aceptó la propuesta del Gobierno de Mauricio Macri de tomar deuda a 100 años, en lo que se convirtió en uno de los peores y mas bizarros negocios financieros de su vida.
La parábola del bono "Centenario": con el único que se hará negocio en el canje
Los tenedores del título podrán canjearlo por otros con vencimiento en 2036 o 2047, acortando entre 81 o 70 años el plazo de devolución.
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Luis Caputo.
Sin embargo, y sólo en el caso de esta deuda, ahora ve que la propuesta de Guzmán le hará perder dinero, pero le permitirá cobrar parte del pasivo unos 81 o 70 años antes, acortando la vida poco auspiciosa que hasta ahora mostró este papel. No es poco. Según el prospecto entregado anteayer a la SEC, podrá canjear su título a 100 años por otros con vencimiento en 2036 y 2047; y si bien no es el único título en el que se acortan los tiempos de pago (hay deuda que vencía en 2048 que se pagaría en 2036), es en el que más se limita la vida útil del bono.
El 19 de junio de 2017, Luis Caputo sorprendía a los mercados al completar, con éxito, la colocación de un nuevo bono, cuya duración sería inédita para la mucha (y triste) historia de las operaciones de deuda voluntaria de la Argentina. Ese día, el ministro de Finanzas de entonces lanzó el denominado bono “Centenario”, que vencería en 2117, y que debería pagarse durante cinco generaciones. Ese bono a 100 años de plazo fue emitido por unos u$s2.759 millones, tendría un cupón de renta fija del 7,125% anual. La colocación fue un verdadero éxito: los pedidos de inversiones por el título sumaron unos u$s970 millones, lo que, según el funcionario, representaba que “una emisión de este tipo es posible gracias a que logramos recuperar la credibilidad y la confianza del mundo en Argentina y en el futuro de nuestra economía”. Agregaba además que el país mostraba “prudencia y responsabilidad”. Con esta operatoria era de los pocos países en el mundo que había logrado emitir este tipo de deuda, junto con México, Bélgica, Irlanda, China, Dinamarca o Suecia.
“Estamos más cerca de países normales como Bélgica o México que de Venezuela, con quien el Gobierno anterior solía endeudarse a 5 años de plazo y a tasas de un 15%. Es un sello de confianza no sólo en esta administración, sino también en el futuro del país”, agregaba el titular de Finanzas. A esa altura, para 2017, Argentina sumaría unos u$s12.750 millones bajo legislación extranjera; y se disponía a cubrir un programa por unos u$s2.600 millones más en lo que quedaba de 2017 y otros u$s8.000 para enero de 2018. Según Caputo, la emisión del bono Centenario se justificaba en que las condiciones en el mercado en dólares son “demasiado buenas como para dejarlas pasar”.
Al haber cortado en su lanzamiento a u$s90 por cada lámina de u$s100, lo exacto sería decir que el Gobierno de Mauricio Macri tomó u$s2.475 millones, por los que debería haber pagado en 2117 u$s2.750 millones, más u$s196 millones durante un siglo, siendo que el bono no tiene amortizaciones periódicas de capital. Por eso se afirmaba en aquellos días de 2017 que el rendimiento del bono es equivalente al 7,91% anual sobre el capital. La operación la habían cerrado el Citigroup y HSBC como bancos gestores, mientras que Nomura y Santander actuaron como encargados conjuntos.
Curiosa parábola la de este bono: el mismo HSBC será el encargado de explicarles a los tenedores de esta deuda (y del resto de los u$s68.000 millones que desde ayer se deben reestructurar) que ese Bono Global 100 o “Bono Centenario” será el único que les dará algo de satisfacción a los tenedores: será el único que se pagará antes. En lugar de en 2117, terminará de liquidarse en 2045. Eso sí, con una reducción de intereses que achica el rendimiento a menos de la mitad y una quita de capitales del 5%. Igual, podría decirse que, en el marco actual que deja el coronavirus en las finanzas internacionales, sería el único aspecto de la propuesta de deuda que ayer presentó ante la SEC la Argentina que podría considerarse un no tan mal negocio.
Algo más sobre la operación. Si bien la colocación fue anunciada para obtener unos u$s2.750 millones, en realidad al banco Central llegaron unos u$s2.475 millones, ya que las láminas se colocaron con descuentos del 10%, por lo que se liquidó en realidad deuda por u$s90 por cada lámina de 100. Esto elevó la tasa final a liquidar a 7,91%, y no al 7,125 anunciado. En general, la deuda está colocada en grandes bancos de inversión, ya que fue una operación reservadísima y a nivel muy privado. De hecho sólo se la anunció un día después de haberse concretado, ya que la colocación se realizó exitosamente pero a pocas manos fuertes, que luego la distribuyeron únicamente ante clientes vip, tanto argentinos como del exterior. Para los fondos de inversión de alto vuelo, la opción del bono a 100 años tenía lógica para garantizar un flujo de capitalización anual importante durante largo plazo, con una tasa poco habitual en el mundo financiero de 2017, cuando la tasa de interés internacional operaba en niveles negativos. Luego el panorama cambiaría en el primer trimestre de 2018, cuando la Fed de los Estados Unidos comenzó su carrera alcista en los tipos de tasas para los bonos a 10 años. En abril de ese año comenzaría además el calvario argentino que aún permanece.
En junio de 2017 la operación del bono a 100 años fue calificada como la decisión “más loca” del mundo en política económica. El dictamen provino del editor de la sección Economía del diario Financial Times, Robin Wigglesworth, que realizó una encuesta a través de la red social Twitter en la que consultaba a sus seguidores: “¿Cuál es la locura más grande?” (What is the craziest), en materia económica a nivel mundial; y entre las opciones incluyó al bono argentino lanzado por Caputo. Finalmente fue el vencedor con el 71% de los votos.
Si hay suerte con el canje del “Centenario”, la reducción de la deuda no será sustancial. Y simplemente pasará de los u$s68.000 a los 66.000 millones. Pero al menos habrá un partido del mundial del canje donde se podría mostrar un éxito en cuanto al abandono de una opción algo bizarra lanzada por el Gobierno anterior.
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