El campo es una fábrica a cielo abierto que no conoce de fines de semana o feriados. Que avanza con la siembra y la cosecha más allá de cualquier contexto político y/o económico. Así es que mientras Argentina decide este domingo quien será su presidente por los próximos cuatro años, a la par las sembradoras están trabajando a toda máquina para implantar la tan ansiada campaña de soja 2023/24.
Campo: los desafíos y oportunidades que tendrá el próximo presidente
El próximo año se espera un mayor ingreso de divisas de la mano de una mayor cosecha de soja y maíz. En tanto, hay distintos sectores, como las economías regionales que enfrentan un escenario complejo ante la caída de la rentabilidad. La necesidad de forjar vínculo con un sector clave de la economía.
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A esta altura hay algo casi seguro con lo que se encontrará el próximo mandatario cualquiera sea su signo político o su plan de Gobierno: más divisas, porque la sequía llegó a su fin y el próximo año el sector agroexportador aportaría unos u$s29.000 millones, es decir 53% más de lo que se ingresaría en total en este 2023 que se calcula en unos u$s18.700 millones.
Un dato no menor es que, según las proyecciones de diversos analistas, el precio internacional de la oleaginosa para la primera mitad del próximo año estaría más cerca de los u$s500 por tonelada que de los u$s400. Algo fundamental para el país y una economía ávida de dólares frescos. Pero claro, no todas son rosas o porotos de soja. Es que el próximo mandatario tendrá también grandes desafíos por delante. Las economías regionales son uno de ellos.
De las 19 economías regionales que analiza mensualmente la entidad Coninagro, la yerba mate es la única en crecimiento: 14 están en rojo por el clima, la inflación y la suba de costos, y otras 4 muestran señales de advertencia. Todas y cada una de estas actividades cumple un rol estratégico en las provincias no solo por la generación de empleo sino también por el arraigo territorial y el derrame hacia la economía doméstica. La caída o falta de rentabilidad de estos negocios afecta directamente al entramado productivo y social.
En tanto, en el sector agrícola, no es la falta de mercados sino la presión impositiva lo que complejiza el escenario de los pequeños y medianos productores, que son mayoría en Argentina y ese también será uno de los grandes desafíos que deberá sortear el próximo presidente de Argentina.
Porque una quita contundente y generalizada de impuestos, como los derechos de exportación, actualmente parece ser más una utopía que una realidad próxima a ejecutarse. De cualquier manera, lo realidad es que el futuro mandatario y su equipo deberá conocer en profundidad al sector agropecuario y agroindustrial para llevar allí planes de acción y soluciones a problemas que llevan décadas.
Los reclamos del campo son muchos, van desde la falta de infraestructura, caminos rurales –algo fundamental para sacar la producción de los campos- el fomento al agregado de valor, un tipo de cambio competitivo, créditos y la lista sigue.
Por otro lado también ha quedado de manifiesto, una vez más, que en el armado de listas de la mayor parte de las fuerzas políticas no se incluyó a actores del sector agropecuario. Mientras tanto, puertas adentro y en discursos de tipo institucional el campo ha manifiesta la necesidad de contar con representantes en el Congreso.
También es cierto es que los escasos legisladores que han llegado a ocupar un cargo traccionados por su labor en el agro, poco han avanzado con presentaciones de proyecciones de ley o discusiones parlamentarias. Esta es una deuda pendiente del propio sector y también del próximo Gobierno porque una nueva ley de semillas y una ley marco de fomento a las exportaciones, son solo dos iniciativas que duermen a la espera de decisión política.
Más allá de los desafíos de la próxima gestión también habrá un sinfín de oportunidades, como presenta el campo año tras años, campaña tras campaña. Porque argentina produce lo que el mundo necesita: granos, carne, leche, frutas, vinos, bioinsumos, máquinas y know how, entre muchos otros ítems. Porque el campo es protagonista indiscutido en el ingreso de divisas pero también como generador de empleo y de oportunidades de un país que necesita crecer. La fábrica a cielo abierto sigue trabajando a toda máquina, a la espera de un futuro prometedor. Ojalá así sea.
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