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Rafael Bielsa
En efecto, la ex profesora de Stanford fue también directora de la petrolera Chevron. Por eso entendió muy rápidamente los informes energéticos con los que la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires satisfizo sus reclamos informativos. Bielsa escuchará hoy el programa que el Departamento de Estado tiene pensado para enfrentar la crisis boliviana.
• Ese programa tiene entre sus ejes principales la pretensión de que la Argentina insista con la construcción de un gasoducto desde Bolivia, empresa de la que se encargaría el grupo Techint pero que fue dejada de lado precisamente por las dificultades que planteaba en el Parlamento boliviano su aprobación. Ahora Kirchner y Bielsa deberán reactivar las gestiones. De hablar con Techint ya se encargó, sutilmente, el embajador Lino Gutiérrez, quien conoce bien las vinculaciones de Paolo Rocca con el presidente Carlos Mesa y también con el venezolano Chávez. La diplomacia tiene, a veces, una invisible dimensión empresarial.
• Temor
La idea de auxiliar a Mesa con fondos provenientes de países interesados en la estabilidad boliviana forma parte del mismo plan. España se ve enormemente afectada en su empresa Repsol, igual que Gran Bretaña, que también tiene inversiones en la explotación de los hidrocarburos bolivianos. Es sabido también que la brasileña Petrobras opera el principal gasoducto de ese país. Esos fondos especiales se derramarían a cuenta de futuras regalías que el Estado boliviano podría obtener por la descarga de inversiones, en especial de compañías norteamericanas, en el país.
Si se tiene en cuenta que en las últimas elecciones municipales el partido de Evo Morales fue el vencedor nítido en Bolivia y que ese líder indigenistase ha potenciado como posible presidente de su país para las próximas elecciones, se comprende el temor que domina a todas las cancillerías que miran hacia La Paz. Sobre todo cuando se advierte que la reacción a esos movimientos podría ser la secesión del sur boliviano, con motor en Santa Cruz de la Sierra.
• La relación del gobierno de Kirchner con el del bolivariano Hugo Chávez ha comenzado a adquirir otros significados en esta perspectiva. Hubo en las últimas horas señales muy expresivas de que los funcionarios de Bush intentan aislar al indigenismo boliviano del gobierno de Venezuela. Tantas, que Chávez aclaró públicamente que no financia los movimientos de Morales o de Felipe Quispe. Pero antes de esa confesión, la propia Rice había hecho un gesto amistoso hacia el venezolano. El sábado pasado dijo que su país mantiene relaciones sólidas con Venezuela y que no está entre los intereses de los Estados Unidos enemistarse con ese país. Chávez le contestó avisando que «queremos relaciones decentes y normales con todos los países y tomamos nota de las palabras de la secretaria de Estado. Aquí las registramos».
• Sin embargo, a nadie se le escapa que el llamado de Bush a Kirchner fue, por su contexto, un gesto de desdén hacia el venezolano: se produjo el mismo día en que Chávez se abrazaba a Lula da Silva y a José Luis Rodríguez Zapatero. Los diplomáticos norteamericanos eligieron esa fecha para saludar a Kirchner, cuya ausencia en la foto fue reforzada por la algarabía con que la Casa Rosada difundió el breve contacto. Algo de lo que también habrá tomado nota el bolivariano.
• Bielsa se mostrará sensible a las preocupaciones de su colega. Sin ir más lejos, puso por escrito en diciembre un pedido para que Kirchner releve a la Cancillería de cualquier responsabilidaden la relación bilateral-con Venezuela. No escribióla razón, que no es otra que sus reparos por las tratativas que lleva adelante Julio De Vido con el gobierno de Chávez, sobre todo en el área de negocios energéticos. Bielsa parece cercano a la opinión que tiene Elisa Carrió sobre De Vido, lo que podría presentar algún problema durante la campaña electoral. Por de pronto, el ministro de Infraestructura suspendió anoche un viaje a Caracas que tenía programado precisamente para hablar de integración energética.
• La figura de Chávez, además, ya no inquieta a Washington solamente por su retórica. Desde el Departamento de Estado y desde el de Defensa se observan de cerca sus operaciones en el mercado de armas: la compra de helicópteros que pretende realizar a Rusia y la de navíos a España. Esta operación toca un nervio sutil de la política internacional: Bush suspendió, en represalia por el abandono que hicieron los soldados españoles del terreno iraquí, la contratación de astilleros de la península para el mantenimiento de la flota que los Estados Unidos tienen destacada en el Mediterráneo. Reemplazó esos servicios por otros, italianos.
Zapatero se excusa en la crisis laboral que generó esta decisión de Washington para vender material naval a Venezuela, aunque aclarando que no será de uso ofensivo.
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